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Con los pies en la tierra | 26/10/2019

El cierre del cómputo potosino sugiere un fraude estructural

Enrique Velazco R.
Enrique Velazco R.
Hasta el miércoles 23, el cómputo oficial había concluido excepto para Chuquisaca y Potosí (y 4 mesas en el Beni), y daba al MAS una victoria con 7,12 puntos por encima de CC. Hacia media mañana se reinició el cómputo en Potosí, que, por los conflictos sociales, había sido parado con un 77,8% de avance (el de Chuquisaca al 73,7%).
Sobre la base del cómputo oficial, que incluye los datos parciales para estos departamentos al momento del reinicio del cómputo, compartí con amigos una proyección de las tendencias que mostraba que no era posible que el MAS ampliara su ventaja sobre el CC a 10 puntos, incluso si se asumía una “generosa”, pero razonable, preferencia para el MAS respecto a CC en los cerca de 160.000 votos válidos aún no computados.

Contra todo lo esperado por esta proyección, en pocas horas el TDE potosino daba al MAS los votos suficientes para casi llegar a 10 puntos de diferencia, asegurando prácticamente la victoria en primera vuelta, y casi sin necesitar el voto chuquisaqueño: ¿qué pasó?

De inicio, otro “inexplicable” cambio de tendencia. Hasta el reinicio del cómputo, CC tenía en Potosí el 38,2% de los votos válidos frente al 43,1% del MAS. Hasta las 18:00, el TDE procesó unas 350 actas que incluían 33.000 votos válidos, de los que asigna 26.000 (82%) al MAS y 4.500 a CC (7,7%); comparando la distribución del voto entre CC y MAS entre las dos etapas de cómputo, municipio por municipio, el MAS sube su participación en 32 puntos a costa de reducir la de CC en algo más de 27 y de la PCD en casi 4 puntos, mientras que las de las otras seis tiendas permanecen casi inalteradas. Estadísticamente, este comportamiento es altamente improbable, pero se ajusta a las características de manipuleo informático que ha mostrado un grupo de ingenieros informáticos en TVU-UMSA la noche del 24 de octubre.

Como ejemplos de la magnitud del cambio de tendencias, mientras en Potosí (capital), la relación de votos MAS/CC se mantuvo constante en los dos escrutinios, en otros municipios la “preferencia” por el MAS se dispara: en Tinguipaya, pasa de 10 a 1 a 20 a 1; en Chayanta, de 5 a 1 a 21 a 1; y en Pocoata, de 40 a 1 a 160 a 1; en general, se eleva en diez veces la relación de votos MAS/CC: de 1,3 en el primer escrutinio, a 11,5 en el segundo. En síntesis, podríamos “cerrar el caso” y concluir que ciertas manipulaciones informáticas han cambiado los resultados electorales para asegurar que el MAS gane en primera vuelta.

Pero el cierre del cómputo en Potosí pone en evidencia aspectos adicionales que afectan directamente dos pilares, a los que nos hemos referido antes de las elecciones, y que se suponían fuera de toda posible duda: la biometrización y confiabilidad del padrón.

Potosí es el departamento con la mayor participación de personas de 66 y más años de edad en su padrón electoral, con 66.471 personas (el 15,8%); pero, además, tiene también los más altos “cocientes de cola”, que es la relación entre la cantidad de personas de 66 y más años respecto a las personas entre 55 y 65: para una determinada esperanza de vida, el cociente es bastante próximo a 1. Valores menores a 1 serían de esperar en regiones con menor esperanza de vida relativa, pero valores significativamente mayores a 1 no son, ni posibles ni probables, aunque aumente, en general, la esperanza de vida: es una ley de la vida que los mayores tienden a morir antes que los menores.

El padrón oficial por grupo etario muestra que en los 40 municipios de potosí existen casos con cociente de cola superior a 2, es decir, municipios, recintos o mesas en los que hay el doble (o más) personas con 66 o más años respecto al rango 55 a 65, aunque la esperanza de vida en áreas rurales es menor: este dato por sí sólo justificaría plenamente una auditoría real al padrón y al sistema de registro biométrico.

Curiosamente, la participación en la votación de estas personas de avanzada edad es igual al promedio nacional e, incluso, hay casos en los que llega al 100%; es obvio que ésta es una situación poco probable, por lo que no se puede soslayar la posibilidad que la victoria del MAS tenga aportes muy significativos de “difuntos” que han sido utilizados, maliciosa pero efectivamente, por los “políticos” inescrupulosos. De hecho, el 20 de octubre se hicieron muchas denuncias documentadas de difuntos que figuraron como votantes en la elección.

Implica, por tanto, que no estamos frente a un “simple” caso puntual de manipulación informática, sino ante un peligroso escenario en el que durante al menos tres años se ha urdido una extensa trama de acciones destinadas a lograr los resultados que, el incapaz y desacreditado tribunal electoral, acaba de sacramentar. En estas condiciones, “auditar el cómputo” es una acción irrelevante frente al monumental desafío de reconstruir las bases de una institucionalidad que incluya prioritariamente una nueva Corte Electoral profesional, ética, digna, independiente y confiable.

Corresponde cerrar esta nota manteniendo su espíritu técnico, pero dejo planteada como preguntas inescapables: ¿está el gobierno a la altura de este desafío o, al menos, le importa el tema? ¿Hasta qué punto estamos los ciudadanos obligados a acatar los resultados de un proceso carente de credibilidad y ejecutado con incompetencia y falta de ética?

Enrique Velazco es director de la Fundación Inaset.



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