El Paraíso Perdido de John Milton, un clásico de la literatura inglesa, es un poema épico publicado en 1667. La obra narra la historia bíblica de la caída de Adán y Eva, la misma que concluye con la expulsión del Jardín del Edén. En esta historia, el autor explora una serie de acciones como la tentación, la desobediencia y el pecado que desembocaron en la pérdida del paraíso. Más o menos de manera análoga, el propósito de esta columna es describir las acciones del gobierno del MAS que nos distanciaron del paraíso de papel escrito en la vigente Carta Magna.
El Estado Plurinacional de Bolivia, summum del nuevo texto constitucional aprobado en el Referéndum del 25 de enero de 2009 y promulgado el 7 de febrero del mismo año, significó el diseño del paraíso terrenal destinado a mejorar la calidad de vida y el vivir bien de los bolivianos. Garantizar la materialización de la prometida vida paradisiaca implicó introducir en la Constitución Política del Estado, entre otros mecanismos, la economía plural y la democracia intercultural. Nos concentraremos en el primer dispositivo.
Aunque la economía plural reconoce diversas formas de organización económica como la comunitaria, la estatal, la privada y la social cooperativa; sin embargo, le otorga mayor responsabilidad y protagonismo a la iniciativa estatal: “El Estado ejercerá la dirección integral del desarrollo económico y sus procesos de planificación”. (CPE, Artículo 311º, Parágrafo II, punto 1). En este marco legal, el presidente y vicepresidente del Estado Plurinacional, se empeñaron en crear empresas estatales orientadas a generar jugosas ganancias para que los bolivianos disfrutemos del paraíso en esta tierra. Así, como Adán y Eva, el gobierno del MAS, terminó por ceder a esta tentación capitalista, pero impulsada desde el Estado.
En cumplimiento de aquel mandato constitucional, los masistas en el gobierno, entre el 2007 y 2019, crearon 76 empresas públicas. Lamentablemente, este gran emprendimiento lo llevaron a cabo ignorando algunas reglas básicas del mercado como la libre competencia (múltiples empresas compiten en la oferta de bienes y servicios), y, la ley de oferta y demanda (el precio de un bien o servicio se determina por el equilibrio entre la oferta y la demanda). Las empresas concebidas en su mayoría tienen problemas económicos y son deficitarias; al parecer, el Estado como empresario resultó ser un fracaso insalvable, lo cual nos alejó del soñado paraíso y nos aproximó al indeseable infierno.
El libro Sólo Ruido, Nada de Nueces del economista Julio Linares, evidencia que las empresas públicas creadas por el Movimiento al Socialismo generaron una pérdida de al menos 4.059 millones de bolivianos (equivalente a 588 millones de dólares) para el país. Además, destaca que YPFB, la empresa estatal sostén de nuestra economía, entre 2011 y 2022, tuvo un déficit total de 64.045 millones de bolivianos.
El Estado Plurinacional fue un desastre como empresario. Los pecados de esta ruina pueden atribuirse: a) ineficiencia operativa, las empresas del Estado resultaron poco eficientes debido a la falta de incentivos para la innovación y la mejora continua; b) interferencia gubernamental, las principales decisiones de las empresas públicas se asumieron basadas en consideraciones políticas en lugar de criterios económicos; c) falta de competitividad, las empresas estatales enfrentaron dificultades para competir con empresas privadas más ágiles y orientadas al mercado; d) corrupción y mala gestión, la falta de supervisión adecuada y la rendición de cuentas en las empresas estatales llevaron a prácticas de corrupción y a una mala gestión de los recursos; e) cargas financieras para el gobierno, las pérdidas de las empresas del Estado, implicaron una carga financiera para el gobierno; f) falta de adaptación al cambio tecnológico, las empresas estatales quedaron rezagadas en términos de adaptación a las nuevas tecnologías y prácticas comerciales, lo que las hizo menos competitivas en el mercado. El modelo de economía plural en Bolivia se constituyó en una estrategia económica implementada por el gobierno de Evo Morales, orientada a liberarnos del infierno capitalista en que nos había sumido el neoliberalismo. El averno en que nos encontrábamos se distinguía por el control extranjero de nuestra economía, la dependencia de los recursos naturales, el desarrollo regional desigual, y, la profunda desigualdad económica. El objetivo de la economía plural (no logrado) consistía en alcanzar un elevado desarrollo económico y convertirnos en la Suiza de Sudamérica; así, implementó la nacionalización de empresas estratégicas (especialmente de gas y petróleo) para mayor control y participación de la sociedad boliviana en la gestión de sus recursos; se buscó (sin éxito) diversificar la economía para reducir la dependencia excesiva de la exportación de recursos naturales; se intentó fomentar iniciativas económicas locales y regionales (igualmente sin éxito), y, a fin de reducir la pobreza y las desigualdades económicas se realizó una distribución (no tan equitativa) de los recursos entre la población más vulnerable.
El actual gobierno, a fin de evitar la expulsión del paraíso de papel redactado en la Carta Magna, acudió al gasto de las Reservas Internacionales Netas y al endeudamiento externo. Según el economista Gonzalo Chávez, las reservas disminuyeron de 15.084,2 millones de dólares el año 2014 a 2.147 millones de dólares en agosto de 2023; y, de acuerdo con Jubileo, la deuda externa per cápita de Bolivia subió de los 231 dólares registrados en 2007 a 1.108 dólares en 2022. Estos datos revelan la crítica situación económica del país que tiende a agudizarse.
Evidentemente, no debe juzgarse el modelo de economía plural por sus buenas intenciones, sino por sus resultados concretos que son un verdadero descalabro y que nos aparta del paraíso prometido. En la siguiente entrega haremos referencia al fracaso de la democracia intercultural.
Eduardo Leaño es sociólogo.