La posibilidad de vender carne vacuna
boliviana en el mercado norteamericano me surge como una meta plausible al leer
noticias recientes que dan cuenta de la apertura del mercado de Estados Unidos
a la exportación de carne paraguaya. Este país ha culminado con éxito el
proceso de revisión de las regulaciones que rigen la importación de carne
vacuna fresca (refrigerada o congelada) y productos de origen animal por parte
de EEUU. El dictamen favorable del Servicio de Inspección de Sanidad Animal y
Vegetal (APHIS) de su Departamento de Agricultura convertirá a Paraguay en uno
de los 18 países del mundo autorizados a ingresar carne vacuna a Estados
Unidos.
Dicho anuncio ha sido muy celebrado en el vecino país como un hecho “histórico”. Y no es para menos. La certificación otorgada a la calidad de la carne producida en Paraguay y a sus sistemas de seguridad alimentaria y salud animal le franquean la entrada al mercado más apetecido del mundo. Paraguay dará un salto enorme en su capacidad exportadora, posicionándose como uno de los grandes proveedores de alimentos en el mundo.
Este nuevo logro paraguayo se suma a otros muchos éxitos de su modelo de crecimiento basado en la exportación agroalimentaria y la inversión extranjera directa. El FMI predice que Paraguay será la economía de mayor crecimiento en Sudamérica en el período 2020-2024. Las claves de su éxito residen en un ambiente de negocios favorable, un régimen de incentivos y garantías a la inversión, acuerdos y tratados comerciales con países de varios continentes; estos últimos, un componente relevante del crecimiento de sus exportaciones. Como resultado de una política activa de apertura y conquista de mercados, Paraguay exporta carne a más de 40 países.
Mirando el ejemplo paraguayo, me pregunto si también Bolivia podría vender su producción de carne vacuna a EEUU. De hecho, la exportación de la carne bovina nacional ganó impulso en los últimos años, pasando de 15 millones de dólares en 2018 a 128 millones de dólares en 2022; el volumen producido superó las 20.000 toneladas. Hoy en día China es nuestro principal comprador; las ventas a este mercado sumaron en 2022 104 millones de dólares (81% del total de las ventas externas). Otros destinos menores son Hong Kong, Perú, Ecuador y Rusia. Todo ello testimonia la calidad de la carne boliviana y los progresos en seguridad alimentaria y salud animal.
Si ello es así, entonces podría ser factible que Bolivia esté en posición de cumplir el proceso de elegibilidad y de auditoría sanitaria que Estados Unidos realizan a la industria cárnica de los países que quieren acceder a su mercado. Este proceso pudiese eventualmente verse facilitado si el gobierno nacional se decide por solicitar la incorporación de Bolivia a la Alianza para la Prosperidad de las Américas (más conocido por su sigla APEP), que lidera la Casa Blanca y de la que ya forman parte otros 12 países del hemisferio. Esta presunción toma en cuenta que la APEP busca promover el desarrollo económico de sus miembros, fortaleciendo el comercio bilateral y hemisférico. Asimismo, concretar los trámites en curso para abrir el mercado de Chile a la carne boliviana sería otro paso fundamental en el camino de potenciar nuestra industria cárnica, ampliar y diversificar los mercados de exportación.
Henry Oporto es director ejecutivo de la Fundación Milenio