Tal como están las cosas en la política nacional, Andrónico será “sí o sí” el candidato de unidad del MAS, y Samuel lo será del bloque de unidad democrática. Ambos representan ideologías claramente distintas: Andrónico expresa una corriente marxista, indigenista y populista; Samuel, en cambio, se alinea con los principios de libertad individual y justicia social. También responden a organizaciones sociales diferentes: el primero, a sindicatos corporativistas principalmente rurales; el segundo, a partidos políticos de base mayoritariamente urbana.
Pero más allá de las ideologías y estructuras organizativas, lo que nos interesa destacar hoy es que ambos representan dos culturas políticas distintas. ¿Dónde se evidencian estas culturas? En la forma en que ciudadanos comunes y líderes de las dos grandes corrientes político-ideológicas del país han actuado durante los últimos dos años, especialmente en el proceso de identificación de sus respectivos candidatos a la presidencia.
1. ¿Qué es la “cultura política”?
Toda sociedad presenta características particulares respecto a cómo se piensan y se practican las acciones políticas. Autores como Gabriel Almond, Bingham Powell y Sidney Verba, a nivel internacional, y Jorge Lazarte, H.C.F. Mansilla y otros en Bolivia, entienden la cultura política como “las orientaciones emocionales y racionales que guían la acción política de los individuos y los grupos”.
Este concepto permite comprender que las decisiones y actitudes de los líderes políticos, así como su relación con las bases, no responden únicamente a decisiones personales o coyunturales, sino a formas compartidas de interpretar y actuar frente a la política.
Así, tanto Samuel como Andrónico encarnan expresiones de lo que la sociología denomina cultura política, y por primera vez en muchos años estas se presentan con claridad ante cualquier ciudadano medianamente informado.
2. La cultura política de parroquia
La llamada cultura política de parroquia se caracteriza por la presencia de intermediarios –generalmente dirigentes sindicales– que interpretan la política y orientan a “sus bases” sobre cómo comprenderla y actuar en consecuencia.
Este tipo de cultura política se encuentra con frecuencia en sociedades donde el proceso de individualización ciudadana aún es débil, y donde la pobreza limita el acceso a información, tiempo y recursos para construir un criterio propio. En estos contextos, los ciudadanos dependen de líderes que les “traducen” la política y les indican el camino a seguir.
En el occidente de Bolivia, esta cultura se manifiesta especialmente en sindicatos rurales y periurbanos, cuya estructura organizativa provee a los miembros una guía clara –aunque muchas veces coercitiva– sobre cómo actuar políticamente. Es común, por ejemplo, la aplicación de sanciones (chicotazos, multas) contra quienes desobedecen instrucciones políticas o no acatan decisiones colectivas, incluyendo llamados a bloqueos o incluso acciones violentas.
3. La cultura política ciudadana
Por otro lado, cuando los individuos han pasado por un proceso de individualización ciudadana, aunque pertenezcan a organizaciones sociales, son capaces de ejercer sus derechos con autonomía: se informan por cuenta propia, construyen criterios personales y toman decisiones políticas sin necesidad de mediadores.
Este tipo de cultura –más común en contextos urbanos– no requiere de líderes que dicten cómo interpretar los hechos políticos. Aquí, la presión de grupo es menos efectiva porque las personas priorizan su conciencia individual y el respeto a la pluralidad de opiniones.
En el caso del MAS y la candidatura de Andrónico Rodríguez, el proceso se caracterizó por dinámicas propias de la cultura política de parroquia: decisiones tomadas en asambleas sindicales, orientación de los dirigentes, amenazas a disidentes, instrucciones de bloqueo, marchas, y uso de la violencia como forma de presión política. Las fracciones internas del MAS (arcistas, evistas, choquehuanquistas, etc.) se movilizaron bajo lógicas corporativas.
En contraste, el proceso que llevó a la candidatura de Samuel Doria Medina dentro del Bloque de Unidad se desarrolló en un entorno mucho más plural y descentralizado: participaron partidos políticos, colectivos ciudadanos no corporativistas y plataformas diversas que utilizaron tecnologías y redes sociales (TikTok, Facebook, WhatsApp) para promover ideas, símbolos, propuestas y candidaturas, todo ello sin recurrir a bloqueos, amenazas o violencia.
Reflexión final
Así pues, en la configuración de los actuales candidatos se han hecho visibles dos culturas políticas profundamente diferentes. Y no cabe duda de cuál se acerca más a una verdadera cultura política democrática, aquella que debería ser la base firme sobre la cual se construya la democracia boliviana del siglo XXI.
Carlos Hugo Laruta es sociólogo.