El proyecto de interconexión ferroviaria que permitirá transitar trenes de carga desde el puerto de Santos en el Atlántico hasta los puertos del Pacífico es antiguo, pero ha sido la última década que ha tomado relevancia sobre todo debido al incremento de la carga de exportación de commodities (soya y derivados) que se producen en Brasil hasta los mercados de consumo en el Asia (China y otros países de ese continente son altamente demandantes de soya y otros productos agrícolas).
Los estudios que se encargaron a consultoras especializadas demostraron que los costos bajaban considerablemente si el trazo de una vía ferroviaria permitía la unión de los océanos Atlántico y Pacífico. Por supuesto que para trasladar millones de toneladas el ferrocarril debía tener las condiciones de ser un medio idóneo de transporte y atravesar la compleja geografía andina que se ha convertido en el obstáculo de la naturaleza a vencer para hacer realidad un proyecto de grandes dimensiones.
Actualmente los barcos que transportan contenedores hacia el Asia y que parten del puerto de Santos deben ir hacia el norte, hasta el Canal de Panamá, con altos costes en combustible y peajes por el canal además del tiempo que les lleva a los barcos la travesía por la extensa costa brasileña-atlántica y por el Mar Caribe hasta llegar al itsmo de Panamá y recién entonces entrar en aguas francas del Océano Pacífico. El trazo entre Sao Paulo y el puerto de Arica llega a 2.556 kilómetros en línea recta, y por rutas ya construidas a 3.284 kilómetros. Para optimizar el trazo, el territorio boliviano resulta imprescindible, más aún si en la zona de Puerto Suarez-Corumbá existe una línea ferroviaria que une a Santa Cruz de la Sierra con el resto del Brasil.
De hecho, Bolivia tomó algunas iniciativas para que el proyecto del tren bioceánico incluyera a su territorio, y cuando se conocieron trazos alternos (que excluían a Bolivia) el gobierno de nuestro país manifestó su preocupación. No es para menos, excluir a Bolivia de un megaproyecto como el del ferrocarril que uniría dos océanos sería lapidario para nuestro país que por su presencia geográfica en el corazón de Sudamérica está llamado a ser un centro de interconexión no sólo ferroviaria sino también por carretera. Ya dijimos que Bolivia tiene tendida la red ferroviaria oriental, que conecta Santa Cruz con Corumbá, y también posee la red occidental, que la conecta Viacha con Arica (ferrocarril Arica-La Paz) y a Oruro con Antofagasta, la ciudad que antes del fatídico 1879 era la capital del departamento del Litoral.
Y es que de hacerse realidad un proyecto de la magnitud del ferrocarril bioceánico, los países directamente involucrados serían Brasil, Bolivia y Chile, por su situación geográfica y por la necesidad de Brasil de exportar sus productos por una vía más corta y expedita, aunque no debe dejarse de lado que Perú y Paraguay también tienen intereses estratégicos en el transporte de commodities al Asia. Perú inauguró el año pasado el megapuerto de Chancay, que se convertirá en el gran hub de carga de esta parte del continente, mientras que Paraguay ha acogido a inversionistas japoneses para la construcción de un astillero de barcazas a fin de incrementar la oferta de este medio de transporte por la hidrovía que permite a Asunción salir al Atlántico.
Se han conocido proyectos de trazos de la vía ferroviaria que excluyen a Bolivia, uno de ellos ingresa al territorio de Paraguay y transcurre por el norte de Argentina para luego conectar con los puertos de Antofagasta e Iquique. Otro excluye a Bolivia por la zona norte-amazónica e implica que la vía ferroviaria se desarrolle en territorio brasileño y conecte con la región amazónica del Perú para luego recalar en el puerto de Chancay o en El Callao colindante con la populosa capital del Perú.
Hace pocos días las autoridades regionales de Arica-Parinacota, por donde transita gran parte del comercio exterior boliviano (de importación y de exportación) han hecho conocer su preocupación ante informaciones que dan cuenta que el Gobierno de Chile no incluiría a Arica como terminal portuaria en un eventual proyecto de corredor ferroviario bioceánico, privilegiando a Antofagasta e Iquique. En efecto, el diario digital El Mostrador del pasado 4 de marzo relata que desde la década de los 90 Arica lidera las misiones a la República Federativa del Brasil “buscando seducir a los productores del centro oeste brasileño para que se atrevieran a cruzar Bolivia y llegaran hasta este puerto, para exportar al Asia”. Señalan como antecedente que “ese liderazgo alcanzó a su punto máximo cuando el 20 de marzo de 2002 los presidentes de Chile y Brasil, Ricardo Lagos y Fernando Henrique Cardoso, firmaron un acta de intenciones al pie del Morro de Arica, con el que se comprometieron a aunar esfuerzos para concretar el corredor bioceánico que traería las ansiadas cargas brasileñas a Arica, que al final nunca llegaron”.
Lo preocupante para Bolivia es que en la nota periodística se hace conocer que el proyecto del gobierno chileno “proyecta un corredor entre Chile, Argentina, Brasil y Paraguay”. Se dice claramente en la nota que “el Corredor Bioceánico Capricornio no incluye a Bolivia”.
Lo señalado debería preocupar al gobierno boliviano. La noticia que proviene de Arica permite una reflexión y es que dicho puerto está llamada a ser un nudo de integración entre Bolivia, Perú y Chile. Para nuestro país es aún más determinante pues por el puerto de Arica llega y sale la carga internacional de y hacia Bolivia. Un corredor ferroviario que conecte Santos con Arica y pase por Bolivia implicaría incrementar los ingresos de nuestro país, lo convertiría en eje articulador de un proyecto de transporte largamente acariciado y además fortalecería su presencia en el contexto sub regional. Todo lo contrario ocurriría si Bolivia es finalmente excluida del corredor ferroviario.
Las autoridades del Ministerio de Relaciones Exteriores y del Ministerio de Obras Públicas están llamadas a tomar cartas en el asunto, deben reimpulsar el proyecto y para ello deben intensificar su trabajo técnico y económico para afianzar la viabilidad del ferrocarril que incluya a Bolivia. Y en la parte diplomática se deben intensificar los contactos y gestiones con autoridades de nuestros vecinos Brasil y Chile. Desde ya, el puerto de Arica sería nuestro aliado. Bolivia no debe perder este tren.
Walker San Miguel R. es abogado.