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Política | 19/10/2020

No pudo ser peor. Tanto nadar para ahogarse en la orilla

No pudo ser peor. Tanto nadar para ahogarse en la orilla

Brújula Digital |19|10|20|

Amalia Pando, tomado de Cabildeo Digital

Este 18 de octubre será recordado como el día de la rendición del pueblo boliviano al proyecto dictatorial de Evo Morales. Votó en paz y sin presión por el candidato designado por el jefazo del MAS, Luis Arce, dándole el triunfo en primera vuelta con un 52% de los votos. 

Es un porcentaje tan alto que solo se compara al obtenido por Evo Morales en 2005 y superior en más del 5% al conseguido el año pasado por Evo Morales con fraude y todo. 

Gracias Camacho

Carlos Mesa perdió algo más de un 6% de votación en relación a las anuladas elecciones del 2019. Bajó del 37% al 31%. Su derrota y la operación retorno de Evo Morales se la deberemos por siempre a Luis Fernando Camacho. 

Todo el mundo se lo había advertido y sin embargo persistió en una postulación regional que no le sirvió para nada salvo para sepultar a la democracia.

La victoria es de los masistas del entorno de Creemos, que tenían el objetivo de dividir el voto, y de los gonistas como Carlos Sánchez Berzaín, Juan Carlos Durán y Freddy Teodovic, que querían impedir el triunfo de Mesa y lo consiguieron. 

Camacho ha cavado su propia tumba, a la que arrastrará a rancios derechistas, que habían resucitado, como Manfred Reyes Villa, y otros que llamaron a dividir el voto y que seguramente ya están comprando pasaje de regreso a Estados Unidos. 

El único atenuante de Camacho es que no es el único responsable de estos catastróficos resultados para la democracia. 

Jeanine, Murillo y su combo

El gobierno transitorio de Jeanine Añez fue la coronación de la “Revolución de las Pititas”. Debía estar destinado a ser el ejemplo de un gobierno democrático y diferente al de Evo Morales. 

Pero no resultó muy diferente, sólo de signo político contrario. En tan poco tiempo de gestión se descubrieron demasiados casos de sobreprecios y adjudicaciones directas, casi insignificantes en relación a los negociados azules, pero desilusionaron e indignaron a la población. 

Se sumó a ello la prepotencia de Arturo Murillo, el superministro, que destituyó a todo aquel que le pidió cuentas, como el procurador José María Cabrera o al director de la Unidad de Investigaciones Financieras, Ramiro Rivas. 

Marinkovic en el gabinete 

Por otro lado, la incorporación en el gabinete de Branco Marinkovic, el representante de los ricos e insurrectos del oriente, solo reforzó la persistente cantaleta del MAS sobre la “derecha golpista y hambreadora”.

Se suma otro hecho reciente. Marinkovic nombró en la presidencia del Banco Central de Bolivia a una personalidad cruceña ajena a la economía y relacionada a escándalos de corrupción del pasado, lo que derivó en la renuncia de cuatro directores del ente emisor. 

Candidatura y pandemia 

Pero el grueso de la desilusión causada por Jeanine estuvo en su candidatura, que fue interpretada por la población como un acto de oportunismo y que la distrajo de su gestión, particularmente de los estragos que causó el COVID-19. La pandemia dejó un número escalofriante de gente sin trabajo, de enfermos y muertos y un sistema de salud que en meses no pudo responder a la emergencia. Todo ello dejó morir a miles.

Obvio que también el MAS tuvo su cuota parte de responsabilidad con los bloqueos a los tanques de oxígeno y la negación de la existencia del coronavirus. Pero para el grueso de la gente, eso no cuenta: si alguien perdió el empleo en la cuarentena o si su papá murió en la puerta del hospital, la culpa es del gobierno de Jeanine. 

Cuánto más se prorrogó este gobierno, que debió irse el pasado 6 de agosto, más tiempo tuvo el MAS para reponerse de la huida de su jefazo y la inicial estampida partidaria. Capitalizó todos los errores de Jeanine, que en cambio afectaron negativamente a Mesa. Éste, para una mayoría, era del mismo bando de Jeanine. 

La renuncia de Añez a su candidatura ayudó, pero el daño ya estaba hecho. 

Del núcleo duro, al 52%

Se estimó que el núcleo duro del MAS estaba en un 30% a 35%. ¿Cómo saltó al 52%? Si hubo indecisos, que en las encuestas estaban alrededor del 20%, todos ellos terminaron votando por el MAS. Tal vez no eran indecisos, simplemente era parte del voto oculto, de aquellos que ni en boca de urna quisieron revelar por quién votaron. 

El MAS sumó ese caudal de las actas como población rural y periurbana, rica o pobre, pero todos de ascendencia indígena. Una población con la que Mesa no tenía ninguna posibilidad de empatía. 

El miedo

El factor miedo, “vuelve el MAS, cuidado”, que muchos pensaban podía ayudar a Mesa, también ayudó al MAS. Si ganaba Mesa, al día siguiente comenzaba la convulsión, los bloqueos, los asaltos y la violencia. 

En 2005 la clase media votó por Evo Morales para que deje de bloquear al país. Y este 2020 muchos volvieron a hacerlo para ahorrarse otro noviembre negro. 

Voto contra los k’aras

La “Revolución de las Pititas” derivó en la renuncia y huida de Evo Morales que hace un año se encontraba desgastado por su obsesión de perpetuarse en el poder, objetivo para el que violó la constitución y recurrió al fraude. 

Sin embargo, su caída fue una afrenta para el electorado aymara y quechua que encontró en Evo Morales a su libertador, aunque poco o nada hiciera por ellos. 

Las denuncias contra Morales sobre el saqueo de millones de dinero público, de los negociados con las megaobras que no sirven para nada e inclusive el abuso de su poder para perseguir y encarcelar y hacerse de amantes casi niñas, todo eso es cierto y por lo tanto no son inventos de una “guerra sucia” electoral, y si embargo no conmovieron al 52% del electorado. 

Evo Morales, como sea, es de ellos, y la “Revolución de las Pititas” les arrebató su mayor conquista; y, aunque sea un espejismo, les arrebató el poder. Cuando este domingo se abrieron las urnas hicieron lo que tenían que hacer, votar contra los k’aras. 

Volverán sedientos de venganza

Posiblemente la elección de este 18 de octubre será la última libre y democrática. Las siguientes serán amañadas siguiendo el ejemplo del dictador Nicolás Maduro. 

Luis Arce se pondrá la banda presidencial, con seguridad no de las manos de la “golpista Añez”, en medio de los aplausos de Evo Morales, Juan Ramón Quintana, Cristina Kirchner, Nicolás Maduro, Pablo Iglesias y todo el foro de Sao Paulo. 

Perdimos la posibilidad de sancionar la corrupción, de independizar la Justicia, el Tribunal Electoral y otros órganos del Estado, que nuevamente serán sometidos a la voluntad del jefazo. 

Nos hundirán en el endeudamiento con los chinos para paliar la crisis económica y en el Chapare se vivirá la gloria. 

Pienso en los policías que se amotinaron hace un año, en los militares que juraron lealtad a la democracia, en los médicos, en Adepcoca de Franklin Gutiérrez, en los periodistas que no se doblegarse al régimen de Evo, en la propia presidenta Añez y sus ministros Murillo, López, Núñez y Marinkovic. Mejor ni pensar…

Volverán como buitres sedientos de venganza a tomar posesión de Bolivia y mover todo lo que sea para que nunca más los desalojen del poder. 

Mesa perdió esta elección, sin embargo, somos todos –incluido ese 52% que votó por Arce– los que perdimos la posibilidad de vivir en democracia. Si Venezuela y Cuba son el reflejo de lo que Morales se propone con Bolivia, entonces el dolor de esta derrota será por siempre.

BD



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