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Cuándo es cuándo | 15/09/2025

"Atrapados"

Rodrigo Ayala
Rodrigo Ayala

Le damos la bienvenida a Rodrigo Ayala, crítico de cine de Brújula Digital y experto en temas de desarrollo, quien desde hoy se incorpora como columnista de este medio. Su mirada analítica y su experiencia enriquecerán el debate y la reflexión en nuestras páginas.

Atrapados sobre todo por el “doble estándar”, la doble moral que parece haberse apoderado del conjunto de la práctica política (y en gran medida la práctica social) en la que nos movemos. El apoyo de X es bueno si viene hacia mí, es delincuencial si va para el otro lado; la encuesta es verdadera si me favorece, es pagada si da resultados contrarios; el sistema judicial debe transformarse cuando el viento político sopla al otra lado y los fallos y las decisiones también; el tema ya no es tan urgente si es que la situación varía (como está ocurriendo ahora).

Atrapados por el algoritmo y el simplismo extremo con el que las redes presionan para modelar el pensamiento colectivo. Confinados a nuestro círculo de “amigos” y “contactos”, y volviendo realidad, cada vez con más impacto sobre nuestras vidas, la famosa afirmación de Eco: Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas.

Atrapados por el confinamiento del pensamiento teórico a oscuros rincones virtuales o físicos, el que ha sido sustituido con gran éxito por prácticas como “el análisis de coyuntura”, “el marketing político”, etc., etc.

Atrapados por la extrema desideologización de la sociedad, que comenzó en los noventa, pero paradójicamente se agudizó al extremo durante el ciclo del MAS. Un caso de estudio son nuestras “casas superiores” (¿no extrañan ustedes las viejas universidades públicas, duramente criticadas por tener mucha “injerencia política”, pero donde los estudiantes se desgañitaban peleando por ideas, a diferencia de las actuales donde los dirigentes se especializan en usufructuar el dinero público, con sistemas de selección de docentes que dan como resultado algunas de las peores universidades de Latinoamérica?).

Atrapados por la debilidad de los medios de comunicación establecidos, aquellos que de una u otra manera nos ofertan una noticia “chequeada”, debilitados hoy, no solo por las políticas de asignación de publicidad pública, sino por el “desvío” de la publicidad hacia las grandes transnacionales de la virtualidad, a las que obviamente no les interesa la idoneidad de la noticia boliviana (¿se fijaron ustedes en el esfuerzo puesto por  nuestro órgano electoral en fiscalizar cómo se gasta el dinero de la publicidad política en los medios nacionales, revisando tiempos, montos, etc., mientras no le interesaron un comino las ingentes cantidades que se pagaron en redes sociales?).

Atrapados por la mirada corta, incapaz de ver el futuro. La que solo discute intereses inmediatos de cualquier índole, y arrincona cualquier intento de pensar en el futuro a largo plazo; ¿ahora que ha habido un giro en el esquema político se llegarán realmente a derogar los decretos y leyes incendiarias?

Atrapados por la cortedad de miras y la falta de visión de Estado de los dirigentes políticos de todos los signos: ¿Qué hubiera ocurrido con los resultados obtenidos “oposición clásica” si es que hace uno o dos años sus principales líderes (Tuto, Doria, Manfred, etc.) hubieran anunciado su disposición a no postularse y apoyar conjuntamente una figura nueva? ¿Cuál hubiera sido el destino de lo que ahora se denomina el “bloque popular”, si es que el 2016 Evo Morales hubiera decidido respetar los resultados del referéndum?

Atrapados en definitiva por la pérdida de valores (¿suena demasiado naif expresarlo de esa manera?), que se traduce en el “métale nomas”. Hace unos años se suponía que toda postura política o conceptual expresada en la sociedad se apoyaba en unos principios establecidos, hoy nos ha ganado la del “amigo-enemigo”, sustentado por supuesto en el “me conviene-no me conviene”.

Y contradiciendo el título de la famosa película de los setenta, Atrapados sin salida, en el caso del devenir social podemos decir que siempre hay una salida, aunque lamentablemente no siempre por el camino virtuoso. Siempre puede haber un camino a una mayor violencia, social y política, hacia un mayor deterioro de las instituciones, hacia la pérdida del capital social e intelectual construido en nuestros dos siglos de existencia, etc., etc.

 Rodrigo Ayala es gestor ambiental y cineasta.



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