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Economía | 13/11/2024   05:30

|OPINIÓN|Cuando la abundancia no tiene plan B|Robert Brockmann|

APG

Brújula Digital|13|11|24|

Robert Brockmann

El presidente Luis Arce se ha obsesionado con su “modelo económico”, bautizado, como todas las cosas del Estado Plurinacional, con un nombre rimbombante y polisémico: Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP). Como todas las cosas de este mundo, es útil mientras funciona.

El MESCP es atribuido a Arce, entonces (2009) ministro de Economía y hoy presidente. Durante el superciclo de materias primas, los líderes del MAS presumían que el modelo “blindaba” a Bolivia de los vaivenes económicos globales. La bonanza les permitía a las grises autoridades económicas del MAS alardear de “dar cátedra” a los economistas previos, formados en Harvard, que habían administrado el país hasta 2005.

Y, es que, hasta ese año, la economía boliviana sentía el impacto de unos pocos millones de dólares. Por ejemplo, cuando el embajador de Estados Unidos Manuel Rocha –hoy se sabe que era un agente cubano– amenazó con retirar la ayuda antidrogas de su país si los bolivianos se atrevían a votar por Evo Morales, se refería a apenas 20 o 30 millones de dólares. 

Ya dentro del período de bonanza, en Naciones Unidas negociábamos con el Estado Plurinacional los proyectos acostumbrados de, digamos 80 millones de dólares (por mencionar una cifra muy grande) que eran despreciados por los funcionarios del MAS. Antes de la llegada de la opulencia, 80 millones era un monto que hubiera sido recibido con grandes muestras de agradecimiento. Para el MAS era una pigricia. En alguna reunión de análisis, probablemente en 2013-2014, estimamos que las proyecciones económicas bolivianas para el siguiente quinquenio involucraban el manejo, por parte del Estado, de unos 80.000 millones de dólares. 

En 2014 Evo Morales pasaba por su mejor momento: obtuvo más del 61% de los votos. Cualquier líder opositor, especialmente vinculado al antiguo régimen, que lo criticara, era desestimado con el mote de “mendigo”, pues antes del MAS, Bolivia dependía de ayuda extranjera para cubrir gastos básicos. Gonzalo Sánchez de Lozada cayó en 2003 tras verse obligado a solicitar 300 millones de dólares para pagar los salarios del Estado, pero solo recibió 30. Su sucesor, Carlos Mesa, también sufrió la humillación de tener que pasar el sombrero.

Pero claro, una cosa es administrar escasez y pobreza, y muy otra cosa es administrar abundancia. Un niño de sexto de primaria administraría la abundancia de la misma manera en que el MAS repartió los frutos del trabajo de los gobiernos bolivianos desde los años 1980. Evo Morales quiso y Arce Catacora dio luz verde a industrias estatales inconcebiblemente absurdas, ilógicas, innecesarias, mal ubicadas, lejos de sus fuentes de aprovisionamiento; canchitas de césped sintético hoy ennegrecido, obras deportivas hoy abandonadas, aeropuertos innecesarios, sedes de organismos internacionales tan espurios como efímeros, el infame museo al culto de la personalidad y un largo etcétera. Total, ¡había tanta plata!

Salvo por el parpadeo que fue el gobierno de Jeanine Añez, Arce Catacora es el sucesor de Evo Morales. El MAS sigue gobernando y el MESCP establecido en 2009 es el mismo que se mantiene, en proceso de colapso, en 2024. Una de las medidas propiciadoras del desastre en el que se encuentra la economía boliviana es el tipo de cambio, que se mantiene invariable desde aquel año. La brecha entre el precio real del dólar y el tipo ficticio de cambio oficial no ha hecho otra cosa que crecer y Arce Catacora tiene pánico a abrir esa compuerta, que revelaría la fragilidad de su “blindaje”.  

Actualmente, la economía boliviana está lejos de estar “blindada”. Hace poco, el Banco Central anunció que no vendería más oro de las reservas internacionales, las cuales han alcanzado su límite legal mínimo de 22 toneladas, lo que provocó renuncias en la institución. Las reservas en efectivo están agotadas, y sin ingresos suficientes, el gobierno enfrenta la perspectiva de vender las joyas de la abuela. Entretanto, presiona hasta la asfixia a los pocos contribuyentes que pagan impuestos. ¿Le quedan alternativas a Arce? ¿Está Bolivia al borde de un default?

Las filas para gasolina y la escasez en mercados se están volviendo crónicas. Lo que antes costaba 600 bolivianos ahora se acerca a 900, sin asegurar todos los productos básicos. En La Paz, los buses Puma Katari dejaron de operar temporalmente por falta de combustible. Aunque se resolvió por el momento, ¿es una solución permanente? ¿Es un síntoma de que, ya de lleno en la etapa venezolana, bajamos hasta la etapa cubana? 

Permanece en la memoria colectiva el desastre de la hiperinflación de la UDP (1982-1985). Aquellos con la suficiente edad la recordamos porque la vivimos. El presidente de la UDP, Hernán Siles Zuazo, intentó estabilizar la economía en al menos seis ocasiones, entre ellas, declarar el default en 1984. Sus políticas, enfocadas en el control de precios, aumentos salariales y devaluaciones, solo agravaron la crisis.

Veamos ejemplos. En abril de 1984 Siles Zuazo emitió el decreto 20170, que establecía el tipo de cambio único del peso boliviano con relación al dólar estadounidense a 2.000 pesos por dólar. Siete meses después emitió otro decreto, el 20608, que fijaba el tipo de cambio único en 8.571 pesos por dólar. Ambas medidas ya eran obsoletas en el momento en que fueron publicadas por la Gaceta Oficial. El dólar negro había superado ampliamente ambas cifras en el momento en que se convirtieron en oficiales. 

Eventualmente la inflación acumulada alcanzó (dependiendo de la fuentes), más del 11.000 o más del 23.000 por ciento acumulado anual. No hubo medida de Siles que pudiera recuperar la confianza del público y se vio forzado a adelantar las elecciones antes de que las cosas se pusieran aún peores. 

Hoy, el MESCP ha sobrepasado claramente el final de su ciclo. Fue útil en tiempos de bonanza, pero en 2024 la población ha perdido la confianza en el gobierno de Arce, quien insiste en mantener el mismo modelo de los tiempos de Morales. Sin embargo, las medidas urgentes son innegables: liberar el tipo de cambio, reducir el gasto público y buscar financiamiento multilateral.

¿Está Arce paralizado o realmente cree que el MESCP sigue siendo viable? El deterioro es tan acelerado que posiblemente no llegue a las próximas elecciones. Alguien de adentro, alguien a quien él escuche, debería despertarlo a la realidad.

Robert Brockmann es escritor y periodista.





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