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12/09/2022
El Tejo

A confesión de parte...

Juan Cristóbal Soruco
Juan Cristóbal Soruco

Como se sabe, el 61,86% de la ciudadanía chilena rechazó, el pasado domingo, la propuesta de nueva Constitución elaborada por una Asamblea Constituyente elegida para ese fin y que tenía el aval del Poder Ejecutivo.

Son varias las explicaciones de ese contundente voto que atraviesa a toda la sociedad chilena, frente a un 38,14% que reúne, grosso modo, a sectores radicales desde una visión ideológica, acompañada de demandas sectoriales que no necesariamente coinciden en el campo de las ideas (por ejemplo, militantes del Partido Comunista de Chile, con feministas, representantes de LGTB, mapuches radicales, etc.).

Si bien el tema interesa a la región en general, son los propios chilenos, hombres y mujeres, los que irán dando elementos que ayuden a interpretar el resultado y sus consecuencias en una sociedad, sin duda, poco conocida por sus convencionales.

Desde afuera podemos meter cuchara para analizar las reacciones que ese resultado ha provocado en los no tan ilustres líderes del Socialismo del Siglo XXI y el Grupo de Puebla (que son casi iguales). Sin duda, ha sido un duro golpe, pero, como siempre lo hacen, elaboran fórmulas para eludir sus responsabilidades y encontrar culpables ajenos al tema. Veamos algunas perlas:

El ex presidente colombiano Ernesto Samper, activo portavoz de los socialistas de nuevo cuño, escribió que: “El revés constitucional ocurrido en Chile demuestra que los procesos reales progresistas, como la construcción de una constitución a la paz, no pueden someterse a plebiscito gobernados por poderes mediáticos o redes al servicio de la derecha”.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo que en Chile “faltó un liderazgo firme, claro, creíble, con apoyo popular, que se pusiera al frente del texto constitucional y al final quedó vigente la Constitución de la dictadura de (Augusto) Pinochet”; al proyecto de Constitución “le cortaron las alas desde el viejo Congreso”; nunca hubo un “proceso originario, soberano y plenipotenciario”, y que fue mediatizado”. Por último, que el resultado es un “dolor para los pueblos de América Latina y el Caribe, para la memoria de los mártires, desaparecidos, torturados” (entre los cuales, se entiende, no incluye a los suyos).

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, muy suelto de cuerpo, dijo que el rechazo a la reforma “supone un regreso del dictador chileno, Augusto Pinochet, de quien es heredera la actual norma constitucional”. “Revivió Pinochet”. Posteriormente, escribió que “sólo si las fuerzas democráticas y sociales se unen, será posible dejar atrás un pasado que mancha a toda América Latina y abrir las alamedas democráticas”.

Más cauto y respetuoso –quién lo creyera– Evo Morales saludó “la vocación democrática del pueblo chileno que participó pacíficamente en el referéndum constitucional. No todos los procesos constituyentes son fáciles. La lucha de los pueblos por inclusión, solidaridad y dignidad continuará mientras exista injusticia y desigualdad”.

Hay algunos denominadores comunes en estas declaraciones. Para el Populismo del siglo XXI:

La mayoría de la gente es imbécil si no actúa como ellos quieren que lo haga.

Están seguros de que lo que hacen y proponen sus líderes es lo correcto, y que el rechazo ciudadano es por culpa de la derecha, el imperialismo y los medios (que no están bajo su control).

Tampoco toman en cuenta que es precisamente lo que está pasando en los países que esos dirigentes manejan suficiente ejemplo para no votar por algo que ellos apoyan. En Chile, por ejemplo, la diáspora venezolana muestra palpablemente lo que sucede en el nuevo socialismo real.

Concatenando con lo dicho, aparece un tercer denominador común: les importa un pito lo que opine la gente. Recurren a que emita voto cuando todo está “atadito”: encarcelamiento de disidentes, control de medios y periodistas, copamiento de todos los órganos del Estado …

Viene al caso una anécdota que conviene recordar. En una de las entrevistas que se realizaron a propósito del referendo de 2016 para habilitar la elección indefinida de Morales, el actual Ministro de Defensa (que ahora Evo tiene en el blanco de su ira), respondió a la pregunta de que qué haría el MAS si se rechazaba la propuesta diciendo que buscarían otros mecanismos para que la gente se dé cuenta de su error.

Juan Cristóbal Soruco es periodista.



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