El retiro de la
candidatura de Jeanine Añez debería tener un reflejo en la acción de gobierno.
Se trata de recuperar la iniciativa política, y buscar aliviar las múltiples
presiones sobre el gobierno y el turbulento proceso político nacional.
El mayor peligro es que tome fuerza la ofensiva política del MAS, con sus leyes del bono contra el hambre, de devolución de aportes a las AFP, de renuncia obligatoria de ministros censurados, y otras acciones duras de protesta. Da la impresión que el MAS busca no solo acorralar al gobierno, sino generar un ambiente de convulsión, y realizar nuevas demostraciones de poder y presión psicológica sobre la población, la policía, FF.AA., y otros actores institucionales y políticos.
Arguyendo que el pueblo sufre hambre, el partido de Evo podría estar creando un clima de “guerra”, en medio del cual transcurran los comicios. Persuadido de tener la victoria en sus manos, el masismo pudiera estar desplegando una estrategia para imponerse a como dé lugar: por las buenas o las malas. Si el resultado le es adverso, denunciará fraude y complicidad del gobierno (ya lo viene haciendo), y hasta quizá aliente una protesta insurreccional.
Es una amenaza de ruptura del proceso democrático.
Sabiendo de ello, no se entendería que el gobierno no intente neutralizarla. Una vez que Jeanine ha dado un paso al costado, sería muy legítimo que ella llame a un diálogo político y trate de concertar acuerdos mínimos indispensables. Un diálogo con dos puntos centrales:
El primero, elecciones seguras, libres y transparentes, con el compromiso de los partidos, el Ejecutivo y el tribunal electoral de contribuir a un ambiente propicio para la participación ciudadana con la debida protección sanitaria, en libertad y confianza en la transparencia del sufragio. Un compromiso explícito de respetar los resultados de las urnas. Sería un gran aliciente a la participación masiva de los ciudadanos.
El segundo, precautelar la estabilidad macroeconómica. Se debe evitar que la economía se descarrile y precipite en el caos al influjo de la confrontación y la violencia política o bien por una avalancha de exigencias y presiones desmedidas que no toman en cuenta las restricciones fiscales y financieras en un momento muy delicado y sensible para las expectativas generales. Abordar abiertamente esta problemática hace legítimo reclamar comportamientos y acuerdos compatibles con la preservación de un clima de estabilidad económica, social y política.
Aún en el caso, muy probable, de que el MAS rechace el diálogo, la iniciativa seguirá siendo válida. El gobierno tendrá la autoridad moral de denunciar la conducta antidemocrática de este partido. Que los demás candidatos y dirigentes políticos acudan a la cita y suscriban un compromiso por la democracia y la paz social, será señal de unidad que la opinión pública demanda con insistencia.