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Reportajes | 03/11/2018   10:18

En el mundo andino, los muertos siguen con nosotros y se marcharán recién en carnavales

Para el mundo andino, a diferencia de los sectores citadinos y mestizos, las almas no llegan el 1 de noviembre y se van el 2, sino que están en el mundo terrenal desde el 1 de noviembre hasta carnavales.

Celebración de Todos Santos: Foto: eabolivia

Maité Lemus

Brújula Digital |3|11|18|

No es coincidencia que el 31 de octubre se celebre la noche de Halloween, relacionada a la muerte, y que el 1 de noviembre sea el Día de Todos Santos, para el mundo cristiano-católico. El origen de ambas festividades fue una milenaria actividad celta, llamada Samhain, relacionada a la cosecha y al inicio de “las noches más oscuras” del hemisferio norte.

Esta fiesta pagana fue cristianizada y adoptada en buena parte de Europa, de donde llegó con sus dos versiones: Halloween a EEUU y otros países de influencia inglesa, luego derivada en una fiesta en la que la gente se disfraza y los niños piden dulces; y Todos Santos en el mundo católico.

Sin embargo, la costumbre de recordar a los muertos, establecer altares para que los familiares los recuerden e incluso colocar sus fotografías y comida favorita, solo se ha mantenido en pocos lugares, entre ellos México, donde la fiesta se llama Día de los Muertos, y Bolivia.

En nuestro país la celebración se mezcló con las tradiciones andinas y con los años se convirtió en una festividad de gran importancia. Para el mundo andino, a diferencia de los sectores citadinos y mestizos, las almas no llegan el 1 de noviembre y se van el 2, sino que están en el mundo terrenal desde el 1 de noviembre hasta carnavales, dijo Milton Eyzaguirre, antropólogo y jefe de la Unidad de Extensión y Difusión Cultural del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef).

Agregó que con la colonia llegaron diferentes costumbres, y explicó: “en ese tiempo, algunos cronistas afirmaron que los indígenas sacaban a los muertos de los chullpares y se los llevaba en andas para comer y beber con el resto de las personas, ya que los cuerpos estaban puestos en una circunstancia de “espera’”.

“La tradición era muy fuerte y no simplemente se focalizaba en un día”, contó Eyzaguirre.

Eyzaguirre, explicó que la circunstancia de aquello es: “los muertos tienen que venir a trabajar y lo tienen que hacer en el proceso de germinación de las semillas, hay un proceso de los rituales de este tiempo que es de fertilidad ya que los muertos llegan en el tiempo de lluvias porque se dice los muertos atraen la lluvia”.

Son varias etapas en las que se recuerda a los que murieron: La fiesta de las Ñatitas, el 8 de noviembre; fiesta de San Andrés, del 29 de noviembre, en la que se desenterraban a los muertos; y lunes de carnaval (Jiska Anata), la última fecha para recordar a los muertos. Después de eso, dijo el especialista, se los despide al cielo (Aya Marka).

En el área rural, contó, en algunas comunidades se sigue elaborando las tantawawas de “k’ispiña” que es harina de quinua, y que sirven para propiciar la fertilidad de los animales, seres humanos y de la tierra”, explicó el experto del Musef.

Por otra parte, Eyzaguirre considera que un elemento fundamental es la evolución de las tantawawas. Antes las caras de estas galletas no tenían adornos, pero ahora llevan figuras de personajes de dibujos animados o películas de acción.

Es así que la fiesta de Todos Santos pertenece a los rituales de duelo, tradición que en el altiplano y los valles adquiere matices distintos, pero el fondo los elementos son los mismos.

“Halloween cohesiona al entorno de amigos de diversión, y Todos Santos cohesiona al entorno familiar”. Eyzaguirre señaló que en algún momento estaba preocupado de que Halloween pudiera anular a la festividad de Todos Santos, pero ello no ha ocurrido,

Simbiósis

Fernando Cajías, historiador y docente de la UCB, mencionó que esta fiesta tiene una simbiosis entre la religión católica y la religión de espiritualidad andina indígena.

Cajías explicó que, en el mundo andino, especialmente aymara, existen cuatro armonías con los muertos: la naturaleza, lo sobrenatural, las demás personas y los otros muertos. Los pueblos andinos creían en la vida eterna, pero con una característica diferente.

“En lugar de ser un día triste, para el mundo andino la muerte tiene que ser un día alegre, un día de fiesta, entonces se los espera con comida, música, bebida, pero esto a veces genera un choque cultural a quienes no creen en eso, porque van a rezar al difunto y se encuentran con esta celebración”, dijo.

Además expresó que “actualmente ya no se hacen solo mesas en las casas, sino en las instituciones, esto es una fiesta dinámica, la simbología en torno a la mesa continúa y sobre todo la esencia que es el recuerdo de los muertos”.

Cajías aseguró que Todos Santos es una fiesta viva, continua, en el que la gente experimenta esta festividad de acuerdo a sus propias costumbres ya que en cada lugar existen sus variantes.

“En lugar de desaparecer esta costumbre, ha ido creciendo, a raíz de la globalización ha aparecido el Halloween y la gente festeja las dos cosas, y las figuras de las tantawawas cambiaron, esto hace la tendencia”.

Punto de vista aymara

Félix Layme, escritor y estudioso de la literatura aymara y docente de cultura aymara de la UCB, expresó que son las almas las que retornan durante tres años consecutivos. Si se quiere que las almas tengan descanso y envíen prosperidad y bendiciones, los dolientes están sometidos y obligados a elaborar las mesas por esos tres años.

Explicó que después de tres años el alma puede irse más allá. Además, la música sobresale en la celebración en todo mundo andino, “el concepto de vida existe hasta más allá, un aymara para vivir tiene que morir y tiene que morir para vivir, ese es el concepto de los aymaras”, dijo Layme.

Layme manifestó que esta festividad es una de las tradiciones más queridas del pueblo aymara y hay que respetarla. “Los hijos actuales de los aymaras lo que tienen que hacer es seguir esas corrientes y el aprendizaje, los que han perdido esas costumbres pueden irse a Halloween o a donde sea, pero un hijo descendiente de aymaras debería mantener la tradición”.





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