Comunidades de la Chiquitanía implementan un proyecto de piscicultura en los municipios de Concepción y San Ignacio de Velasco, como una alternativa sustentable frente a la ganadería tradicional y la presión sobre el bosque
Brújula Digital |25|03|25|
Sumando Voces
Yenny Escalante
Comunidades de la Chiquitanía implementan un proyecto de piscicultura en los municipios de Concepción y San Ignacio de Velasco, como una alternativa sustentable frente a la ganadería tradicional y la presión sobre el bosque. Esta iniciativa busca fortalecer la seguridad alimentaria de las familias y generar ingresos económicos a través de la cría de peces en estanques.
Efraín Cuentas Peña, técnico del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) y responsable del proyecto, explicó que la piscicultura permite producir carne en menor espacio y en menor tiempo en comparación con la ganadería convencional, lo que la convierte en una opción más eficiente y nutritiva para las comunidades con acceso a fuentes de agua. “La producción de pescado es más rápida, ocupa menos superficie, tiene mayor volumen de carne, es mucho más nutritiva y, además, contribuye a reducir la presión sobre el bosque”, afirmó.
Cuatro comunidades son las que implementan los módulos piscícolas: Candelaria, Río Blanco y Makanaté, en el municipio de Concepción, y San Juancito, en San Ignacio de Velasco. En promedio entre 20 a 25 familias por comunidad participan en la iniciativa, las cuales están distribuidas en módulos piscícolas comunitarios. “Se cría pacú y tambaquí, que son especies amazónicas con alta aceptación en el mercado”, detalló Cuentas.
En la comunidad de Candelaria, dos módulos piscícolas benefician a 20 familias, mientras que en Río Blanco y Makanaté, un módulo en cada comunidad involucra a unas 17 familias. En San Juancito, donde ya existía una experiencia previa, se han fortalecido y ampliado los estanques, beneficiando a entre 20 y 25 familias.
El tiempo estimado para la cría del pescado listo para su comercialización es de aproximadamente ocho meses, cuando los ejemplares alcanzan entre 800 gramos y un kilo. Del total producido, el 60% se destina al mercado y el 40% al consumo familiar, asegurando la sostenibilidad del emprendimiento.
CIPCA prevé ampliar el proyecto a otras comunidades con potencial hídrico y adecuadas condiciones ambientales. “El objetivo es demostrar la producción y el potencial que tienen estas comunidades, que sea como una punta de lanza para ir abriendo y ampliando (proyectos piscícolas) en otras comunidades, donde, como le decía, siempre y cuando tengan el potencial, que cuente con las fuentes de agua y otras características necesarias para la producción”, concluyó el responsable del proyecto.
Además de la producción piscícola, la iniciativa busca articular esfuerzos con municipios y otras instituciones para fortalecer el sector. La piscicultura en la Chiquitanía se perfila como una estrategia clave para mejorar la economía local y garantizar la seguridad alimentaria de las familias rurales, ofreciendo una alternativa sustentable que reduce la presión sobre los ecosistemas de la región, enfatizó Cuentas.
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