Sin embargo, el FMI advierte que no todo es miel sobre hojuelas para el próximo
año. El alto déficit fiscal, sumado a la caída de las reservas internacionales,
el incremento de la deuda externa, la disminución de las reservas de gas y un
escenario electoral de desenlace incierto, configuran un cuadro de riesgo y
“desafíos” para Evo Morales.
Para un gobierno poco acostumbrado a los retos económicos y mucho menos a las adversidades políticas, el 2019 se presenta como un año difícil de descifrar.
Aunque los voceros insisten en que la economía marcha sobre ruedas –el presidente se atrevió a decir que Bolivia ya no depende de los ingresos del gas– las condiciones regionales y globales ya no son las mismas.
En lo político, los propios estudios de opinión del gobierno señalan que, por
primera vez en casi 13 años Bolivia presenta un escenario electoral
“potencialmente competitivo”, donde las posibilidades de una derrota de Evo
Morales –habilitado irregularmente por el Tribunal Supremo Electoral– son cada
vez más altas.
Las conclusiones de las encuestas elaboradas a pedido del gobierno indican que no sólo se ha producido un desgaste del discurso oficial, sino también de la imagen presidencial, indiferenciada ahora de la del resto de los políticos de oposición en temas centrales como el de la corrupción.
Las expectativas no son buenas. Crece el porcentaje de la población que considera que la economía no va tan bien y que las cosas podrían ponerse peor a futuro. La mayoría también opina que el país no va en la dirección correcta.
Si bien Bolivia pudo acomodarse con éxito relativo a las tendencias globales en la última década, no aprovechó las inmejorables condiciones para preparar el otoño que traen todos los ciclos.
Con más fanatismo que pragmatismo, el gobierno ancló en la ideología las perspectivas del negocio del gas y se quedó sin recursos para explorar y desarrollar nuevos campos que incrementen las reservas.
En el vecindario, el movimiento fue intenso durante los últimos años. Argentina concretó alianzas con Chile y Chile con Perú, anteponiendo los buenos negocios a los resentimientos históricos.
El próximo año demandará mucha más creatividad de un equipo económico que algunos ven como acostumbrado a cosechar sin riego.
En lo político, si bien el gobierno ha conseguido burlar los escollos legales e ignorar las limitaciones éticas de la re-postulación, no ha logrado convencer a la población sobre su “sentido”. En otras palabras, la insistencia en reelegirse por tercera vez se ha convertido en la principal debilidad de Evo Morales y en una de las razones que podría influir en una derrota electoral.
Los estudios del gobierno no difieren significativamente de los realizados por
empresas independientes. Todos coinciden en que Evo Morales y Carlos Mesa
encabezan las preferencias electorales y que, en un eventual escenario de
segunda vuelta, el opositor podría derrocar al actual presidente.
Pero, por primera vez, la mayoría de la población no observa un eventual resultado electoral de 2019 como algo definitivo, precisamente porque a la luz de lo ocurrido con el referéndum del 21F, puede anticiparse que el MAS podría desconocer nuevamente el voto y optar por una salida fuera de la Constitución.
Mientras que la gente ha comenzado a dar vuelta la página de la historia del paso de Evo Morales por la Presidencia, el MAS insiste en ofrecer o forzar una “segunda temporada”, con los mismos actores, pero sin la capacidad seductora de la primera.
Hernán Terrazas es periodista.