Del 14 al 16 de mayo, la Universidad de Sevilla, España, fue el escenario para un congreso sobre el “Bicentenario de Bolivia: historia y desafíos contemporáneos”.
El programa revela que fue un encuentro de primer nivel, por la calidad de los expositores, la mayoría de ellos europeos, entre españoles y franceses, aunque, claro, también hubo bolivianos. Entre los temas tratados estuvieron asuntos de fondo como el control del territorio, derechos de la Madre Tierra y el despojo territorial, racismo, la informalización de la economía, minería, pugnas entre poderes del Estado y percepciones de la corrupción en Bolivia.
Conocer sobre ese encuentro me produjo mucha envidia. Me hubiera encantado estar allá para escuchar y aprender, pero no me invitaron. No por eso voy a botar piedras a ese tejado.
Desde su nombre, este fue un Congreso Internacional de Bolivianistas, entendidos estos como estudiosos de Bolivia, de su historia, cultura, presente y proyecciones; pero, aunque los temas tratados fueron tan importantes, no fue noticia en Bolivia porque ningún medio informó sobre él. Es más… creo que soy el primero en hacerlo. Nadie dijo nada, ni para bien, ni para mal.
Lo mismo ocurre con otras reuniones como, por ejemplo, las del Grupo de Puebla en las que no solo se habla de Bolivia, sino que se traza estrategias para actuar en el país con el propósito de impulsar lo que ellos denominan proyectos progresistas. Esas reuniones son frecuentes, pero nadie habla de ellas, ni para bien, ni para mal.
Hace unos días hubo una reunión de bolivianos en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, en la que se habló de temas importantes sobre Bolivia y, esta vez sí, hubo tremenda bulla. La razón del escándalo es que quien convocó a la reunión fue el boliviano Marcelo Claure y entre los asistentes estuvieron aspirantes a la presidencia de Bolivia, periodistas y estudiosos de la realidad boliviana.
Conocer sobre ese encuentro me produjo mucha envidia. Me hubiera encantado estar allá para escuchar y aprender, pero no me invitaron. No por eso voy a botar piedras a ese tejado.
El encuentro de Harvard mereció todo tipo de ataques y hasta sesudos artículos de prensa. Entre las cosas que más se repitieron es que los asistentes fueron hasta Harvard a recibir instrucciones sobre cómo actuar en Bolivia. La pregunta más insistente fue “¿Por qué se habla de Bolivia en Harvard? Eso sí… nadie se preguntó por qué se habló de Bolivia en Sevilla.
Criticar las acciones ajenas, generalmente motivados por la envidia, es un bolivianismo, usando el sufijo “ismo” como sustantivo para referirse a actitudes, tendencias o conductas. Destrozarnos entre bolivianos es un bolivianismo y lo aplicamos a conciencia para referirnos a la reunión de Harvard.
¿Pero es que acaso es ilegal que un grupo de personas se reúna en Sevilla o en Harvard para hablar de Bolivia? Claro que no. El detalle es que mientras no se dice nada de Sevilla, que fue un evento enteramente académico, sí se hizo rajatabla con el asunto de Harvard, especialmente entre quienes asumen poses de defensores de la dignidad nacional.
En Sevilla se habló de historia y en Harvard de economía. Para ayudar a que mejore el país hay que estudiar la una y la otra. Si no nos invitaron, consigamos las publicaciones o los resúmenes de esas reuniones. Leamos esos textos y luego recién opinemos. Claro… eso necesita tiempo y, como otro bolivianismo es malgastarlo en lanzar críticas destructivas y reproducir chismes, entonces optamos por esas actitudes.
Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.