Por primera vez, la dirigente de The Strongest cuenta detalles del rompimiento con el presidente. Asegura que varios empleados fueron despedidos porque la defendieron de las agresiones de Terrazas. “Incluso cuando se acerca a mí me da miedo”.
Brújula Digital, Premium|26|10|25|
El 31 de mayo, The Strongest eligió un nuevo directorio. La plancha vencedora fue encabezada por Daniel Terrazas. Una de las vicepresidencias fue ganada por Paola Mendoza.
Mendoza es una joven empresaria, stronguista de corazón, heredera de esa pasión que le inculcaron sus abuelos y sus padres. Desde niña pasaba los fines de semana en el Complejo de Achumani jugando al tenis. Hoy practica el pádel en esas mismas instalaciones.
Socia del club por más de dos décadas, conocida por su cariño a los trabajadores y por el respeto que le tienen los socios dada su afinidad atigrada, fue invitada por Terrazas a formar parte de la postulación.
“El día de las elecciones ganamos gracias a un fuerte voto de los socios del complejo, que por apoyarme a mí le dieron su confianza a Terrazas”. En buenas cuentas, en gran medida fue gracias a ella que el exvicepresidente de Ronald Crespo hoy está en la presidencia.
Nadie iba a pensar que la buena relación que existía entonces entre todos los miembros de la plancha, iba a ser quedar rota poco tiempo después.
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¿Qué ocurrió?
“Un día, yo estaba en mi oficina, vinieron los empleados, me hablaron, me preguntaron cuándo les iban a pagar y por qué no se les pagaba. Por el cariño que yo le tengo a ese personal, que me conoce desde chica, y tomando el cuidado de no entrometerme en las decisiones de la presidencia, opté por sugerirles que hablaran con Daniel” Terrazas.
Fue el día en que hubo enfrentamientos al interior de The Strongest, con la participación incluso de integrantes de la barra. Nadie pensaba que incluso iba a darse presencia policial para intentar apaciguar los ánimos.
“Nos salimos de mi oficina hasta el sector del pádel, donde vinieron más empleados, se acercaron profesores de las escuelas y demás. Se notaba que ellos ya tenían planificado el reclamo. Aquí quiero aclarar que yo jamás les instruí a que hicieran algo. Fue pura iniciativa de ellos”.
Luego empezaron a aparecer integrantes de la barra. “No los conocía, me enteré después de que había varios empleados que eran de la barra y que Terrazas los había puesto en su anterior dirigencia junto con Crespo, ni yo estaba informada de eso”.
“Calmadamente salió Terrazas y les dijo: ‘qué quieren’; entonces, le sugerí que hablara con ellos.
“Entramos a su oficina y empezaron los problemas. Me parece que (Adrián) Monje llamó a la policía, entró la policía forcejeando, fueron rotos vidrios y demás, pero, al final, hablamos”.
Paola Mendoza admite que nunca había conocido actitudes de Terrazas que salieron a luz en ese momento. Además, la situación era tensa, debido a los reclamos en contra del presidente, que a esas alturas había dejado de cumplir con las obligaciones del club para con sus trabajadores.
“Al final dijimos, ‘este señor no puede seguir a cargo del club’, no porque yo tuviere ganas de ser presidenta, sino pensando siempre en nuestros recursos humanos, en el club, en lo que podía pasar después; no queríamos un Crespo 2.0”.
La otra cara de Terrazas
El lío derivó en una invitación a ambas partes, hecha por el presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), Fernando Costa, para tratar de conciliar.
“Fernando Costa se ha portado de lujo, él prácticamente lo sentó a Terrazas y le dijo ‘tú y ellos tienen el mismo valor, aquí no hay nadie que valga ni más ni menos, aquí han sido todos elegidos legalmente, entonces, por la institucionalidad del club ustedes deberían tratar de arreglar los problemas’. Pero por la actitud de Daniel no logramos arreglar nada”.
Después de ese encuentro “pasaron dos días. Él volvió a las oficinas y entró con patada voladora”.
“Cuando fui para hablarle, dejando de lado todos los problemas, ni bien estaba entrando a su oficina me tiró la puerta. Entonces, Ricardo (Beltrán, uno de los directores) salió a defenderme. Cuando Terrazas me dejó entrar a su oficina, me empezó a gritar: ‘nos vamos a ver en el juzgado, con leyes, no me vas a hacer esto’, me dijo. Yo estaba totalmente atemorizada, nunca había visto este comportamiento de él, hasta me asusté”.
Al salir del lugar “él salió detrás de mí como para pegarme. Ahí se metieron varios empleados, se pusieron frente a él. Uno de ellos le dijo, ‘qué pasa, no la vas a pegar, qué le vas a hacer’, pero Daniel seguía gritándome, me asunté y me salí”.
Al día siguiente, “uno por uno los fue despidiendo, a toditos, eran como 15, los despidió a todos por defenderme, sin importar que sean o no de la barra. Los empleados habían actuado para proteger a una mujer, no porque odiaban al presidente”.
Pasó un tiempo, “despidió también a las secretarias. A tal punto llegó todo esto, que un día le pedimos convocar a una conferencia de prensa a la directora de Comunicación que era Priscila (Pérez). Ella amablemente accedió a un cuarto, ni siquiera donde le corresponde dar una conferencia a un Comité; al día siguiente Terrazas la despidió solo por eso”.
Ya no tiene ni oficina
A estas alturas Mendoza está segura de que Terrazas se ha tomado algo personal con ella. “Es tal la discriminación y el acoso que me está haciendo, que me ha dado un papel donde me pide que devuelva las llaves de mi oficina. Soy la única persona a la que le ha pedido esa llave, porque no la ha pedido a Ricardo, a Fernando, solo a mí. Le he devuelto su llave”.
Lo más reciente ocurrió hace unos días, el 22 de octubre. “Ese día me mandó un papel donde me dice que habrá una reasignación de espacios, por ordenamiento de las áreas de trabajo y por precautelar la seguridad de la institución, y para dotar de mejores condiciones de comodidad en beneficio del desempeño administrativo del club. Con eso me dijo que ya no tengo oficina. Aparte de haberme maltratado psicológicamente, encima ahora me pide que me salga de mi propia oficina”.
Lo dicho: “es totalmente personal, la guerra es obviamente contra mí porque soy la que lo sucede. El primer vicepresidente ha renunciado, en la segunda vicepresidencia estoy yo. Él me ve a mí como la más débil, la que más rápido se va a cansar y aburrir de tanto hostigamiento y se va a ir”.
Paola Mendoza hace tripas corazón y sigue. “Yo tenía una vida exageradamente tranquila, soy dueña de la fábrica de helados Frigo, tengo un trabajo, un salario cómodo, a mí el club no me da absolutamente nada, es netamente mi amor al club por el que sigo aquí. Entonces, la misión de este señor es sacarme porque soy la cabeza” de la oposición que quiere transparentar los actos del presidente.
“Incluso el otro día ya había gente en mi escritorio, saqué fotos. Me han sacado del lugar que era mío y considero que es una falta de respeto, no solo a mí como mujer, sino a todo el Comité”.
¿Va a aguantar? “Sé que soy fuerte y que voy a poder aguantar este tipo de discriminación que se me está haciendo como mujer porque aquí hay algo que va más allá, es el amor que les tengo a los empleados y al club. El amor no se refleja con pagarles como tal, sino en saber manejar el dinero con transparencia”.
Por último, la vicepresidenta admite que, en la coyuntura actual, va a ser difícil mantener una relación de trabajo, sin embargo, insiste: “nuestro amor por el club va más allá de eso. Hay que hacer tripas corazón, incluso cuando él se acerca a mí me da miedo, pero digo ‘esto es por mi club, es más importante el club, más que todo lo hago por los empleados’. Voy a seguir”.
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