La educación deficiente en nuestro país fomenta corrupción e ineptitud en cargos clave, asignados por afinidad política, no méritos. La inestabilidad histórica del país ha perpetuado conformismo y falta de pensamiento crítico. Urge reformar el sistema educativo.
Brújula Digital|19|06|25|
Waldo Molina
Somos conscientes de que la educación escolar y la formación profesional son el pilar fundamental de cualquier sociedad que busca el progreso y el desarrollo. Sin embargo, cuando el sistema educativo es mediocre y la formación escolar y profesional es deficiente, las consecuencias son devastadoras. Exactamente ese es el gran problema de nuestro país, y es por eso que existe tanta corrupción en nuestras instituciones. La mala asignación de cargos importantes a personas sin la debida formación conlleva a una situación en la que las leyes y normas son violadas impunemente y las disposiciones son ignoradas. Esto no solo afecta la calidad de vida de los ciudadanos, sino que también pone en riesgo la estabilidad y el futuro del país.
Los cargos de gobernantes, gobernadores, ministros, jueces y magistrados requieren una formación específica. Sin embargo, en nuestro país, ocurre todo lo contrario: son nombrados por afinidad política, parentesco o, como se dice vulgarmente, "a dedo", ignorando los méritos de los profesionales. Los procesos de designación basados en la meritocracia son manipulados, y los requisitos de asignación de cargos son ignorados.
Estas tendencias negativas en las generaciones que hoy ocupan cargos importantes en nuestro país son, indudablemente, producto de la inestabilidad política, social y educacional que ha caracterizado a nuestra nación durante muchísimos años. Nuestro país ha vivido una historia marcada por golpes de estado, racismo, marginamiento, abuso de poder y delincuencia, que han afectado profundamente nuestra idiosincrasia. Desde nuestra etapa escolar, como niños en formación, se nos ha limitado la capacidad de pensar críticamente y se nos ha vuelto conformistas.
Es imprescindible que se reformule profundamente nuestro sistema educativo ahora. Esto implica asignarle un presupuesto mayor del que tiene actualmente, implementar medidas de seguridad y estabilidad en el proceso de educación, promover la capacidad de adaptación al medio en el que viven los estudiantes, fomentar la participación ciudadana y la voz de niños y niñas, promover la igualdad y justicia en la sociedad. También es fundamental trabajar con los medios de comunicación para promover mensajes positivos y constructivos sobre la infancia y juventud.
Además, es importante hacer énfasis en la historia de nuestro país y promover la educación cívica, mediante charlas semanales o talleres que fomenten el respeto a nuestra Constitución Política del Estado, ley que rige nuestro diario vivir como ciudadanos. Solo a través de una educación de calidad y una formación integral, podremos construir un futuro mejor para nuestro país.
Waldo Molina es coronel de Ejército (sp)