Las declaraciones del presidente de YPFB acerca
de una portentosa rebaja del costo de importación de los combustibles han
suscitado sentimientos encontrados.
Por un lado están los incrédulos: YPFB, y este presidente no es la excepción, nos han acostumbrado a declaraciones altisonantes que nada tienen que ver con la realidad o a anuncios de descubrimientos de pozos que parecen fabulosos sólo por las unidades de medida capciosamente utilizadas (pies en lugar de metros) o a vender la piel del oso antes de haberlo capturado. Según estos escépticos nada pasará y en cuatro meses la prensa se habrá olvidado de esos anuncios rimbombantes.
Por otro lado, muchos “malpensados” podrían acertar en atribuir la rebaja del precio de importación de los combustibles a drásticos recortes de las “coimisiones”, como las que han divulgado dos exministros de Evo Morales y cuya denuncia se encuentra en mano de la mal llamada “justicia”. Como suele decirse de las brujas, yo no afirmo que exista corrupción en ese negocio, pero que la hay, la hay.
Finalmente, hay quienes, con el beneficio de la duda, buscan el trasfondo de esas declaraciones en la complejidad del mercado del petróleo. Aparentemente YPFB ha resuelto salir de compras en el mercado internacional, que por cierto está bastante convulsionado. El costo del barril del petróleo está estancado entre 70 y 80 dólares desde hace seis meses, con una tendencia a la baja que no es del agrado de la OPEC. Por eso recientemente ese consorcio de productores ha resuelto recortar la producción para frenar la bajada del precio del barril.
Adicionalmente, para obtener los combustibles (gasolina y diésel) hay que refinar el petróleo crudo. Resulta que los márgenes de refinación del petróleo, que se habían ido a las estrellas a causa de la pandemia y de la agresión rusa a Ucrania, están volviendo paulatinamente a su cauce. En consecuencia no sorprende que el costo del litro de combustible en el mercado internacional haya bajado a niveles “normales” (40% más que el litro de crudo). En este contexto es de esperar una ulterior rebaja del costo de los combustibles, lo que daría sostén a las declaraciones del presidente de YPFB, aunque no en la dimensión anunciada.
Sin embargo, hay otro factor que puede contribuir a que el precio de importación sea aún más bajo. Los “Veintisiete” (UE y G7) han impuesto un techo de 60$/bbl al petróleo mediante el cual Rusia financia la invasión. En consecuencia, países como Turquía, India y China se están aprovechando de esa coyuntura. Ahora bien, ésta podría ser la oportunidad para Bolivia de comprar petróleo ruso barato y de transformar el antimperialismo de boca por afuera del gobierno masista en hechos concretos. Claro está, esa medida tiene sus riesgos, como la eventual hostilidad hacia Bolivia de la cooperación internacional de los EE. UU. y de la UE.
De todos modos, si lo anunciado por YPFB se hiciera realidad, se habría logrado reducir el gasto de divisas y el derroche del subsidio. Sin embargo, aparecerá otro dilema: reducir o mantener el monto del subsidio a los biocombustibles. En efecto, debido al eventual menor costo de gasolina y diésel importados, el litro de los biocombustibles -que está entre 5 y 7 Bs respectivamente- superaría al de los fósiles importados, sin contar los estragos a los motores que estaría provocando la mezcla del etanol a la gasolina, según se rumorea entre los talleres de mecánica, especialmente en Santa Cruz.
En fin, frente al subibaja de los precios internacionales, la respuesta inteligente del ministerio del ramo debería ser impulsar la electromovilidad, mediante fuentes de energía renovable, un programa que este gobierno no puede o no quiere asumir.