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Economía | 23/05/2025   03:12

|OPINIÓN|Elecciones y un nuevo ciclo de desarrollo|Reynaldo Marconi|

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Brújula Digital|23|05|25|

Reynaldo Marconi

Las elecciones de agosto deberían marcar el inicio de un nuevo ciclo de desarrollo. Aprendamos del pasado. Entre 1985-2005, la economía boliviana avanzó hacia una economía de mercado, en tres fases: estabilización/liberalización, privatización y capitalización. El pasado previo se caracterizó por una crisis económica sin precedentes, hiperinflación descontrolada, deuda externa creciente, disminución de ingresos de exportación, etc. 

Los logros incuestionables de las políticas de 1985 fueron la estabilización, impulso a la inversión privada y desarrollo de la institucionalidad del país. Los cuestionamientos fueron a la privatización y la exclusión social y económica generadas. La crítica mayor fue hacia la corrupción económica, que se amplió a la corrupción política. Luego, entre 2006 y 2025, vivimos la experiencia de corte populista con fuerte intervención estatal, en dos fases: hasta el 2014, con cuantiosos recursos financieros, y después con una tendencia decreciente de estos. Las inversiones públicas fueron descontroladas, el gasto corriente politizado y la política social, sin visión de sostenibilidad. En gestión pública, se multiplicó el tamaño del aparato del Estado, solo para atender las necesidades prebendales con los movimientos sociales. Se han creado muchas empresas públicas, con limitaciones estructurales de viabilidad.

El gobierno resultante de la elección de agosto estará llamado a encarar retos impostergables y que podrían iniciar un nuevo ciclo. En los dos ciclos previos, la figura del caudillo fue determinante para su desarrollo. El rol de Víctor Paz Estenssoro fue crucial para conseguir la estabilización y la liberalización de la economía y la estructuración del pacto social que respaldó los cambios obtenidos. Casi 20 años después, el líder cocalero encasilló su gestión en una lógica de confrontación permanente, gestión pública supeditada a metas electorales, convivencia con la corrupción cuasi normalizada, destrucción de la institucionalidad creada con mucho esfuerzo y, sobre todo, en lo más reciente, con su sucesor improvisando medidas económicas que nos llevan al abismo y una crisis social que debemos evitar. En este contexto, sostengo que es preciso evaluar la gobernabilidad futura. Planteo algunos elementos: 

Reconciliación nacional: Debemos abandonar los escenarios de confrontación racial/étnica, regional y generacional/género, que generan un ambiente de enfrentamientos. Para impulsar los cambios requeridos por el contexto, se precisa de un escenario de reconciliación nacional. Las medidas económicas para salir de la crisis requieren consensos y estabilidad social y ello no es posible de alcanzar en un entorno de confrontación. 

Restitución de la institucionalidad: En las distintas instancias de la institucionalidad del Estado –en el sector judicial, Ministerio Público, sistema electoral, sistema financiero, órganos de control y supervisión, etc.– se debe velar porque se restituyan los poderes y competencias de acuerdo a ley en sus distintos niveles. Tenemos que asegurar la independencia de los poderes del Estado. 

Reconducción del sistema y aparato productivo: El punto de partida será la reconducción de la política cambiaria y de aprovisionamiento de combustibles, en los que el rol de los subsidios y la matriz energética es determinante. La minería aurífera y el futuro del litio deben supeditarse a la legalidad y respeto al medioambiente. También es necesario redefinir las empresas públicas estratégicas, evitando los errores del pasado. Y avanzar hacia la disminución del gasto corriente.

Reingeniería del Modelo de Desarrollo: El modelo populista estatista ha tocado fondo y no tiene viabilidad para el futuro. El modelo de economía de mercado, al estilo de la experiencia del periodo 1985-2005, genera interrogantes. No se puede ignorar el alto grado de informalidad de la economía; debemos adecuar la versatilidad y capacidad de aportar en tiempos de crisis del sector informal, además de generar opciones de empoderamiento del emprendedurismo; en el sector agropecuario, debe buscarse la convivencia del agronegocio con la agricultura familiar, vinculada a los mercados externos y el mercado local. El modelo futuro debería incluir la economía del conocimiento, la economía circular, el turismo, la tecnología y la innovación, para los que los cambios e innovaciones en el sistema educativo son imprescindibles. Podría empezarse con la transformación de la educación primaria, base de la nueva economía del conocimiento en la actual era de la inteligencia artificial. En el sistema de salud están identificados los cambios en el modelo organizativo y de autofinanciamiento y para ello existen los recursos humanos en el país para viabilizar la propuesta. Ni gringos ni cubanos. La propuesta de reingeniería tiene muchos retos, pero existe cerebro humano en el país para encararlo.





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