Hoy comienza la cuenta regresiva de un año para celebrar los 200 años de la declaración de independencia, y también se recuerdan los 200 años de la Batalla de Junín.
Las fechas históricas traerán una sucesión de eventos recordatorios que nos harán preguntar: ¿qué estamos celebrando? Hemos superado las etapas radicales que argumentaban que no hubo ningún cambio, y que el sistema colonial simplemente cambió de españoles a criollos, mestizos y, muchos años después, a indígenas. Decir que no hubo cambios es demasiado simplista.
La construcción simbólica que resulta de la combinación de eventos históricos y realidades sociales produce escenarios y debates. En la crisis de 2024, estos debates deben ser más que simples conmemoraciones de fechas, eventos y nombres. La inteligencia humana puede proyectar respuestas con una narrativa que permita vivir bien y mejor, más allá de los determinismos que nos dejarían sin posibilidad de cambio.
Cuando los humanos creamos los derechos humanos y las políticas públicas, incorporamos la planificación, una variable que nos diferencia de otras especies con cargas instintivas mayores y sin instrumentos para modificar las coyunturas. Frente a una sequía, otras especies migran buscando agua; frente a un incendio, huyen para salvarse. Los humanos perforamos pozos, construimos embalses y actuamos coordinadamente para mitigar los efectos del fuego. Estos ejemplos sencillos nos colocan, responsablemente, en el lugar que nos permite conocer la realidad para transformarla.
En esos términos, no puedo cambiar lo ocurrido hace 200 años, pero puedo construir una narrativa que proyecte más allá del 6 de agosto de 2025, basada en esas enseñanzas. La gesta de Doña Juana y su esposo Manuel Ascencio, Eustaquio, Manuela, José Miguel, Ildefonso, José Manuel, Juan Antonio, José Vicente, Ignacio, Ana y tantos otros, adquiere una dimensión más cercana cuando la historia nos cuenta que lucharon, y algunos murieron, por la libertad e independencia que hoy podemos disfrutar. Sumemos a Julián, Bartolina y Amaru...
Si todos ellos vivieran hoy, ¿qué estarían haciendo? Es una pregunta justa para comprender que la historia no es estática; no está todo definido y nos toca realizar nuestra tarea para caminar dignamente con ellos. La Agenda del Bicentenario que estamos construyendo todos los días se complementa con actos de heroísmo silenciosos y trascendentales, como trabajar dignamente y reivindicar la dignidad y la justicia como bandera. Sirva el recuerdo histórico para valorar el mañana, como lo expresó Simón Bolívar a Juana Azurduy: “Señora, habéis honrado a las mujeres de América y nos habéis enseñado valor a los hombres”.