Centrifugación

Hoy vivimos bajo la dinámica de la centrifugación: los que estaban unidos ya no lo están MAS. Y aquellos que deberían estar unidos (me refiero a muchos de esos buenos para nada de la oposición), tampoco lo están. La razón: el yo prevalece sobre el nosotros y lo particular sobre lo general. Así no se hace ni se construye, se deshace y se destruye. Todos los espejos donde se miren los bolivianos, a la corta o a la larga, acabarán rotos en astillas. La aspiración predominante: el retrato personalísimo. Uno sobre todos, y como esos “todos” desean la misma futilidad, la resultante es una guerra de guerrillas de los egos.

Hernán Terrazas E. (HTE) en su columna “Cae aprobación de Arce y ya es como los demás” (Brújula Digital, 14|3|24), pone sobre el tapete los datos fríos: la aprobación del presidente Luis Arce va a la baja, de 42% al 38%. HTE comenta este dato señalando que, “en el corto plazo, Arce no tiene ningún as bajo la manga que le permita revertir esa tendencia”. Agrego: para él la economía es su gran pirámide de Egipto, si se derrumba, sólo le quedará el desierto ardiente de la sociedad que, ante la ausencia del oasis salvador del carisma, sentirá su bravura y mordida inclemente. Hasta ahí llegarán bartolinas, cobistas, cooperativistas… esos grupos de interés que, como buenos banqueros, sólo calculan sus intereses en contante y sonante. O sea, el túnel se ensancha y se achica la luz. Nada bueno.

¿Y Evo Morales? El Jefazo tiene 80% de rechazo, o sea, ya no es un Jefazo ni jefecito, sino un pulgarcito con ínfulas de faraón. Pero en política, las ínfulas sin respaldo popular son una hoja de otoño que acabará indefectiblemente cayendo y rodando por el piso. Y sentimos que Morales va de tumbo en tumbo. Maniobra y maniobra, va de Herodes a Pilatos (perdón, de Zapatero a Fernández), y así está acabando de construir su propia torre de Babel con él instalado en su centro como un endemoniado. Nada bueno.

¿Y los “líderes” de la oposición? Cada uno en los guarismos tampoco suma un horizonte o al menos una perspectiva. Lo suyo es la lontananza respecto al poder. ¿Son sordos? Parece que sí, que no escucharan a la gente. ¿Son ciegos? Parecería que sí, pues no pulsan la coyuntura ni el ciclo político. ¿Y mudos? Eso no, pero como si lo fueran por vacuos. Nada bueno.

Y si sumamos los tres “nada buenos”, no quiero ni detenerme a pensar la situación de nuestra sociedad. ¿También ella centrifugará en mil astillas? En nuestro caso parece asomarse por la orilla sombría el apocalipsis ante la falta de jinetes.

César Rojas es sociólogo y comunicador social.