La Paz, 14 de diciembre de 2024
Visión Sostenible |14|12|24|
Los profesionales de hoy enfrentan un mercado laboral dinámico y exigente, donde la educación y la tecnología se erigen como pilares esenciales. No basta con una formación académica tradicional; ahora, los nuevos talentos deben desarrollar competencias digitales y habilidades que les permitan sobresalir en un entorno en constante transformación.
La combinación entre educación y tecnología no solo impulsa el desarrollo individual, sino que también se convierte en un motor clave para el progreso de las sociedades.
Como explica Verónica Ágreda, rectora nacional de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, “la educación, además de ser un motor de movilidad social, es la que transforma a las personas que van a transformar el mundo”.
Este enfoque posiciona a la educación como un eje transversal para formar profesionales capaces de liderar cambios significativos, con un modelo que no puede desligarse de los objetivos de desarrollo sostenible.
“Estamos hablando de dotar a los profesionales de las competencias del futuro, de actualizar a aquellos que ya están en el mercado laboral para que puedan seguir acompañando esta transformación que se está dando en las empresas, en la industria y en todo el entorno laboral”, destaca Ágreda.
Competencias digitales aplicadas
Aunque los jóvenes son considerados nativos digitales, el simple conocimiento de la tecnología no es suficiente en un mercado laboral altamente competitivo. El verdadero reto radica en dominar estas herramientas y aplicarlas estratégicamente en todas las disciplinas profesionales.
“En todas las profesiones está la tecnología, desde un economista hasta un ingeniero, pasando por los médicos, la necesitan. Si los profesionales no continúan preparándose, si no cambian esa actitud de hacer lo mínimo indispensable, difícilmente podrán incorporarse en la fuerza laboral o emprender sus propias empresas”, advierte Pablo Camacho, presidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI).
El desafío para las universidades es claro: formar profesionales capaces de combinar teoría, práctica y actitud proactiva.
En palabras de Ágreda, “los jóvenes, sin duda, tienen competencias digitales porque las desarrollan de una manera mucho más ágil, porque son nativos digitales. El gran desafío es cómo utilizar estos dispositivos al servicio de la educación, para trabajar, para emprender, para hacer crecer sus empresas y negocios o para llevar adelante causas que promuevan el desarrollo sostenible”.
Este enfoque educativo va más allá del uso básico de la tecnología. Se trata de enseñar a aplicar los conocimientos digitales en proyectos de impacto económico y social, con una mirada emprendedora que empodere a los jóvenes para generar cambios reales.
Ecosistema necesario
Para lograr esta transformación, es fundamental fortalecer las alianzas entre las universidades, las empresas y el gobierno, creando un ecosistema educativo (educación, tecnología y colaboración) que responda a las necesidades del mercado y que sea capaz de preparar a profesionales con habilidades técnicas, estratégicas y humanas que sean útiles laboralmente.
“Realmente tenemos que tener una comunicación entre la universidad, el gobierno y los empresarios”, señala Rolando Kempff, presidente de la Federación de Empresarios Privados de La Paz (FEPLP).
La sinergia entre estos actores facilita la actualización constante de los planes de estudio, garantizando que la formación académica esté alineada con las demandas del mercado. Además, esta colaboración promueve la integración de la tecnología digital en las empresas, optimizando procesos y fortaleciendo la competitividad en un escenario global.
“La tecnología digital es una herramienta que todas las empresas deben integrar para mejorar sus procesos y ser más competitivas”, puntualiza Kempff.
El rol de la educación en la formación de líderes
El mercado laboral exige más que conocimientos técnicos. Los profesionales deben destacar por su capacidad de adaptación, innovación y liderazgo, habilidades que solo pueden desarrollarse con un modelo educativo que priorice el aprendizaje práctico y las competencias digitales.
Este cambio de paradigma impulsa a las instituciones educativas a reinventarse, adoptando metodologías modernas como el “aprender haciendo”, que permite a los estudiantes aplicar la teoría en escenarios reales desde sus años de formación.
“La educación es la herramienta que habilita a los jóvenes para enfrentar desafíos y liderar el desarrollo económico y social de sus comunidades”, comenta Ágreda.
La combinación de educación y tecnología también fomenta el aprendizaje continuo, un elemento crucial en un mundo donde el cambio es la única constante. Los profesionales deben entender que su formación no termina con un título universitario, sino que requiere una actualización constante para mantenerse competitivos.
Hacia un futuro sostenible e inclusivo
La educación y la tecnología son herramientas fundamentales no solo para el desarrollo de nuevos profesionales, sino también para promover sociedades más sostenibles e inclusivas. La transformación del mercado laboral y la necesidad de nuevas competencias deben ser vistos como una oportunidad para construir un futuro mejor.
Al integrar la tecnología en la educación, los jóvenes no solo desarrollan habilidades técnicas, sino también una actitud emprendedora y resiliente, capaz de liderar proyectos que generen impacto positivo. Esta combinación de conocimientos, valores y herramientas digitales es clave para responder a las demandas del siglo XXI.
“La tecnología, bien aplicada, no solo mejora la competitividad de las empresas, sino que empodera a los individuos para innovar, emprender y liderar cambios significativos en su entorno”, concluye Camacho.
Educación y tecnología, motores del cambio
La educación, apoyada en la tecnología, se posiciona como el principal vehículo para preparar a los profesionales del futuro. Instituciones educativas, como Unifranz, lideran este cambio, formando individuos capaces de adaptarse a los desafíos laborales, innovar y contribuir al desarrollo sostenible.
En este contexto, los jóvenes deben asumir un rol activo en su formación, adoptando una mentalidad de aprendizaje constante y adaptación al cambio, utilizando la tecnología como herramienta para construir un mundo más equitativo y próspero.