La Paz, 04 de diciembre de 2024
Visión Sostenible |03|12|24|
La adicción a las pantallas se ha convertido, en los últimos años, en un problema de salud mental creciente entre niños y jóvenes. La educación surge como la clave fundamental para afrontar este desafío, priorizando un uso equilibrado y consciente de la tecnología en lugar de medidas prohibitivas.
Según la Fundación Kaiser Family, los jóvenes pasan un promedio de más de siete horas diarias frente a las pantallas. Esta exposición prolongada puede tener efectos adversos en la salud mental, incluyendo ansiedad, depresión y problemas de sueño.
“El uso excesivo de la tecnología puede tener varios efectos negativos en la salud mental. Los más comunes son la ansiedad y el estrés, ya que la constante conectividad y la sobrecarga de información pueden aumentar estos niveles”, explica Paola Hoyos, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Impacto en el desarrollo emocional y social
Investigaciones del University College London muestran que el uso excesivo de internet puede alterar la conectividad funcional del cerebro, dificultando la autorregulación emocional. En la adolescencia, etapa de alta plasticidad cerebral, estos cambios pueden ser significativos en el desarrollo de los niños y adolescentes.
“Las redes sociales influyen en la autoestima y el bienestar emocional de varias maneras. La comparación social es una de las más significativas, ya que ver las vidas idealizadas de otros puede llevar a comparaciones negativas y sentimientos de insuficiencia”, añade Hoyos.
La educación como herramienta preventiva
Ante esta problemática, los expertos coinciden en que la prohibición no es la solución más efectiva. El camino pasa por la educación y la regulación consciente.
Pepe Menéndez, especialista español en innovación tecnológica, señala que “prohibir el móvil equivale a renunciar a la oportunidad de enseñar disciplina y autocontrol. Es crucial que los padres y las escuelas supervisen y regulen su uso para que los jóvenes desarrollen habilidades digitales conscientes y equilibradas”.
Ricardo Román, director del colegio Alberto Blest Gana de Chile, uno de los mejores 100 colegios del mundo, refuerza esta idea. “Bien reguladas y enfocadas, las herramientas digitales pueden ser útiles para generar aprendizajes profundos en todas las asignaturas y niveles”.
Estrategias educativas para un uso saludable
Algunas medidas preventivas pueden marcar la diferencia:
“Encontrar un equilibrio será fundamental para garantizar un futuro saludable y sostenible. La tecnología debe ser una aliada, no un perjuicio en la vida de nuestros hijos”, reflexiona la docente universitaria.
La adicción a las pantallas es un desafío de nuestra era, pero también una oportunidad para educar en valores digitales. La formación consciente y el acompañamiento activo por parte de padres y docentes son esenciales para que la tecnología sea una herramienta de desarrollo, no de dependencia. La clave no está en desconectarse, sino saber cómo y cuándo estar conectado.