España y Francia se están disputando este año el liderazgo receptor de turismo, y esperan, ambos, superar los 80 millones de visitantes. El número no sólo expresa una capacidad nacional organizada para satisfacer la demanda de quienes llegarán, significa una apuesta por el desarrollo sostenible y la vida digna de las personas.
El concepto del “turismo pospandemia” es el que propusieron 170 académicos holandeses de buscar destinos cada vez más amigables, vinculado a experiencias vitales y que pongan a la gente en contacto con otra gente y con la naturaleza. Cuando reviso las categorías y pienso en Bolivia, es como si al proponerlo, lo hubieran hecho a nuestra medida, aunque nosotros no nos demos cuenta.
Insistiré por su necesidad y urgencia, que el turismo es una combinación de cualidades que, utilizadas con inteligencia, termina desparramando virtudes y cualidades generadoras de excedente, material y simbólico. Representa un acto de autoestima al ofrecer algo que consideramos valioso; es un acto de respeto, tolerancia, aprendizaje y aceptación del otro, al que invito para tratarlo bien; y es una cadena económica de base anchísima al intervenir más de 20 actores de manera directa, coordinada y concertada.
Todas las limitaciones que tenemos en los territorios bolivianos para que alcancen la calidad de destinos turísticos, son superables pues se refieren a protocolos internacionales que debemos desarrollar y perfeccionar. Todas, menos una que hace a nuestra idiosincrasia y personalidad colectiva y que se expresa en la violencia de la protesta social con bloqueos inmisericordes, creativos y absurdos. Repito siempre que el rechazo a la práctica no se refiere a la justicia o no del pedido formulado por los actores sociales, sino a las consecuencias autodestructivas que los acompañan.
La cercanía de procesos electorales y las confrontaciones ideológicas que deberían resolverse en debates y discusiones encendidas y apasionadas, están haciendo aparecer una agenda creciente de bloqueos que, en lugar de aliviar las dificultades, las complican. En la lógica del escalamiento, las autoridades esperan o el agotamiento de los demandantes o el tensionamiento del malestar a niveles insoportables para buscar las respuestas, que, por obvias, debieran haber servido para resolver los problemas antes de que se presenten. Frente a esa dinámica, los líderes sociales ya saben que sólo la violencia merecerá la escucha y así se ingresa en una espiral de resultados conocidos.
Lo que habrá que volver a repetir es que las posibilidades virtuosas que presenta el turismo, desaparecen naturalmente frente a una condición que incorpora la visita a Bolivia en la categoría de turismo de aventura pues se puede saber cuándo se llega, pero no cuando podrán irse. Esta frase que parece anécdota, es simplemente lapidaria.
Va llegando la hora que los actores políticos, del oficialismo y la oposición, se comprometan lealmente con la gente y sumen sus capacidades para facilitarle la vida y el desarrollo digno a las personas. Y que los líderes sociales expriman la imaginación y la creatividad para bajar un nivel de violencia que resulta ofensiva frente a la necesidad de trabajo que tenemos todos. Insistamos todos, la gota horadará la piedra, está demostrado.