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Buenas prácticas | 11/03/2024   05:20

Estudio: ¿Es saludable empezar a trabajar desde temprana edad?

Foto de Aurelien Romain/Unsplash

Patricia Quinteros Gutiérrez|11|03|24|

“Desde que Alicia comenzó a trabajar, ya no le dedica al estudio el mismo tiempo que antes”, afirma un padre preocupado. “A Juan, iniciar su vida laboral a los 16 años lo ayudó a comprender el verdadero valor del esfuerzo y el compromiso” comenta una madre.

Las perspectivas de los padres acerca de si es conveniente o no iniciar la vida laboral a temprana edad son diversas y variadas. A la hora de guiar a sus hijos, las dudas son muchas: ¿Es beneficioso para los jóvenes trabajar tan pronto? ¿Este paso los fortalece o los va alejando de a poco de comprometerse con sus actividades educativas? Y, sobre todo, ¿cuándo están verdaderamente preparados para adentrarse en el ámbito laboral?

Mucho se ha hablado en los últimos años de los jóvenes “ninis” (no estudian ni trabajan) pero cada vez aparecen más “sisis”, que hacen ambas cosas y no tienen tiempo para nada más. Según la CEPAL, Paraguay, Costa Rica y Uruguay llevan el liderazgo de este fenómeno en la región.  En este contexto, si bien los estudios en Bolivia no son muchos podemos interpretar según una encuesta aplicada a estudiantes de Sociología de la Universidad San Francisco Xavier (USFX) de Chuquisaca, que este fenómeno no es tampoco ajeno a nuestro país. De acuerdo al informe, el 53% de los universitarios costea sus estudios con su trabajo y el 27,5% considera que tiene no dinero suficiente por mes para estudiar, el 65%, regular y apenas el 7,5% considera que le alcanza.

Una encuesta realizada recientemente por Trabajópolis llama la atención. Más allá de que en muchos países las leyes laborales restringen el trabajo de menores de edad, según los datos relevados, el 9 por ciento de los encuestados cree que los jóvenes están preparados para trabajar a los 14 años y casi un tercio de los encuestados opina que los jóvenes están listos para trabajar entre los 14 y los 17 años. Estos porcentajes dan que pensar teniendo en cuenta que cada vez son más los adultos que sostienen que la generación actual exhibe actitudes que no favorecen un buen desempeño laboral.

Para abrir el debate sobre cuál es el equilibrio adecuado entre trabajo, estudio y desarrollo en la juventud es importante tomar en cuenta la opinión de los especialistas.

“Estoy convencida que la edad saludable para empezar a trabajar es a los 18.  Pero eso depende de cada familia. En un mundo ideal, diríamos 18, pero siendo realistas y pensando en nuestro contexto latinoamericano, a veces no es posible elegir. En muchos hogares, los jóvenes tienen que contribuir desde edades muy tempranas al ingreso familiar. Las familias de alta vulnerabilidad económica suelen necesitar del trabajo de los hijos para salir adelante. Esta realidad, cuando son muy chicos, suele alejarlos de la escuela. Fuera de este flagelo, en un contexto de jóvenes con oportunidades, pienso que empezar a trabajar ni bien termina la escuela secundaria, les enseña a ser responsables, a manejar mejor su tiempo y a mejorar sus habilidades sociales. Estas habilidades les pueden abrir muchas puertas en el futuro. Además, ganar su propio dinero les da una sensación de libertad y autonomía. Aprenden a gestionar sus ingresos, a decidir en qué gastan y en qué no, y se dan cuenta de lo que cuesta ganar dinero. Por otro lado, comenzar temprano el camino laboral puede otorgar ventajas competitivas a nivel experiencia, abriendo el camino a nuevas posibilidades futuras”, explica la psicóloga Isabel Pacheco.

Según muchos expertos, el trabajo agiliza la capacidad para mejorar las relaciones interpersonales. Trabajar desde muy jóvenes, amplia la red de contactos, desarrolla la empatía y enseña a ser comprensivo con los demás. Las relaciones con personas de diferentes edades y el trabajo en equipo desarrollan habilidades blandas, fundamentales para los tiempos actuales. Además, va construyendo vínculos que a la larga se pueden convertir en posibilidades para obtener mejores oportunidades laborales.

Lejos de esta mirada positiva sobre los beneficios de trabajar desde temprana edad algunos especialistas y también muchos padres aseguran que el exceso de trabajo hizo que sus hijos empeoraran su rendimiento en sus estudios universitarios e incluso los abandonaran.

“La presión y el estrés laboral pueden ser desafiantes para los jóvenes en una etapa donde todavía están madurando y desarrollando habilidades para afrontar las exigencias de la vida. El cerebro y las emociones son como una olla de presión. Cuando la presión es mucha, aparecen síntomas como los trastornos de ansiedad, la angustia y en muchos casos la depresión. Esto a la larga no trae nada bueno, porque cuando un joven abarca más de lo que puede, tarde o temprano, empeora su rendimiento académico y sus oportunidades futuras. En mi experiencia es saludable que tengan en tiempos universitarios un trabajo que los ayude a afrontar sus gastos particulares y a aprender la importancia del compromiso y los resultados del esfuerzo, pero siempre en un margen de exigencia lógica que no afecte las otras áreas de desarrollo socioemocional de su vida”, afirma el coach Martín Herrera. 

La decisión de trabajar y estudiar simultáneamente a temprana edad es compleja y depende de las circunstancias individuales de la persona. Es muy importante que cada joven analice individualmente qué quiere, cuáles son sus prioridades, sus talentos y capacidades. Por último, es clave ir conociendo las propias posibilidades, pero también las limitaciones. Eso se consigue probando, recorriendo un camino donde se aprende a reconocer que es lo mejor para la vida de cada uno. 

Testimonios

Martín Gonzaga

“Empecé a trabajar a los 18, cuando terminé el colegio y empecé la universidad.  Tarde mucho en terminar la carrera, más de lo que hubiese tardado solo estudiando, pero gané en experiencia y ascensos mientras avanzaba en mi carrera. Cuando me recibí ya era jefe de marketing mientras la mayoría de mis compañeros de universidad recién empezaban sus primeros trabajos. A la larga hice un posgrado y terminé siendo gerente de una multinacional. Conclusión: para mi estudiar y trabajar desde temprana edad fue una experiencia positiva”.

María Giménez

“Toda mi vida quise tener mi propio dinero. Por eso a los 17 mientras cursaba mi último año de colegio empecé a trabajar de camarera en un restaurant. Al año siguiente entré en la facultad de economía y conseguí un trabajo en un estudio contable. Trabajaba 8 horas diarias y después por la noche cursaba mi carrera. Sin embargo, hoy, visto desde lejos, siento que cometí un error. No gradué bien la cantidad de horas. Me agoté. Pasé por 4 años de enorme estrés, y no viví mi juventud a pleno. Mi vida era trabajar y estudiar y no existía el tiempo libre. Si tuviera que volver a hacerlo trabajaría, pero menos horas a la semana. Solo así me hubiese ido mejor en la universidad y hubiese rendido más en otras áreas de mi vida. Creo que lo ideal cuando estudias una carrera es trabajar 20 horas por semana. Solo de esa forma hay tiempo libre para uno y es posible tener la energía suficiente para equilibrar vida profesional, personal y académica de la mejor manera”.