De los Derechos Humanos que defiende Amparo

El sábado de la semana pasada se vivió en el barrio de Sopocachi en La Paz un pequeño triunfo del bien sobre el mal, los avasalladores de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, un grupo de personas que tomó los predios de esa institución, y que como simpatizantes del gobierno, son las menos indicadas para hacerse cargo de la misma, abandonaron la vetusta casa luego de 51 días de haberse instalado en la misma.

Este hecho fue posible gracias a la actitud tesonera y valiente que doña Amparo Carvajal, la presidente de la Asamblea, llevó a cabo, poniendo en riesgo su salud y su vida. La señora Carvajal fue víctima de una especie de grupo de choque del masismo, que quedó muy mal parado la semana anterior al desenlace cuando se supo públicamente que el cabecilla de ese grupo era un individuo que no cumplía con sus obligaciones más elementales, vale decir, pagar el mantenimiento de una hija suya ni que pagaba una deuda adquirida con otra persona.

Los arquitectos de la toma de la Asamblea permanente hicieron mal sus cálculos, pensaron que tal vez doña Amparo ya cargada en años y achaques, simplemente no se sentiría con las fuerzas para enfrentarlos, pero se llevaron un chasco mayúsculo. No es poca referencia el saber que la señora fue una monja mercedaria en su juventud.

Este triunfo es muy importante debido en estos tiempos a la cantidad de presos políticos que tiene Bolivia, siendo la expresidente Añez y el gobernador Camacho, los más llamativos, pero no los únicos.

La narrativa del supuesto golpe de estado del año 2019, que puede causar dolores de estómago a los ciudadanos honestos, precisamente por su falacia, implica en los casos arriba mencionados la persecución y la pérdida de libertad. Lo que se está haciendo con la señora Añez y con el gobernador Camacho es profundamente vil y una vulneración completa de sus derechos.

En los últimos días se ha visto el rostro demacrado y el cuerpo disminuido del gobernador de Santa Cruz. No puede sorprendernos, no solo está privado de libertad sino que vive en un infernal laberinto de la injusticia. Cualquiera, aunque no tenga condiciones de vulnerabilidad, puede terminar en un cuadro depresivo ante tal situación.

Ahora bien, aparte de la injusticia implícita de una detención preventiva, que no debería aplicarse en quien es el gobernador de un país (un juicio debería esperar a que el acusado deje de estar en funciones de gobierno porque el antecedente de meter a la cárcel a una autoridad, como sucedió con el prefecto de Pando hace tres lustros, es nefasto ya que es además una manera artera de deshacerse de un opositor), lo que está haciendo el gobierno es crear una brecha muy grande entre oriente y occidente, entre las montañas y los llanos en nuestro país.

En Santa Cruz existe una fuerte narrativa respecto a un centralismo paceño asfixiante. Creo que si se hace un análisis general de la historia del país, esta visión no se sustenta. Sin embargo, actitudes como la del gobierno del presidente Arce, el encarcelamiento del gobernador y su traslado a una cárcel ubicada en una altura y un ambiente climático tan ajeno a los de los llanos, solo puede consolidar esa visión de las cosas.

Lo que sucede con el gobernador Camacho es, aparte de una enorme injusticia hacia él y su entorno familiar, una verdadera afrenta para la gente de su departamento, no solo para quienes votaron por él, y azuza uno de los conflictos internos que tiene nuestro país.

La gente se conmovió con la figura de la señora Carvajal, viéndola como víctima de los abusos indirectos del gobierno, y se indignó. Más conmovedora y más indignante es la situación de los presos políticos. Los ciudadanos, por nuestro lado, y la comunidad internacional, por el suyo, no podemos quedar indiferentes. Debemos apoyar ahora el trabajo de Carvajal, que ha generado inquina porque levanta la voz ante las injusticias.

Agustín Echalar es operador turístico.