“El deseo de que haya una respuesta contra los riesgos, hace que incluso la solución autoritaria sea atractiva para una parte creciente de la población”, Daniel Inneraty (2023)
La mamá no le cree al hijo que dice no tener tareas; la profe sospecha que no es normal que tantas abuelas se mueran justo el día del examen; el ciudadano está seguro que le están mintiendo en derechos reales. No hables con extraños, cuenta bien el cambio y di nomás que eres licenciado.
Aprendemos a engañar. Cuando descubrimos que el Estado es una cloaca nos conformamos con que los cerebros de la corrupción vayan presos, aunque no devuelvan la plata.
El Presidente Paz ha hecho en 15 días cosas importantes para la confianza: ha cumplido la promesa de lograr el abastecimiento de gasolina, cuenta con un equipo económico respetable, ha hecho un gesto de reparación a la justicia devolviendo la casa a la Asamblea de Derechos Humanos invadida ilegalmente por el masismo y ha escuchado el clamor para que cierren el Ministerio de Justicia.
Con esas acciones, prácticas y simbólicas, ha hecho que la economía vaya de la mano con la justicia, aunque no llegan a ser “empanaditas”.
Mientras tanto sigue durmiendo con el enemigo. Sus olvidos no se olvidan: ·medioambiente y mujeres. Lo hecho son aportes a la confianza “en la medida de lo posible”. Según el Latinobarómetro, los niveles de confianza en el gobierno, las instituciones democráticas y la policía suelen ser relativamente bajos en Bolivia.
La patria, como la llama el Presidente, necesita construir confianza. El autor de la cita que encabeza esta nota tiene una obra maciza sobre la democracia. Tomo al azar algunas de sus ideas que resultan pertinentes para Bolivia, como es la confianza en las instituciones, entre las personas y entre la sociedad y el Estado.
Eso implica la necesidad de reconocer el valor de la democracia, a pesar de la creciente ola de desconfianza, tanto por parte de la derecha autoritaria, que considera el debate público y hasta parlamentario un gasto inútil; así como de cierta izquierda, que considera que todos los pactos y conversaciones con “el otro” son traición.
El presidente ha tenido aciertos, pero ha mostrado dos flancos débiles: los grupos corporativos siguen vivos y el Vicepresidente parece el único que sabe lo que quiere.
El berrinche de los mineros y la fuerza de los agroindustriales les ha permitido pescar en río revuelto, en lo que no es aún una nueva estructura del gobierno; quizás levantará algunas trancas pero aún no se ven cambios institucionales. Durante los gobiernos del MAS, los grupos extractivistas y todos los sectores poderosos no se autolimitaron en nada.
El estado tranca operó contra la gente normal. Los grupos sociales y empresariales salvaban obstáculos regalando caballos y medallitas de oro. Si el nuevo f no regula ni sanciona a los infractores no habrá cambio. El corporativismo sigue siendo una amenaza. Por eso el papel del Parlamento y de la sociedad civil son importantes.
No se trata, como quisieran los “libertarios”, de vivir en una sociedad donde cada uno haga lo que quiere; ese modelo fue el que impuso el MAS cuando los “movimientos sociales” expropiaron la representación popular y definieron lo bueno en función de una nueva élite, que hoy está tocando las puertas del nuevo gobierno. El peligro no es Evo Morales, es el autócrata que él representa y que la sociedad reproduce y tolera.
Otro tema es la proliferación de los discursos de odio amplificados por las redes sociales, ese lugar que elude las leyes y nos agobia descalificando al adversario político a nombre de tribus virtuales. En países como Bolivia, donde hay una alta desconfianza frente a las instituciones, debemos evitar la exaltación del líder individual como alguien capaz de solucionar todo -así les quedó el cuerpo a los masistas- y estar alerta al intento de grupos de interés que pactan a nombre de la Pachamama o de la patria, según les convenga.
El Presidente Paz ha enviado mensajes urgentes para limpiar la casa. Lo ha hecho mostrando valentía en medio del desorden; sin embargo, su Vicepresidente no ha parado ni un día de poner piedras en el camino de Paz, abusando de sus miedos y falta de proyecto.
El Vice reúne todos los defectos en uno: la cloaca en el sistema político ya tiene su modelo. Reclama ser el factor de triunfo mientras busca secuestrar a un Paz sin partido ni aliados fuertes.
El tiktokero confunde likes con apoyo popular, llora buscando los abrazos de una comunidad sensible (ra) que celebra su picardía y teme su maldad. La condescendencia con Lara es una mezcla de temor que se sostiene sobre la desconfianza. Vemos al lobo vestido de oveja y confiamos en que no nos coma.
Sonia Montaño es feminista.