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Sociedad | 11/01/2025   04:17

|OPINIÓN|Cuando Berlín queda más cerca: la paradoja de la circulación de los libros bolivianos|Manuel Contreras|

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Brújula Digital|11|01|25|

Manuel Contreras

En agosto de 2024, la Coordinadora de Historia publicó “Historia de Bolivia. Miradas plurales en su Bicentenario”, un esfuerzo colectivo de 17 historiadoras y arqueólogas bolivianas que abarca más de 15.000 años de historia, hasta 2005, en 770 páginas. 

El libro fue un éxito de ventas para Plural editores en la Feria Internacional del Libro de La Paz de ese año. A mediados de diciembre, Herbert S. Klein –profesor emérito de la Universidad de Columbia y especialista en historia boliviana– reseñó la obra en la Revista de la Carrera de Historia de la UMSA, calificándola como “uno de los libros más importantes que han aparecido sobre la historia de Bolivia en décadas” y “el mejor libro de síntesis (en un solo volumen) que existe actualmente en cualquier idioma sobre la evolución histórica de Bolivia”. 

Con entusiasmo, pronosticó que “se convertirá en una referencia obligada para todos los futuros estudiosos que trabajen sobre el país”.

No obstante, subrayo ese “optimismo” porque, en enero de 2025, el libro todavía no figura en las principales bibliotecas de La Paz ni en la Biblioteca Nacional de Bolivia en Sucre. Lo afirmo tras consultar los catálogos en línea de las bibliotecas de la Asamblea Legislativa Plurinacional, del Museo de Etnografía y Folklore, de la UMSA y de la Universidad Católica Boliviana, probablemente las más importantes de la ciudad. Así, miles de estudiantes, profesores, catedráticos y el público en general que no puedan adquirir el libro se ven sin acceso a él.

Alguien podría pensar que soy impaciente y que, en unos meses, la obra estará disponible. ¡Ojalá! Sin embargo, lo dudo, pues instituciones como la UMSA no asignan un presupuesto específico para la compra de libros y dependen casi por completo de donaciones. Incluso los ejemplares donados pueden tardar meses en ser catalogados.

En contraste, cualquier investigador o persona interesada que resida en Estados Unidos o Berlín puede consultar el texto de inmediato. Según el catálogo bibliográfico en línea, WorldCat, que accede a más de 72.000 bibliotecas, “Historia de Bolivia. Miradas plurales en su Bicentenario” se encuentra en los anaqueles de cuatro universidades estadounidenses (Kansas, Notre Dame, Princeton y Berkeley) y en la biblioteca del Instituto Ibero-Americano de Berlín.

Estos hechos revelan que, pese a estar a las puertas del Bicentenario, la circulación del conocimiento en Bolivia parece anclada en el pasado, cuando la llegada de libros dependía por completo del correo postal. Hoy, sin un servicio de correo operativo, Berlín (a más de 8.300 kilómetros de distancia) tiene acceso más rápido a los títulos de Plural editores que las propias bibliotecas paceñas o la Biblioteca Nacional de Bolivia (a tan solo 442 kilómetros de La Paz), la cual ya cuenta con una copia por el requisito del depósito legal en el Repositorio Nacional, dependiente del Ministerio de Culturas, Descolonización y Despatriarcalización en La Paz. Ojalá que, en los próximos meses, este importante volumen sea adquirido y puesto a disposición de los lectores en las principales bibliotecas del país. Estaremos pendientes de ello.

Mientras “Historia de Bolivia…” se distribuye con relativa rapidez en bibliotecas de Estados Unidos y Europa, su ausencia en las instituciones bolivianas deja en evidencia una paradoja preocupante: producimos libros de gran valor, pero no aseguramos su adecuada circulación ni lectura en el territorio nacional. Lamentablemente, no se trata de un caso aislado. Muchos otros volúmenes editados en Bolivia se encuentran disponibles en bibliotecas estadounidenses y europeas, mientras permanecen ausentes en las nuestras. 

Un ejemplo que conozco de primera mano es mi propio libro, “El surgimiento de la ingeniería en Bolivia. Formación y ejercicio de la profesión, 1900-1964” (Plural, 2022), el cual, según WorldCat aparece en más de 10 bibliotecas de Estados Unidos y Europa, pero sigue fuera de los catálogos de la Biblioteca Nacional de Bolivia (por que el ejemplar entregado hace dos años para el depósito legal duerme el sueño de los justos en el Repositorio Nacional) y de la biblioteca de la UMSA, a pesar de haber sido donado hace más de un año.

Para que esta reflexión no se quede en una simple anécdota, es fundamental que las autoridades, las editoriales y las bibliotecas unan esfuerzos para que conocer nuestra historia no sea un privilegio, sino un derecho. Como advertía el destacado editor y bibliógrafo Werner Guttentag: “No leer lo que Bolivia produce es ignorar lo que Bolivia es”. 

Dejemos de ignorarnos y fortalezcamos nuestras bibliotecas en beneficio de toda la población. Esto no solo implica destinar más recursos y mejorar la gestión, sino, sobre todo, fomentar un interés real por difundir el conocimiento que producimos en nuestro propio país. De lo contrario, ¿qué mensaje se les da a los y las investigadores bolivianos cuyas obras no se valoran en su propio país? Que no vuelva a ser la situación que ilustra el perverso refrán: “nadie es profeta en su tierra”. Una mejor política bibliotecaria puede cambiarlo. ¿Será el Bicentenario la oportunidad para lograrlo... o estoy siendo demasiado ingenuo?

Manuel E. Contreras es historiador y bibliófilo.






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