La Paz, 26 de diciembre de 2024
Visión Sostenible |18|11|24|
Por Lily Zurita
En un mundo cada vez más interconectado, donde la inteligencia artificial y los avances tecnológicos están transformando nuestras vidas, la educación se posiciona como la base del desarrollo humano. Los docentes, quienes tradicionalmente han sido percibidos como fuentes inagotables de conocimiento, ahora enfrentan el desafío de reinventarse para liderar la enseñanza en la era digital.
El rol del maestro como simple transmisor de información ha quedado atrás. Hoy, los docentes deben ser facilitadores, guías y diseñadores de experiencias de aprendizaje significativos, colocando al estudiante en el centro del proceso educativo”, sostiene Ariel Villarroel, de la Jefatura de Enseñanza Aprendizaje de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
“Este cambio responde a las exigencias de una sociedad dinámica, donde lo más importante no es sólo adquirir información, sino desarrollar habilidades para aplicarla de manera creativa y crítica”, dice.
Del enciclopedismo a la educación personalizada
La figura tradicional del profesor, basada en un modelo enciclopedista que prioriza la memorización de contenidos, ha sido superada por un enfoque centrado en las necesidades individuales de cada estudiante.
Xavier Aragay, presidente de Reimagine Education, señala que el principal objetivo del docente moderno es ayudar a los estudiantes a descubrir su propósito ya estructurar sus propias experiencias de vida.
“El cambio social exige que el proceso educativo permita a cada persona desarrollar lo que lleva dentro, más allá de los contenidos curriculares”, afirma Aragay.
Para Villarroel, en tanto, el docente debe asumir múltiples roles como mentor, guía y tutor. Este enfoque rompe con las barreras tradicionales, posicionando al maestro como un aliado en el proceso de aprendizaje.
“El maestro ya no es el único poseedor del conocimiento. Ahora debe atender las necesidades individuales de los estudiantes, planificando procesos educativos basados en sus intereses, utilizando estrategias creativas y apoyándose en tecnologías digitales”, explica.
Además de ser facilitadores, los docentes deben convertirse en diseñadores de experiencias significativas. Andrés Núñez, experto en tecnología educativa, resalta que los profesores deben fomentar la curiosidad y el descubrimiento a través de entornos que conectan el aprendizaje con la vida real.
“Es fundamental que los docentes implementen metodologías activas, aprendizaje basado en proyectos y actividades que integren la tecnología de manera efectiva para potenciar la enseñanza”, destaca Núñez.
Fomentando habilidades del siglo XXI
El rol del docente en la era digital no sólo abarca la enseñanza de contenidos. También implica impulsar habilidades blandas como el pensamiento crítico, la colaboración y la empatía, esenciales para afrontar los retos del futuro. Paralelamente, deben promover competencias técnicas y tecnológicas, asegurando que los estudiantes sean capaces de manejar herramientas digitales con destreza.
“En este contexto, el docente se convierte en una guía que ayuda a los estudiantes a evaluar información de manera crítica ya aplicar conocimientos de forma creativa”, comenta Villarroel.
La incorporación de tecnologías educativas en el aula no es una opción, sino una necesidad. Plataformas digitales, herramientas colaborativas y recursos multimedia permiten a los docentes diseñar experiencias de aprendizaje más dinámicas y personalizadas. Sin embargo, esta integración requiere un cambio de mentalidad y formación continua por parte de los maestros.
Además, el aprendizaje activo, donde los estudiantes asumen un papel protagónico, se consolida como un enfoque clave, donde la labor del docente consiste en orientar y apoyar a los alumnos mientras desarrollan habilidades de investigación, resolución de problemas y pensamiento crítico.
El futuro de la educación en manos del docente digital
Adaptarse a la era digital es un desafío complejo, pero también una oportunidad para transformar la educación. Los docentes tienen en sus manos el potencial de formar a generaciones capaces de enfrentar un mundo cambiante con creatividad, empatía y resiliencia.
A medida que las aulas se convierten en espacios híbridos y tecnológicos, el maestro del siglo XXI debe evolucionar hacia un perfil multifacético: facilitador, mentor, diseñador y líder del aprendizaje activo. Así, no sólo responderá a las demandas del presente, sino que también moldeará el futuro de la educación.