Brújula Digital|01|08|21|
No hay día en el que no conozcamos algún hecho que nos daña la autoestima, provoca vergüenza ajena, disipa alguna esperanza que con esfuerzo hayamos podido enarbolar, profundiza la desconfianza o nos hace ver el próximo futuro con desaliento.
Presento un listado de esos acontecimientos: la movilización de potosinos que destruyeron un par de domos construidos en el Salar de Uyuni que era parte de un emprendimiento turístico con elevada inversión, por tratarse de algo así como una “invasión orureña” en esa región. A criterio de quienes la impulsaron, la región es potosina y solo los potosinos deben decidir qué se hace con el Salar. Un hecho más con ausencia del Estado, actitud que puede ser una muestra de su incapacidad de enfrentar problemas o de interés en que haya confrontación ciudadana cuasi tribal.
La decisión del Fiscal General del Estado, autoridad que tiene la misión constitucional de defender la “legalidad y los intereses generales de la sociedad”, de emitir el requerimiento conclusivo de sobreseimiento del caso de fraude electoral en las elecciones de 2019, al determinar que no hubo delito. Para el efecto, se basa en un informe pericial elaborado por un “Grupo de Investigación Deep Tech Lab de BISITE” de la Fundación General de la Universidad de Salamanca – España”, suscrito al parecer por un docente, un alumno y un técnico que trabajan en esa Universidad, desechando el informe de la OEA por “inconsistente”.
La decisión del MAS y el gobierno de volver a copar el Órgano Electoral Plurinacional, violando las normas vigentes y utilizando la amenaza de la represión a quien se resista.
El intento de aprovechamiento del Covid-19 y las campañas de vacunación con fines político-ideológicos e, incluso, con decisiones que podrían ser peligrosas para la salud de la niñez, como sucedería si se concretara la compra de una presunta vacuna de Cuba, país en el que sus gobernantes han demostrado, pese a la propaganda, negligencia en el manejo de la pandemia, al punto que ésta se ha convertido en una de las razones de la reciente histórica movilización de su población.
El arresto de ciudadanos sin seguir los procedimientos legales establecidos y a solo requerimiento de las autoridades del Órgano Ejecutivo, como es, entre muchas otras arbitrariedades, mantener en prisión a la expresidenta constitucional Jeanine Áñez.
Las declaraciones de autoridades y dirigentes del MAS involucrando en el supuesto golpe de Estado de 2019 a representantes diplomáticos acreditados en el país, a obispos de la Iglesia e incluso al secretario general de la OEA, proponiendo su enjuiciamiento en nuestros tribunales.
La presentación del ex ministro de ¿Justicia? Y ahora embajador ante la OEA al asumir el puesto, atacando al secretario general y olvidando que él, junto con el entonces embajador, fue el que solicitó la auditoría vinculante de las elecciones de 2019.
El seguidismo de nuestras autoridades y representantes diplomáticos ante decisiones asumidas por la ALBA, a la que ahora adhieren los de Argentina y México, abandonando definitivamente muchos de nuestros intereses nacionales y, lamentablemente, el principio de la defensa de los derechos humanos cuando se trata de regímenes aliados.
La decisión de los gobiernos boliviano y argentino de involucrar a los ex presidentes de Argentina, Mauricio Macri, y de Bolivia, Jeanine Añez, en un presunto contrabando de armas, sobre indicios y “shows” que parecen copiados de las viejas prácticas psicológicas de los departamentos inteligencia de los gobiernos militares.
He buscado alguna palabra de nuestro idioma que refleje la situación que estamos atravesando, y creo que es “anomia”. De acuerdo al Diccionario de la Real Academia significa:
“1. f. Ausencia de ley.
“2. f. Psicol. y Sociol. Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación”.
¿Hasta dónde llegará esta ausencia de ley y degradación, y cuanto más se podrá aguantar?
Es periodista*