¿Cómo descolonizas lo que no está
colonizado? Los ideólogos del MAS han eludido responder a esa pregunta por una
razón: si lo hicieran, tendrían que cambiar toda la narrativa que está basada
en la letanía de la “descolonización”.
Y uno de los primeros en hacerlo sería el vicepresidente David Choquehuanca, que volvió a hablar del tema en Ichoca, municipio de la provincia Inquisivi de La Paz.
Además de “rajar” en aymara —creyendo, quizás, que solo le entenderían los hablantes de ese idioma— y referirse a temas baladíes como el uso de los salones de belleza, el segundo mandatario dijo que el proceso que impulsa su partido es de “descolonización y despatriarcalización”. Voy a dejar lo segundo para otro momento puesto que necesita bastante espacio.
Contrariamente a lo que muchos creen, “colonizar” no viene de Colón, así que no está vinculado a la llegada de los europeos a América. “Colonizar” es “formar o establecer colonia en un país”; es decir, que grupos humanos, formados por familias, se trasladen de un lugar a otro para establecerse, cultivar la tierra y vivir de ella. Como todos sabemos —no solo los citadinos—, ni ingleses ni españoles hicieron eso. Los primeros ocuparon América del Norte y masacraron a sus habitantes originarios, hasta casi hacerlos desaparecer. Los segundos ocuparon América del Sur y sometieron a sus indígenas mediante prácticas engañosas como la mita. Lo que hicieron, entonces, no fue “colonizar”, sino “invadir”; es decir, “irrumpir, entrar por la fuerza”.
Entonces, no hubo “colonización”, sino “invasión” y no puedes descolonizar lo que no ha sido colonizado. Eso es tan sencillo que lo pueden entender todos, no solo los citadinos.
Entonces, el discurso del jilata Choquehuanca, y de su partido en ese sentido, está equivocado, pero no es lo único que se ha enfocado mal al construirlo.
Además de repetir que los citadinos son flojos —como ya dijo en abril del año pasado— este jilata señaló que todos los males —la corrupción, la mentira y la división— llegaron con el “colonialismo”; es decir, con los europeos, lo que es históricamente incorrecto.
Si revisamos las crónicas de la colonia temprana, encontraremos que el sistema de gobierno del Tawantinsuyu se basaba en castas, así que había división; mientras que la lucha por el poder, graficada en la pugna entre Huáscar y Atahuallpa, es un claro ejemplo de corrupción. Y desde luego que hubo mentiras y una de las más conocidas es aquella que dice que los incas eran hijos del sol.
Y es que, si de política se trata, ningún discurso es sincero, así se pronuncie en aimara, quechua o puquina. Los políticos que se creen salvadores de la humanidad son los que han sido colonizados por familias de ideas que se instalaron en su mente. Si quieren descolonizar, tal vez habría que comenzar por ahí.
Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.