Milei ganó las PASO, ¿alguien podía pensar
que Massa, el candidato del oficialismo, podía ganar? ¿Los argentinos son
irracionales? Es decir, ¿viven fuera de la realidad que plasma, día a día, el
gobierno Fernández-Kirchner? ¿Y cuál es esa realidad? El desastre y el
descalabro: la inflación que no deja de subir, la pobreza de crecer y el Estado
de agigantarse con resultados, eso sí, a la baja (y esa sombra gigantesca sobre
su vicepresidenta de corrupción, megalomanía y discrecionalidad). Para decirlo
en términos futboleros: ¿ha metido algún gol el gobierno argentino, sea en el
arco nacional o en el internacional? Es el gobierno anti-Messi: no gana, no
suma, no brilla. No campeona (ni en las PASO).
Ricardo Paz Ballivián (RPB) en su columna “Toque emocional y voto vergonzante”, publicado en Brújula Digital (15/8/2023), reflexiona sobre Milei. Adelanta tres explicaciones: una, el acorde emocional; dos, los votantes comunes y silvestres no lo hacen por razones ideológicas o partidarias; y tres, la gente vota a favor o en contra de alguien.
Me preocupa tanta psicología y
neurociencia. Más tratándose de un consultor político. El principio básico en
política electoral: la realidad manda. Aterricemos en Bolivia: ¿podía ganar de
alguna manera posible la UDP después del mal gobierno que hizo en 1982-1985?, ¿al
MAS le podía ir en las elecciones posteriores a la de 2005 como a la UDP (hasta
que la realidad se empezó a desprender del gobierno del MAS, sobreviniendo
entonces el 21-F de 2016 y el fraude de 2019)? Era imposible que ganara la UDP,
como fue posible que ganará Evo Morales, porque la realidad producida era mejor
que la realidad heredada, hasta que se fue deshilachando y desdibujando.
Entonces, la realidad vuelve a mandar… salvo para los fanatizados por la
ideología, que no ven lo que todos ven, porque además ganan un sueldo que los aísla
de la mayoría viviendo una realidad que sólo ellos disfrutan. Por tanto, si
todo lo ven de rosa, es porque son de los pocos en habitar ese oasis rosa.
Y la Argentina no es ni mucho menos un oasis rosa. Los excluidos del oasis-rosa-gubernamental suman 2/3, esos que votaron por Milei y Juntos por el Cambio. Ahora vayamos a Milei. Con los extremistas me sucede lo siguiente: hay cosas en las que le das la razón, obvio, porque el statu quo es insostenible y sombrío (contra el que se levantan con fiereza, decisión y justificación); pero también te generan la sensación de que arreglarán tantos problemas como los que acabarán por generar. Hecho el balance con esos otros extremistas como Trump, Bolsonaro, Chávez, Ortega, ¿cómo quedan las cuentas? O pensemos en los extremistas del atribulado siglo XX.
Los extremistas no solucionan la realidad, sólo la extreman. O sea, la acaban por desquiciar. Más, mucho más, si se levantan como salvadores del desastre y el descalabro (la realidad empuja en esa dirección, porque realmente requiere ser salvada) y un séquito de políticos oportunistas los entronizan como el ombligo del país. La historia no tartamudea al respecto: la realidad es compleja y sólo un presidente que hace equipo con otros grandes podrá encumbrar a su país a la grandeza. Esa que desde finales del siglo XIX huyó de la política argentina –para caer en el dramático “elogio de la sombra” de los siglos posteriores–, pero se encuentra en sus profesionales, científicos y deportistas notables, lejanos ahora de la política, pero habitantes de la razón, hoy por hoy, exiliada de la Casa Rosada y el Congreso de la Nación.