Una de las limitaciones del coronavirus es no poder
conversar con los amigos, cara a cara, en los bares y cafés de la ciudad. Nos
hemos reducido a “chatearnos” y, a lo máximo, organizar sesiones de Zoom, en
las que nos vemos más canosos, entrados en carnes, más arrugados, melenudos y
barbudos.
La sensación de abstinencia se agudiza en el proceso electoral en el que cada día hay novedades que parecen ser de vital importancia para hacer el seguimiento de la campaña. Es que todo se “acrecienta” en la pandemia y, se me ocurre, lo que en un proceso electoral normal el hecho no pasaría de ser una anécdota, hoy nos parece gravitante.
Es que para hacer un buen discernimiento se necesita discutir con los pares y hacerlo tomando un café o un licor. Sin esa posibilidad, sólo queda lanzar las ideas y percepciones que puedan servir de insumo en la cuarentena aprovechando lo virtual.
Entre esos temas, en la semana pasada Dios y sus vicarios estuvieron como tema de debate. Desde Buenos Aires, el expresidente fugado, curándose en salud, advirtió que si no gana su candidato es porque habría fraude y, por tanto, está en conversaciones con miembros de las FFAA, la Iglesia y la comunidad internacional. Los obispos de la Iglesia Católica aclararon que no han hablado con el ex mandatario y, más bien, ratificaron su confianza en las autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que les informaron, como lo han hecho con representantes de la comunidad internacional y otros sectores, de sus actividades, particularmente en lo que se refiere al Padrón Electoral.
En el caso de la alianza Creemos, Biblia en mano su candidato no sólo que parece que no la conoce, sino que dio a entender que Dios será el futuro gobernante del país a través de su persona. La jerarquía de la Iglesia Católica no se ha dado por aludida, pero sí algunos grupos evangélicos que no sólo que han aceptado que el candidato Camacho podría ser algo así como un ungido, sino que develaron alguna de sus propuestas de gobierno, muy poco democráticas las más.
Y digan si no es tema de café que desde Estados Unidos Manfred Reyes Villa haya anunciado su retorno para apoyar a Camacho y, además, preparar su retorno a la Gobernación de Cochabamba, pese a que tiene sanción y procesos en el ámbito judicial.
También es tema de café discutir sobre cuál será el futuro de Luis Revilla y Samuel Doria Medina, circunstancialmente aliados en la desaparecida Juntos. Doria Medida tuvo a Revilla como su principal adversario los 14 años de gestión del MAS, y fue un rival muy duro que incluso en algunos momentos prefirió pactar con el MAS en su contra.
Por esos avatares de la oportunidad, ambos convivieron el año pasado en la alianza Comunidad Ciudadana, apoyando la candidatura de Mesa, y ahora en Juntos respaldando la candidatura de la Presidenta del Estado a la que acompañaba Doria Medina como candidato a la vicepresidencia. En ese tiempo disminuyeron los ataques a Revilla, pero siempre mantuvo cierto distanciamiento. ¿Qué pasará a futuro, particularmente en las elecciones regionales? Pregunta que demuestra la importancia de las tertulias de café, en las que generalmente se encuentra la respuesta, sea correcta o no, y que solo se podrá aclarar cuando suceda el hecho. Sin embargo, no son pocos los paceños que expresan su deseo de que Revilla y Chapetón (la alcaldesa de El Alto) se unan y den a ambas ciudades esperanzas en un futuro mejor.
Y ni qué decir de la advertencia del mandatario estadounidense de que no habrá una pacífica transmisión de mando en EEUU si ganan los demócratas, porque significaría que hubo fraude, aseveración muy similar a la lanzada por el expresidente fugado en Buenos Aires. ¿Quién copió a quién?, es una duda que solo se podría disipar en un bar o café… que muchos los extrañamos.
Juan Cristóbal Soruco es periodista.