Como sabemos, en septiembre de 2022, el
Rechazo ganó en el referéndum constitucional en Chile; la
sociedad chilena le dijo “No”, con más del 63% de apoyo, al proyecto de
Constitución propuesto por la izquierda radical (la coalición Apruebo
Dignidad con el disciplinado Partido Comunista adentro). Y, también, como hace poco
vimos, en diciembre de 2023 la misma sociedad chilena, con algo más del 53%, le
dijo “No” al proyecto de Constitución de la derecha radical. Entonces, ¿cuál es
el significado de estos dos rechazos?
1. El primer amor rechazado: la Constitución política escrita por la izquierda.
El proyecto de Constitución izquierdista que fue rechazado en 2022 recitaba una cantaleta ideológica parecida a la boliviana. En su artículo 1, parágrafo 1, decía que “Chile… es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”, aunque en el parágrafo 2 añadía, pues no es contradictorio, igual que en Bolivia, que Chile iba a seguir siendo al mismo tiempo una República.
En la línea de lo “plurinacional”, el artículo 5 señalaba que “Chile reconoce la coexistencia de diversos pueblos y naciones”, que eran los “Mapuche, Aymara, Rapanui, Lickanantay, Quechua, Colla, Diaguita, Chango, Kawésqar, Yagán, Selk'nam y otros”. En lo referido a las autonomías, el artículo 7 establecía que “Chile está conformado por entidades territoriales autónomas y territorios especiales”. Con su Constitución actual, Chile tiene 17 regiones, 56 provincias y 346 comunas (municipios). En las regiones y provincias la máxima autoridad es nombrada por el presidente de la República y solo los alcaldes y concejales de las comunas son elegidos por voto popular. Pero la intención principal de la Constitución izquierdista era otorgar el rango de “territorios especiales” a las regiones de los pueblos mapuche y otros del sur.
Por el resultado del 63% en contra, aun en las comunas donde viven masivamente indígenas, quedó claro que plantear un Estado plurinacional con territorios especiales era una propuesta cupular y no representaban ni siquiera a la enorme población indígena de base. Con el 63% en contra, todo el paquete de derechos colectivos, incluido el del territorio, la consulta previa, la justicia indígena y otros, fue claramente rechazado.
2. El segundo amor rechazado: la Constitución de derecha.
El Partido Republicano y su líder derechista José Antonio Kast fueron los que dirigieron la elaboración de la segunda propuesta constitucional.
Al hacer un análisis de los contenidos de dicha propuesta aparecían ideas claramente liberales como el sistema mixto en la provisión de servicios de salud y jubilaciones en el que se señalaba que el Estado debía garantizar planes de salud universal y de vejez que, sin embargo, podían estar a cargo de instituciones estatales y/o privadas. En el tema de la educación, sobre todo escolar, se plantearon dos aspectos delicados como son la libertad de enseñanza y el derecho preferente de los padres sobre la educación de sus hijos. Asimismo, temas que han dividido a cuchillo en dos partes a las sociedades latinoamericanas y a Chile, estaban en la propuesta conservadora como la protección por el Estado de la vida antes del nacimiento (no al aborto), y otros aspectos sensibles.
3. Entonces ¿cuál es el posible amor perdurable en Chile?
Los dos primeros amores (los proyectos de Constitución), fueron rechazados. Podría casi con certeza afirmarse que ambas representan solo a dos cúpulas radicalizadas, quizá heredadas de la guerra fría que dividieron al mundo y América Latina hasta fines de los años 80.
Y ahora, después de esos dos amores no alcanzados, Chile parece soñar con un tercer amor, quizá uno ya presente pero que requiere ser potenciado y relanzado. Y el primer requisito sociológico para que este tercer amor perdurable y diferente sea posible es reconocer y escuchar al poderoso sustento de su muy amplia clase media con sólida cultura ciudadana, por lo menos comparativamente con Bolivia. El segundo requisito es que cualquier Gobierno evite contaminarse con las propuestas cupulares y mesiánicas tanto del Partido Comunista chileno como del Partido Republicano conservador. El tercer requisito es que los cambios impliquen avances parciales y graduales como ya lo ha venido haciendo Chile los últimos 30 años en que se hicieron lentas y moderadas, pero numerosas, reformas parciales a la Constitución de Pinochet.
Ya alguna encuesta señaló que más del 60% de chilenos no quiere una nueva propuesta constitucional debido a que hay un verdadero cansancio de la ciudadanía en tratar el tema de un modo tan polarizado. A esto se añade que las preocupaciones concretas de los chilenos de a pie están orientadas a resolver los urgentes y muy prácticos temas de inseguridad, delincuencia y narcotráfico. Y la moraleja es que permanecerá la Constitución aprobada por el Gobierno de Pinochet.
Carlos Hugo Laruta es docente investigador de la UMSA.