“Querido Evo:
Me alegra saludarte. Recuerdo que te vi en Buenos Aires con Cristina y Grabois, y luego ya solo hablamos por fono. Me refiero aquí a tu pedido de analizar las intervenciones de García Linera. Espero que comprendás que no he perdido simpatías por él, pese a lo cual intento aquí un recuento descarnado, como si fuera a comerme un tambaquí vivo, para ponerlo en términos que son de tu gusto.
No creo que García Linera sea tu enemigo. Lo que pasa es que a medida que has ido perdiendo hegemonía, él ha ido ganando autonomía. Sus conexiones internacionales, trabajadas mientras fue vicepresidente, le permiten gozar de los beneficios de su red propia de políticos, intelectuales y financiadores.
Tú ya no tenés el Estado, de manera que tus otrora aliados pueden funcionar con sus propias coordenadas, prescindiendo de las tuyas. Eso le pasó al gran Perón, a quien ni en tu país quiso recibir el marrullero de Paz Estenssoro, el año 55. Y ha pasado con Lucho; no tendría por qué no ocurrir con Álvaro.
Tu antigua gama de adherentes volvería a girar a tu alrededor si reconquistaras el Estado, como planeas, por lo que la situación de hoy no es para desilusionarse. Es simplemente otra coyuntura que hay que tolerar. Cuando el futuro te sonría, ajustarás cuentas.
García Linera ya no te necesita como cuando era vicepresidente y tú repetías que era como un buen “secretario general”, presto a liberarte de las faenas y dejarte en lo tuyo, que es la política: planificar cómo lidiar con los enemigos -qué hacer con los alfiles y cómo utilizar los caballos-, así como mantener contacto con la gente en las concentraciones.
Ahora no, ya no tenés el poder de volarle la cabeza, aunque imagino que igual lo atemoriza el bombardeo al que lo sometés. En el fondo, su independencia le permite buscar un nuevo papel de eje entre las facciones del MAS. Si ellas acaban por romper y retorna la derecha, su tesis se habrá probado. Si, en cambio, ustedes se recomponen, le dan la razón a él. No tiene por dónde perder, aunque intentó ponerte paños fríos con lo de que el próximo candidato del MAS debe ser indígena. Lo cierto es que García Linera parece ansiar ahora un papel propio, de ambiciones mayores.
Vos tenés razón cuando apuntás que pudo llamarte por teléfono o visitarte y decirte estas cosas de frente. A Álvaro no se le escapa que hablar para las audiencias de Tv y las redes implica un rol público, en el que es más importante para quién se dicen las cosas. Aunque se dirija en teoría a ti, es al gran público al que Álvaro intenta convencer de su inclinación concertadora. Lucho tiene para sí el rol de renovador, tú el de constructor y, así, García Linera ansía el de tutor del proceso. No en vano te ha enfermado ese su tonito paternalista.
Ahora hablemos de sus razones de fondo, porque mal servicio te haría yo si no te dijera lo que ya advertía nuestro Martin Fierro, ese gaucho chúcaro como vos lo sos: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera.”
García Linera anuncia lo que ya te dijo el expresidente español Rodríguez Zapatero al ir hace un año al Chapare. Las disputas entre vos y Lucho no van a conducir sino al fortalecimiento de la derecha boliviana. Una de sus alas es la visible, que sigue a la defensiva. Y está la otra, la invisible, esa que no dudará en usar la fuerza.
La situación económica, difícil de revertirse salvo por un giro de timón costoso en las calles, puede alentar una derrota cultural de la izquierda, si los temas que comienzan a preocuparle a la gente son la seguridad, la certeza y el orden. García Linera no apunta mal; su alerta no es disparatada. Mirá que el general Perón tuvo que clamar inversiones petroleras en los 50 y fue ahogado por las disputas con la izquierda peronista en los 70.
En fin, yo qué te voy a decir a vos que no sepás. Solo quiero que reconquistés el poder de nuevo, pero para eso necesitás más aliados que enemigos, para que no nos devoren los de afuera.
Un abrazo, querido.”
Gonzalo Mendieta Romero es abogado y escritor