Brújula Digital |16|05|21|
Luis Antonio Serrano
Si toda la película no fuese suficiente para verificar la inmensa calidad de actor que tiene Anthony Hopkins, cuando llegues a la última escena, seguramente con una expresión entre asombro y satisfacción, coincidirás conmigo que dan ganas de ponerse de pie para aplaudirlo. Obvio, luego de superar la emoción de ese momento.
El Padre es de esas películas que desde un inicio te toma de la mano y te lleva de paseo a las profundidades del alma humana, por lo que uno pestañea sólo porque no lo puede evitar. Pero para que ese viaje a la intimidad de hombre sea posible es necesaria una perfecta interpretación de esa realidad interior para transmitirla al espectador sin falacias ni lugares comunes. Eso es lo que sucede en El Padre, que es la frecuente historia del hombre viejo que va saliendo de sus cabales poco a poco, mientras su hija se enfrenta al conflicto de velar por su propia felicidad, mientras ésta es aún posible, o sacrificarla y dedicarse al cuidado de su padre.
En el caso del filme en cuestión la trama se desarrolla al interior de un departamento en Londres (excepto la escena final), con el que uno llega a familiarizarse al extremo de saber a dónde conducen sus pasillos o cuáles son los detalles más importantes de las habitaciones. Las imágenes que el director nos ofrece de este escenario y el tono de las actuaciones nos remiten muchas veces a técnicas teatrales, con las que el director Florian Zeller acentúa el grado de compromiso entre la obra y el espectador.
Los personajes y situaciones surgen de la confusa visión de la realidad de Anthony, pero también existe una mirada externa a él la que narra El padre, que es un drama, si vamos a darle un género principal, pero que a la vez tiene algo de suspenso y hasta de terror, como no puede ser de otro modo cuando estamos frente al producto de una mente que ya no puede conectar con la lógica que gobierna la vida “normal”.
Ver El padre es un
encuentro con el cine de calidad, con una película de guion perfecto y con
actuaciones brillantes como la de Anthony Hopkins y la de Olivia Colman, que
interpreta a su hija Anne; pero es también la oportunidad de salir de la
función a razonar sobre qué hacer si a uno le toca vivir una situación similar.
Luis Antonio Serrano es comunicador, escribe sobre cine.