Brújula Digital|07|11|24|
Dehymar Antezana|Oruro|
Uno de los temas más comentados en este tiempo en materia de riqueza natural es el litio, considerado una esperanza económica para Bolivia. Sin embargo, ¿será realmente cierta esta situación? La oportunidad para su explotación está al borde del límite, pues, si no se realiza en cinco años, como país prácticamente habremos perdido esta oportunidad.
Recientemente estuvo en Oruro el Dr. en física Rosendo Sanjinés Zeballos. Llegó desde Suiza a su natal Bolivia para compartir investigaciones sobre el litio de los salares de Uyuni y Coipasa, bajo el estudio denominado: “Salar de Coipasa: Industrialización del litio ¿utopía o realidad?”.
Sanjinés indicó que el objetivo era demostrar el aporte que puede brindar el Salar de Uyuni en términos industriales y los beneficios de la explotación de sus sales. La investigación se basa en los estudios de litio efectuados en Uyuni por Yacimientos del Litio Bolivianos (YLB), entre otros aportes de investigadores.
“Tenemos datos que nos permiten, por extrapolación, hacer algunas afirmaciones acerca de los minerales que existen en el Salar de Uyuni. No existe una investigación a profundidad del Salar de Coipasa por parte de YLB u otras entidades. Entonces, basándonos en los conocimientos de Uyuni, podemos inferir datos sobre Coipasa”, explicó.
Magnesio, potasio y no litio
El experto señaló que en el Salar de Coipasa hay una impresionante riqueza de magnesio y potasio, pero no de litio, ya que su concentración es dos veces más baja que en Uyuni.
“Las concentraciones de magnesio y potasio, así como las de sulfatos, se mantienen en la misma proporción en los dos salares. Pero, dado que en el Salar de Coipasa la concentración de litio es dos veces más baja, hay una mayor cantidad de magnesio y potasio en Coipasa”, afirmó.
Por ello, Sanjinés sugirió que Oruro debería centrarse en la industrialización del cloruro de potasio y del cloruro de magnesio para obtener beneficios económicos, ya que el litio no tendrá un aporte significativo en este caso.
La industria del magnesio es costosa, pero el magnesio metálico puro tiene un valor elevado en el mercado. Por ejemplo, la tonelada puede costar cerca de mil dólares, en función de la cotización internacional. En algún momento, la tonelada de magnesio metálico puro alcanzó los 6.000 dólares, comparado con el costo de la tonelada de carbonato de litio.
“La ventaja es que tenemos abundante magnesio en el Salar de Coipasa. Aunque el costo de producción es elevado y la química es agresiva, todo puede controlarse; no hay minería sin riesgos, pero es posible alcanzar una producción razonable y beneficiosa”, comentó.
Para que esto sea viable, es necesaria la participación de empresas privadas especializadas o consorcios, ya que en Bolivia no se dispone de la tecnología ni el personal capacitado para este tipo de actividad. Aunque hay una experiencia mediante electrólisis para la producción de cobre, este método también podría emplearse con el magnesio.
En cuanto al potasio, Uyuni ya cuenta con una planta industrial, pero se necesitan procedimientos para separar las sales mixtas, lo cual complica la producción tanto de magnesio como de potasio.
Datos necesarios
Bolivia posee el 22% de los mayores recursos de litio en el mundo, con 21 millones de toneladas, según el estudio de 2023 de Mineral Commodity Summaries. Le siguen Argentina, con el 21%; Estados Unidos, con el 12%; y Chile, con el 11%.
Sin embargo, los recursos no son lo mismo que las reservas. Los recursos representan la cantidad de mineral en un yacimiento, y solo si el yacimiento cumple con mínimos de contaminación ambiental se considera una reserva.
En este caso, Bolivia no se encuentra entre los primeros países con mayores reservas mundiales de litio en millones de toneladas. Chile lidera con el 35.8%, lo que representa 9.3 millones de toneladas, seguida de Australia con el 23.9% (6.2 millones de toneladas) y Argentina con el 10.4% (2.7 millones de toneladas).
El Salar de Uyuni tiene una superficie de 10.000 kilómetros cuadrados, con recursos de 21 millones de toneladas y un área de explotación de 512 kilómetros cuadrados, según YLB. Sus reservas oscilan entre dos y cuatro millones de toneladas de litio, lo cual permitiría una explotación de 200.000 toneladas al año durante medio siglo.
En el caso de Coipasa, su superficie es de 2.000 kilómetros cuadrados, cinco veces menor que la de Uyuni. Posee recursos de dos millones de toneladas, aunque YLB calcula 1.8 millones de toneladas. Las reservas estarían en apenas 500 kilómetros cuadrados, lo que implica una explotación de 250 a 500 mil toneladas de litio, con una producción anual estimada entre 1.33 y 2.66 millones de toneladas de carbonato de litio.
Sin embargo, Coipasa tiene 11 millones de toneladas de potasio, lo que permitiría explotar 21 millones de toneladas de cloruro de potasio en medio siglo, es decir, 350 mil toneladas al año.
En cuanto al magnesio, la situación es similar: posee 11 millones de toneladas, lo que permitiría explotar 11 millones de toneladas de magnesio o 26.4 millones de toneladas de magnesio metálico puro en 30 años, es decir, 350 mil toneladas al año.
Condiciones
Sanjinés afirmó que, con las condiciones actuales, es imposible llevar adelante este proyecto debido a la legislación vigente en el país, que no permite a las empresas ingresar a extraer el litio u otros minerales de los salares.
“Para esto es necesario modificar las leyes y adoptar un sistema de renta, como en Chile. La empresa nacional podría otorgar un contrato especial a ciertas empresas por 20 o 30 años con garantías. Es fundamental un cambio legislativo para ofrecer seguridad jurídica”, explicó.
Agregó que es necesario modificar la Ley 928 de 2017, que define la política actual de extracción de litio, asegurando el acuerdo y participación de los departamentos de Potosí y Oruro.
Propondría reformar YLB para que sea una empresa nacional “independiente” del Gobierno; incluir el proyecto de litio en un Programa General de Desarrollo Económico que contemple la producción de energías renovables, almacenamiento de energía, gestión eficiente del agua, turismo sostenible, entre otros.
También se debe permitir la participación de empresas privadas, establecer empresas mixtas, adoptar tecnologías híbridas que combinen métodos de evaporación y tecnologías de extracción directa de litio, como las empleadas por la empresa francesa Eramet o la estadounidense FMC-Lithium en Argentina.
Finalmente, es esencial crear un Consejo Científico Nacional del Litio, un Fondo Nacional de Apoyo a la Investigación, y Programas de CTI e I+D con la participación de universidades y otras empresas privadas o nacionales.
BD/RED