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16/06/2021
Articulista Invitado

Coca business school

Carlos Armando Cardozo
Carlos Armando Cardozo

Brújula Digital|16|06|21|

“Es amigo del profe” con estas palabras se refería Guillermo Bermejo, el virtual legislador peruano de Perú Libre, al ex presidente Evo Morales durante una visita a la zona del VRAEM. Mismo partido político del que se descuelga el próximo presidente del Perú, Pedro Castillo.

Bermejo, un ex miembro del grupo subversivo Sendero Luminoso autodenominado Militarizado Partido Comunista del Perú (MPCP) hizo las veces de guía para adentrar al entonces candidato presidenciales en algunas localidades del famoso valle cocalero de ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) zona de conflicto por los cultivos de hoja de coca ilegales que según la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) en su último reporte (2019) crecieron a un ritmo de 7,9% respecto a un año anterior (2018), cuando la media en el resto de zonas monitoreadas alcanzó el 1%.

El valle de VRAEM como bien mencionan los dirigentes del lugar suma 40 años en estado de emergencia, dado los choques con las fuerzas encargadas de la erradicación nacionales asesoradas por la DEA y CIA. Lo cierto es que la zona es responsable del 70% de la producción de coca ilícita y drogas derivadas a nivel país.

Por otra parte, Perú registró una superficie 54.655 hectáreas de cultivo de arbustos de coca para el 2019, constituyéndose en el 2do productor a nivel mundial de coca y cocaína por encima de Bolivia con sus 25.500 (UNODC) hectáreas de cultivos de hoja de coca que valga decir también se encuentran fuera de norma. Por encima de las 22.000 hectáreas de superficie limite establecidas en la Ley General de la Coca (Ley N° 906).

Pero ¿Cómo surge en la conversión “el amigo del profe”? Pues bien serían los propios líderes cocaleros entre los que destaca Julian Perez “Cheldo” que demandarían que la agenda de Perú Libre tome en cuenta la necesidad de una Ley de la Coca, la expulsión de la DEA y otros organismos que llevan adelante las tareas de erradicación, la industrialización de la hoja de coca y para terminar la legalización de la hoja de coca.

Todos extraídos del modelo boliviano que “el amigo del profe” había compartido con el candidato Pedro Castillo. Bermejo cerro la intervención indicando que dentro de la Asamblea Constituyente que se trata de impulsar desde Perú Libre el sector cocalero debe tener una representación y participación para discutir estos temas en la ya probable nueva Constitución peruana.

¿Les resulta familiar? Esperen falto mencionar un pequeño detalle, los cocaleros buscan dar la categoría de patrimonio cultural a la hoja de coca, blindarla tal cual se hizo en Bolivia, convertirla en símbolo y así cerrar cualquier posibilidad de políticas de erradicación sin el consentimiento de los verdaderos pueblos cocaleros del Perú.

¿Ahora sí? Coca, Territorio, Poder y Cocaína. Evo Morales está exportando el plan de negocios que aplica en Bolivia su sector y así doblegar el Estado frente al narcotráfico. El periodista Carlos Valverde Bravo, autor del libro Coca, Territorio, Poder y Cocaína expone con claridad las dinámicas del narcotráfico en Bolivia a través de su seno, los productores de la hoja de coca y como empezaron a extender sus redes a través de la política y su máximo dirigente, Evo Morales Ayma, desde su curul como diputado hasta la silla presidencial donde consolida reformas en el Estado para que su Territorio goce de inmunidad frente a fuerzas contrarias como los americanos (DEA) o las Fuerzas Armadas o Policía Boliviana. Un santuario desde donde se goce de las facilidades e instalaciones necesarias para no solamente producir cocaína sino también para exportarla sin contratiempos por vía aérea a través de un aeropuerto internacional (Chimoré) financiado por el dinero de los contribuyentes. Y si alguien osara cuestionar o indagar acerca de las irregularidades dentro de “su territorio” siempre se puede volver a empuñar las banderas de la soberanía, el patrimonio cultural, la simbología creada para distraer a los más incautos.

No es casualidad que el sector cocalero peruano en especial aquel encabezado por estos líderes “orgánicos” como el “Cheldo”, vean con buenos ojos colarse entre las filas de los legisladores de Perú Libre: Alex Flores (Ayacucho), Silvana Flores (Junín), Guido Bellido (Cusco) y Bermejo (Lima), ex asesor de la “Confederación Nacional de las Juntas Cocaleras del Perú” quienes tendrán la tarea de encaminar la agenda cocalera por los medios que sea necesario en el nuevo gobierno de Pedro Castillo.

El peligro de tener una remasterización del fallido modelo boliviano en torno a la coca, es la presencia del grupo subversivo Sendero Luminoso compenetrado con el sector cocalero y el narcotráfico. Son estos los que ven con buenos ojos ampliar el negocio para fortalecer sus estructuras, así como su financiamiento tomando en cuenta que actualmente cobran cupos a los productores campesinos por los cultivos de coca y así también el narcotráfico que se da en sus áreas de influencia.

¿Qué se podría esperar para Bolivia? En el caso nuestro, si Perú continua el plan Morales, nuestros países entrarían en una zona “Blackout de monitoreo” (apagón del monitoreo) donde la anomía sería norma. El narcotráfico funcionaría con una eficiencia de primer mundo.

Si se tiene problemas para expandir los cultivos de materia prima, no hay problema el vínculo Chapare-VRAEM podrá darse el lujo de actuar como una corporación y aprovisionarse mutuamente en función a las necesidades no solamente en relación a la hoja de coca sino también a productos intermedios como la pasta base de cocaína para su cristalización posterior allá donde los costos y riesgos sean menores y los mercados destino resulten más cercanos.

Esperemos que la clase política peruana no caiga en los embustes de estos violentos, delincuentes con disfraz de demócratas, coloreados con los vistosos oleos del populismo barato. Los bolivianos caímos redonditos a merced de la cúpula cocalera que cuenta al día de hoy con territorio, leyes, medios y recursos para seguir administrando el poder, muy a pesar de nuestra clase política, la que no advirtió ningún riesgo en su momento y reaccionó cuando ya todo estaba oleado y sacramentado.

La Coca Business School puede anunciar públicamente que ya cuentan con su primer egresado, nada más que Pedro Castillo, por ahora Presidente del Perú. 


*Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía



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