La Paz, 14 de diciembre de 2024
Visión Sostenible |13|12|24|
“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”, sentenció el pintor español Pablo Picasso refiriéndose a la creatividad, ese impulso humano por innovar, resolver problemas y generar ideas fuera de lo común. Sin embargo, ¿la creatividad es una habilidad innata o puede desarrollarse con trabajo, estudio y experiencia?
La respuesta no es simple, pero el consenso apunta a que, aunque algunos nacen con predisposiciones creativas, el entorno, la educación y la actitud son factores determinantes en su desarrollo, según Erick Vía, director de la carrera de Administración de Empresas de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
“La creatividad es la capacidad de las personas de crear ideas, conceptos, cosas o inventar algo. Es el uso de la imaginación para crear algo y puede manifestarse de maneras diferentes, aunque la mayoría de las veces se convierte en algo que se puede ver, oír, oler, tocar o saborear”, define claramente el académico.
Creatividad: habilidad, actitud y proceso
La creatividad no solo depende del talento natural, sino que se construye a través de tres componentes esenciales: habilidad, actitud y proceso. Todos poseemos cierto nivel de habilidad creativa, pero sin una actitud positiva y el proceso adecuado, las ideas no se concretan. La disciplina y el esfuerzo son claves para que la creatividad surja y evolucione.
Hoy, educar la creatividad se vuelve fundamental para preparar a las nuevas generaciones. “En educación, la creatividad es educar para el cambio y formar personas ricas en originalidad, flexibilidad, visión, iniciativa y confianza. Proyecta profesionales amantes de los riesgos y listos para afrontar los obstáculos y problemas que se les van presentando en su vida”, destaca Vía.
La creatividad, por lo tanto, no es un mero ejercicio artístico, sino una herramienta para la resolución de problemas y el fortalecimiento de habilidades como la autonomía, la autonomía y la resiliencia. Es también un pilar esencial para incrementar la calidad de vida de las personas, impulsando la innovación en todos los ámbitos.
¿Por qué algunas personas parecen más creativas que otras? La respuesta se encuentra en el entorno social, cultural y educativo. Por ejemplo, en el ámbito escolar, un profesor puede convertirse en un catalizador del pensamiento innovador cuando fomenta la resolución autónoma de problemas, valora las respuestas creativas y enseña a cuestionar los paradigmas tradicionales.
Por el contrario, métodos rígidos, basados únicamente en la memorización, inhiben el pensamiento original. Generar un ambiente que permita la exploración de ideas y la libertad de equivocarse es clave para el desarrollo de la creatividad en estudiantes y profesionales.
Creatividad: tangible e intangible
La creatividad no se limita a una expresión artística. De hecho, su alcance es amplio y puede clasificarse en dos grandes categorías:
Un ejemplo claro es la dualidad entre el arte y la ciencia. Un pintor como Picasso utilizó la creatividad para expresar su visión del mundo, mientras que un científico como Newton aplicaba su imaginación para descifrar los misterios de la naturaleza. Aunque sus campos parecen opuestos, ambos utilizan la creatividad para innovar en sus respectivas disciplinas.
“La creatividad lleva a hacer muchas cosas en la mente y con las manos, desde obras de arte de inigualable belleza, esculturas que asemejan la figura femenina, la escritura de un poema de amor o un libro que rememora glorias del pasado, la creación de diseños interesantes o la invención de la cura para una enfermedad mortal”, enfatiza Vía.
El pensamiento complejo y la creatividad.
El pensamiento complejo es clave en la formación de personas creativas. Según Inés Álvarez Icaza Longoria, del Grupo de Investigación Interdisciplinario (R4C) del Tec de Monterrey, que dio algunos talleres en Unifranz respecto a este tema, este enfoque permite conectar diferentes aspectos de la realidad para generar soluciones innovadoras.
“Se trata de una gran competencia que formamos en nuestros estudiantes que les permite conectar su realidad de diferentes formas”, afirma Álvarez. Esta metodología se desarrolla en cuatro subcompetencias clave:
Estas habilidades, según Álvarez, no solo fortalecen la creatividad, sino que permiten afrontar desafíos con una comprensión profunda y soluciones efectivas.
Educación, motor de creatividad
Respecto a la interrogante, ¿las personas creativas nacen o se hacen?, la evidencia sugiere que, aunque algunos nacen con predisposición, la creatividad se cultiva a través de la educación, el entorno y la práctica constante. Las instituciones educativas tienen un papel fundamental en la formación de individuos que no solo resuelvan problemas, sino que innoven y piensen de manera disruptiva.
La creatividad no pertenece solo a artistas o científicos, sino que está presente en todos los aspectos de la vida. Desde un emprendedor que desarrolla un modelo de negocio innovador hasta un profesor que encuentra nuevas formas de enseñar, la creatividad es una habilidad transversal y transformadora.