Me llamó poderosamente la atención el anuncio del gobierno y los titulares de medios de prensa que informaban sobre la posibilidad de realizar transacciones en yuanes en Bolivia a través de un banco estatal. Ante esta noticia y las fotos publicadas de casas de cambio y cajeros manipulando yuanes físicos, solicité que los comerciantes pioneros en la yuanización de Bolivia se pusieran en contacto conmigo para compartir su experiencia histórica.
Algunos me han contado que todavía no pueden obtener yuanes en billetes físicos y que esperan que estén disponibles “en unas semanitas”. Un importador indica que logró realizar la transferencia, pero después de ocho intentos fallidos debido a problemas con los bancos intermediarios, quienes no podían ejecutar la orden de transferencia, ya sea por la imposibilidad de hacerlo o por “errores y omisiones de origen”.
Otro importador cuenta que después de varios intentos durante varias semanas, logró transferir yuanes, pero con un costo adicional del 10% en comisiones bancarias y tuvo que utilizar dólares americanos para adquirirlos. Hace dos semanas, otro importador utilizó bolivianos, pero sospecha que en realidad primero se compraron dólares y luego se cambiaron a yuanes, los cuales aún no han llegado a Hong Kong.
Un empresario angustiado me confiesa que tuvo que rendirse después de dos meses de hecho el giro. Nunca pudo transferir los benditos yuanes y apenas recuperó su dinero. Ahora debe 40 mil dólares en comisiones bancarias, penalidades impuestas por el exportador chino y costos de comunicación entre los bancos corresponsales. Sin embargo, en Bolivia ya se anuncia que el país lidera junto a China y Rusia el desmantelamiento de la hegemonía del dólar americano en el mundo.
Pero lo cierto es que las supuestas transacciones en yuanes que han finalizado exitosamente han sido muy dolorosas de ejecutar, denotando un alto grado de desconocimiento sobre cómo funciona realmente el sistema de pagos y el mercado internacional de divisas chinas.
En primer lugar, debemos saber que existen dos tipos de yuanes (o renminbi, como se les llama oficialmente): el yuan onshore (CNY) que se utiliza dentro de China, y el yuan offshore (CNH) que solo se utiliza fuera de China, estrictamente para el comercio exterior. Ambos tienen su propio tipo de cambio y están bajo un estricto control del Banco Popular de China. Solo el yuan offshore se negocia en los mercados internacionales, mientras que el yuan onshore está sometido a una tasa de cambio que solo puede fluctuar dentro de un estrecho margen establecido por el gobierno (hoy en día, el 2%).
Lo cierto es que China tiene una cuenta de capital muy cerrada, con restricciones y controles significativos sobre los flujos de capitales transfronterizos. Transformar yuanes onshore a yuanes offshore y viceversa está completamente bajo el control del gobierno para evitar una fuga masiva de capitales y reducir la volatilidad del tipo de cambio del yuan, como ocurrió a finales de 2015, cuando sus ciudadanos y los inversores extranjeros sacaron más de 990 mil millones de dólares de China, tanto de forma legal como ilegal, debido a la desaceleración económica del país. Desde 2007, existe un límite de transferencias al exterior de máximo 50 mil dólares al año por ciudadano chino.
Aunque China ha hecho esfuerzos para internacionalizar el yuan, el dólar americano sigue siendo la moneda de preferencia en el 90% del comercio mundial, mientras que el yuan representa solo el 7%. Las transacciones globales en yuanes son apenas del 2%, mientras que el resto se realiza en dólares y euros principalmente. En las bóvedas de los bancos centrales del mundo, el 60% de las reservas están en dólares, seguido por el 20% en euros y solo el 3% en yuanes.
Dadas todas estas limitaciones y debido al déficit comercial de Bolivia con China, la forma menos dolorosa de obtener yuanes sería mediante un acuerdo de swap (intercambio) de monedas entre el Banco Central de Bolivia y el Banco Popular de China. Este intercambio permitiría cambiar bolivianos por yuanes en un plazo, tasa de interés y tipo de cambio acordados.
Sin embargo, este mecanismo no resuelve la falta de dólares para operaciones comerciales con otros países y no implica que el dólar sea reemplazado por el yuan en el uso cotidiano de la población boliviana. Además, el uso de yuanes obtenidos a través del swap estaría sujeto a autorización china y no sería de libre disponibilidad, lo que podría dificultar el comercio de empresarios privados, ya que probablemente se tendrían que liquidar a través del Banco Central de Bolivia.
El hecho de que un banco estatal tenga acceso a yuanes es insignificante e inútil para el comercio privado con China, ya que este tipo de acuerdos se lleva a cabo a nivel de bancos centrales y no resuelve la falta de dólares que enfrenta Bolivia. Es importante recordar que la iniciativa de reemplazar el dólar por yuanes surgió por iniciativa del gobierno en medio de la escasez de dólares que atraviesa el país.
Pero el gobierno debe entender que, si no hay dólares, no es solo por la caída en las exportaciones, sino principalmente por su excesivo gasto público. Incluso si lográramos reemplazar todos los dólares por yuanes, el gobierno también los gastaría y nos encontraríamos buscando otra divisa para reemplazar al yuan.
Finalmente, les dejo otro dato doloroso: el yuan offshore que se usaría en Bolivia no existe en billetes físicos, pues son totalmente electrónicos y por supuesto, bancarizados. Por lo tanto, cualquier ciudadano, incluyendo los informales que ahora utilizan dólares físicos para sus negocios, quedarán fuera de la ecuación del yuan. Así que eso de que en Bolivia el yuan reemplazará al dólar americano, sigue siendo nada más que un cuento chino.
Jaime Dunn es analista financiero; Twitter: JaimeDunn_