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Agua de mote | 19/09/2024

Cuero de anta

Puka Reyesvilla
Puka Reyesvilla

Resulta algo aventurado escribir sobre acontecimientos inducidos que aún están en desarrollo, máxime si éstos tienden a subir en intensidad con el transcurso de las horas. No sabemos, por ejemplo, si a la publicación de la presente columna se hubiese producido ya la “baja” (léase “muerte”) que el instigador de la marcha que se aproxima a La Paz necesita para que se desate “la furia del pueblo” sobre la que éste reclamará su habilitación como candidato a la presidencia. Pero sí podemos, recurriendo a la memoria y al buen juicio, retratar las condiciones previas que desataron esta situación.

A manera de salvaguarda, diremos que el Gobierno –la gestión, en realidad– del señor Arce Catacora es de los más impresentables que se recuerden. Tiene, sin embargo, una legitimidad de origen –las elecciones que ganó en 2020– que le otorgaron un mandato que se extiende hasta noviembre de 2025; es más, puede, porque la CPE se lo permite, postularse una vez más al cargo (eso, si le da el cuero). Y así como a Bautista Saavedra le tocó presidir los fastos del Centenario de la República, a don Luis le tocará hacerlo, nos guste o no, con los del Bicentenario –que ya parecen deslucidos a menos de cuatro meses del año que lo conmemoraremos–. Eso es lo que no puede, en su infinito ego, soportar el expresidente Morales Ayma, no ser la figura central de las celebraciones.

De manera indolente, puesto que el país no termina de salir del desastre ocasionado por las quemas indiscriminadas “apoyadas” en leyes y decretos promulgados por él mismo, el señor Morales Ayma se lanza al ataque promoviendo una marcha con el pretencioso cuanto falto de recato nombre de “Para salvar la Patria”, exigiendo tanto por boca propia como por las de sus serviles, primero la renuncia de Arce y de Choquehuanca, luego la asunción del próximo en la sucesión, Andrónico Rodríguez, inmediatamente después, la habilitación de la candidatura del cocalero para, finalmente, adelantar las elecciones y, vía fraude, seguramente, hacerse nuevamente del poder.

En el plan original, con la candidatura de Arce, Morales Ayma se postuló a senador para, más adelante, forzar la sucesión y retomar la presidencia sin mayor trámite; pero la proscripción constitucional a dicha intención postergó la treta. No contaba, seguramente, con que Arce se emancipara y adquiriera entidad propia. La crisis económica, la escasez de divisa, la falta de carburantes, la inflación etc., son evidentes y todos somos afectados por ello.

Así como para los incendios, el caldo de cultivo para haber llegado a tal estado de cosas es obra de Morales Ayma –cuyo ministro de Economía, no hay que olvidarlo, fue el mismísimo Arce Catacora–, quien dilapidó a diestra y siniestra, los recursos generados por la exportación de hidrocarburos (provenientes de campos descubiertos en anteriores gobiernos), secó los campos sin explorar nuevos, se dio la gran vida (museo, aviones, palacios, alfombras…), persiguió y apresó, como lo hace su cajero, a ciudadanos, reprimió a discreción, desinstitucionalizó el Estado, “le metió nomás”, insultó a mujeres, permitió la corrupción a gran escala, y fue responsable de un sinfín de violaciones a los derechos humano.

Dentro de unos días, se van a cumplir seis años del fallo de la Corte de La Haya por el cual Bolivia queda definitivamente sin acceso, con soberanía, a las costas marítimas. Sólo esa afrenta tendría que dejarlo, hasta por vergüenza, fuera de toda aspiración reeleccionista.

Pero, como sabemos, este individuo tiene, como decía mi mamá, cuero de anta.




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