La Paz, 26 de diciembre de 2024
Visión Sostenible|22|11|24|
Desde la infancia, el juego ha sido una forma fundamental de comprender el mundo, explorar ideas y construir conocimientos. Sin embargo, su potencial como herramienta educativa ha cobrado especial relevancia en los últimos años gracias a metodologías como el Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ), una estrategia que busca transformar la manera en que estudiantes y docentes interactúan con el aprendizaje.
“El juego es el lenguaje de la infancia. Jugando es como las personas hemos comprendido el mundo que nos rodea, a nosotras mismas, a las demás”, explica Imma Marín, presidenta y fundadora de Marinva, consultora educativa especializada en pedagogía lúdica.
El Aprendizaje Basado en Juegos (ABJ) es una metodología que utiliza dinámicas y mecánicas propias del juego, como la cooperación, el azar y las reglas preestablecidas, para fomentar el aprendizaje significativo. Esta estrategia, que puede implementarse a través de la gamificación o paisajes de aprendizaje, promueve un entorno seguro donde los estudiantes pueden explorar, experimentar y cometer errores sin temor a ser juzgados.
“Lo que buscamos es colocar el alma del juego en el corazón de la educación para conseguir así crear espacios seguros donde se entiende el error como parte del proceso de aprendizaje”, señala Esther Hierro, CEO de Marinva.
En este contexto, el error no se percibe como un fracaso, sino como una oportunidad de aprendizaje, un enfoque que permite a los estudiantes tomar las riendas de su propio desarrollo.
El impacto del juego en la cultura educativa
Para que el ABJ tenga un efecto transformador, es fundamental que las instituciones educativas adopten una cultura lúdica que impregne todos los niveles. Según Marín y Hierro, esto implica superar un entorno educativo que muchas veces está “saturado, estresado y lleno de obligaciones” y abrirse a la innovación a través del juego.
“El aprendizaje lúdico puede transformar la educación porque el juego nos empuja a ser personas más creativas, exploradoras y resolutivas”, afirma Hierro. Al integrar dinámicas lúdicas, las instituciones pueden fomentar la creatividad, la empatía y la resiliencia en estudiantes y docentes.
Además de mejorar el bienestar emocional, físico y mental, jugar también nos ayuda a imaginar soluciones alternativas a los desafíos, lo que es esencial para cualquier transformación educativa.
ABJ y su vínculo con las nuevas tecnologías
La integración de herramientas tecnológicas, como la inteligencia artificial (IA), en el ABJ amplía aún más su alcance y efectividad. Según las expertas, la IA permite personalizar el aprendizaje, adaptándolo a las necesidades de cada estudiante, lo que mejora la participación y el compromiso.
“Gracias a la IA podemos mantener al alumnado en el centro del proceso de enseñanza y personalizar su aprendizaje, adaptando necesidades individuales para hacer que el proceso de aprender sea más efectivo”, comenta Hierro.
La sinergia entre la pedagogía lúdica y las tecnologías emergentes también facilita el desarrollo de habilidades blandas, como la resolución de problemas, la empatía y la toma de decisiones. Este enfoque refuerza la idea de que el juego no solo es emoción, sino un motor esencial para el aprendizaje.
El rol del docente en el Aprendizaje Basado en Juegos
Para implementar el ABJ de manera efectiva, es crucial que los docentes desarrollen una actitud lúdica y realicen un ejercicio de autoconocimiento. Marín enfatiza que no se trata de “hacer jugar” a los estudiantes, sino de involucrarse genuinamente en el proceso, aprendiendo y creciendo juntos.
“Del mismo modo que podemos enseñar y aprender competencias como el aprender a aprender o la resolución de problemas, el pensamiento lúdico se entrena”, señala.
Este pensamiento lúdico incluye la capacidad de tratar las ideas de forma no convencional, enfrentar desafíos como retos y cultivar el asombro por el aprendizaje.
Implementación estratégica del ABJ en las instituciones educativas
El ABJ no debe limitarse a actividades puntuales, sino que debe integrarse estratégicamente en el ADN de las instituciones educativas. Esto implica diseñar programas y actividades que promuevan un aprendizaje continuo y significativo.
“El objetivo es propiciar un aprendizaje significativo y mantener vivo el deseo de aprender”, destaca Marín. Esta metodología no solo mejora la experiencia educativa, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar los desafíos del presente y el futuro con una mentalidad abierta y creativa.
El juego como motor de transformación educativa
El Aprendizaje Basado en Juegos representa una poderosa herramienta para transformar la educación, fomentando la creatividad, la resiliencia y la colaboración. Al colocar el juego en el centro del proceso educativo, se crean entornos donde los errores son parte natural del aprendizaje y los estudiantes desarrollan habilidades esenciales para la vida.
El futuro del ABJ se fortalece con la incorporación de tecnologías como la inteligencia artificial, que potencian su capacidad para personalizar y enriquecer la experiencia educativa. Sin embargo, su implementación exitosa requiere un cambio cultural profundo, donde tanto docentes como estudiantes abracen el poder del juego como un motor para aprender, crear y transformar.
“El juego es emoción, y sin emoción no hay aprendizaje”, concluyen las expertas, dejando claro que el ABJ es más que una metodología: es una filosofía que puede revolucionar la educación en todos sus niveles.