Esta vez me detengo en la columna de la
socióloga Marita Carballo, “Expectativas para el año venidero, cumplido los 40
años de democracia”, publicada en el periódico El Clarín de Argentina
(26/12/2023). Lo primero que destaco con signos de exclamación es la cantidad
de años que cumple (en esta ola) la democracia en Argentina y la región: ¡40
años! A pesar de los pesares, la democracia sigue en pie, aunque las
zancadillas populistas (de izquierda y derecha) están a la orden del día; pero
mejor una democracia grisácea y deshilachada que una dictadura negra y bien
enhebrada.
Lo segundo, la flexibilidad de la democracia para metabolizar cambios pendulares profundos. En el caso argentino, primero el “giro a la izquierda” con Néstor Kirchner y ahora el giro a la derecha con Javier Milei. Y el ensayo de lo uno como de lo otro ejecutado dentro de la democracia, sin quebrarle el espinazo –los críticos y enemigos de la democracia pensaron que metabolizar la inflexión no era posible en el sistema democrático, pero la realidad demostró que sí lo es, no sólo una vez, sino dos veces y es posible que otras tantas si el modelo elegido no responde a las expectativas ciudadanas–.
Lo tercero, Carballo trayendo a colación los últimos datos del Latinobarómetro 2023, observa que “la Argentina es el país de la región, entre los 17 medidos, que más reclama la necesidad de cambios profundos, los más críticos de la situación económica, y quienes más manifiestan estar peor que hace unos años (…) Vieron en Milei la posibilidad de un cambio verdadero y esto es lo que dio fuerza al candidato, incluso más importante que no acordar con todas las propuestas. Este giro refleja el cansancio con la clase política y un deseo de propuestas radicales”.
Sobre este punto hay mucha tinta que destilar, aunque verteré sólo unas gotas.
Un movimiento político pendular fue ocasionado por un severo deterioro económico (amén de otros factores como la corrupción y la desinstitucionalización, el clientelismo y el corporativismo) y es otro severo deterioro económico el que nuevamente lo puede ocasionar. O sea, los bolsillos mandan sobre las evaluaciones institucionales y morales; Maquiavelo tenía razón, los gobernados mientras tengan un dinerillo en sus bolsillos pueden ver afuera el apocalipsis, pero seguirán llevando su vida en plano carnestolendas.
En nuestro caso, Bolivia, no llegamos todavía a este punto de inflexión, pero vamos a paso militante en esa dirección de arrebatadoras turbulencias. ¿El milagro del litio podrá alterar la pendiente? Este año que viene es decisivo para ver la influencia a su vez decisiva de la economía. Ahí y en ninguna otra parte se juega nuestro futuro y el de los actuales actores políticos.
César Rojas es comunicador social y sociólogo.