Promoción Empresarial|17|02|25|
Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las familias con niños diagnosticados con cáncer, la Fundación Nuestra Esperanza ha consolidado un proyecto transformador que brinda albergue, alimentación y apoyo integral psicológico, entre otros servicios, a quienes llegan desde diversas regiones del país en busca de tratamiento médico en la ciudad de La Paz. A esta noble causa se ha sumado Laboratorios Bagó de Bolivia, aportando con distintos programas de apoyo cuyo fin es ayudar a los menores a superar la enfermedad.
Mónica Méndez, presidenta de la Fundación Nuestra Esperanza, destacó que, desde hace 14 años, apoyan a familias afectadas por el cáncer infantil. En ese contexto, recientemente inauguraron su renovada casa albergue, ubicada en la zona de Miraflores, en la ciudad de La Paz. Este espacio tiene como objetivo garantizar que los niños reciban el tratamiento adecuado de manera continua, evitando que los padres, al no contar con un lugar donde hospedarse, abandonen el proceso de curación.
Gracias al apoyo de Laboratorios Bagó, la casa albergue cuenta ahora con 11 habitaciones completamente amobladas. Además de dotar los espacios con muebles y enseres, la empresa también ha entregado diarios especialmente diseñados para que los padres registren detalles sobre el tratamiento, alimentación y reacciones de sus hijos durante el proceso de recuperación.
“La Fundación Nuestra Esperanza nació hace 14 años para brindar apoyo a niños con cáncer y sus familias, y desde hace siete años contamos con una casa albergue para personas que provienen de otros departamentos. En este tiempo hemos colaborado con cerca de 400 familias. En Bolivia, el cáncer infantil solo se atiende en cuatro de los nueve departamentos, por lo que es fundamental que estas familias puedan llegar y seguir los tratamientos. Si no tienen un lugar donde quedarse o no pueden costear una estadía, lamentablemente abandonan el tratamiento y los niños no logran completarlo”, señaló Mónica Méndez.
Por su parte, Linda Ramírez, Jefa de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) de Laboratorios Bagó de Bolivia, destacó la importancia de un acompañamiento integral y un seguimiento constante para asegurar un tratamiento efectivo.
“Hemos trabajado junto con la Fundación en la creación de estos diarios, inspirados en modelos europeos. Nuestro objetivo es que los padres puedan registrar detalladamente el proceso de tratamiento para evitar complicaciones futuras y mejorar la calidad de vida de los niños. Además, nuestras campañas de prevención abordan temas cruciales como la nutrición y el cuidado emocional, que son fundamentales para enfrentar esta enfermedad”, comentó.
Carlos Mattos, Jefe de Producto de Laboratorios Bagó de Bolivia, subrayó que la empresa tiene como objetivo principal ofrecer a los niños la oportunidad de superar esta patología y llevar una vida lo más normal posible. En ese sentido, el diario permitirá un seguimiento detallado y ordenado, lo cual es esencial para el éxito del tratamiento.
Ambos destacaron que el compromiso de Laboratorios Bagó con la salud trasciende las donaciones, ya que la empresa también promueve campañas de concientización y prevención del cáncer infantil, adoptando un enfoque integral que incluye educación, alimentación adecuada y apoyo emocional.
Mónica Méndez expresó su agradecimiento hacia las instituciones y voluntarios que hacen posible esta labor social, pues muchos de ellos contribuyen con alimentos secos como arroz, azúcar, aceite y fideos, los cuales son destinados a los padres que llegan a diario con sus hijos o incluso a familias completas.
“Gracias a alianzas con empresas como Laboratorios Bagó y al trabajo incansable de nuestros voluntarios, podemos garantizar que estas familias encuentren un lugar seguro donde concentrarse en la recuperación de sus hijos, sin preocuparse por el alojamiento, la alimentación ni el apoyo psicológico”, concluyó Mónica Méndez.
Las historias de vida
La presidenta de la Fundación Nuestra Esperanza compartió que la entidad comenzó su labor social hace 15 años, con el Dr. Eduardo Aranda, el único pediatra oncólogo en Bolivia en ese entonces. Al principio, se brindaba apoyo con medicamentos y exámenes, pero pronto se dieron cuenta de la importancia de contar con un espacio de albergue para las familias que llegaban desde el interior del país.
Uno de los casos que relató Mónica Méndez fue el de una familia proveniente de Cobija, Pando, que se quedó en el albergue durante 11 meses. El viaje hasta La Paz les tomaba cuatro días, y el mismo tiempo para regresar, ya que lo único que deseaban era que su hijo recibiera el tratamiento adecuado. Otros casos fueron de familias que permanecieron entre 3 y 20 días, y luego regresaron para continuar con los tratamientos.