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Política | 24/11/2025   17:12

Las pugnas entre Paz y Lara empiezan a generar preocupación y malestar en la ALP

Analistas ven que cada mandatario representa a un “otro país” y que se debe establecer qué hay en el origen y trasfondo de sus rencillas.

Paz y Lara el pasado 8 de noviembre tras asumir el mando. Foto: ABI.
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Brújula Digital|24|11|25|

Los desencuentros y duras alusiones cruzadas entre el presidente Rodrigo Paz y el vicepresidente Edmand Lara, cada vez más frecuentes apenas 16 después de su juramentación, y la exposición pública del evidente quiebre, en redes sociales y medios de comunicación, pasaron de ser una anécdota en la conversación cotidiana de la gente, a una preocupación y motivo de inferencias entre legisladores y analistas.

Descontento en la ALP

La serie de ataques e indirectas ya no puede dejarse de lado y los asambleístas de diversas fuerzas empiezan a manifestarse. El diputado de Unidad, Alejandro Reyes, pide a los mandatarios “reflexión” y sostiene que “tiene que haber cohesión, no puede haber oposición dentro del mismo gobierno”. María Elena Pachacute, diputada de Libre, es más dura: “el señor Lara está haciendo que se extrañe el silencio del anterior vicepresidente, David Choquehuanca. Es importante resolver los problemas de la gente, de la población que ha confiado en ellos con su voto. Los bolivianos se están cansando de escuchar novelas y quejas”.

Finalmente, Daniel Fernández, diputado del oficialista PDC, espera que “de una vez pueda pasar este tipo de malestares, para que ya puedan ponerse a trabajar”, y señala que “el vicepresidente Lara es nuevo en la política y puede tener errores y equivocaciones, como todo ser humano”.

¿Qué hay detrás de todo?

El analista político Hernán Terrazas considera que “algún tipo de motivación extraña tiene que haber para que Edmand Lara se haya dedicado sistemáticamente a cuestionar las decisiones presidenciales, cosa que obviamente no es su tarea”. Terrazas cuestionó que el vicepresidente “realiza viajes más que sospechosos e injustificados a Brasil y Paraguay”, alegando que “el gobierno debe desentrañar el argumento de fondo: ¿qué hay detrás del telón vicepresidencial?, ¿a qué intereses obedece esta campaña negativa contra el presidente y el país? 

Por otro lado, el también analista, Diego Ayo, afirma que “está claro que Lara es un opositor, y un opositor beligerante. La pregunta es ¿qué se hizo para sea haga opositor?”. Lo que queda claro, en su criterio, es que el vicepresidente “está aprovechando cada vacío que Paz va dejando a su paso, vacíos políticos que son casi inevitables”.

Un quiebre sostenido

El viernes pasado, Lara usó su cuenta en TikTok para para advertir que “Rodrigo Paz se está rodeando de gente de la peor calaña”, señalar que “yo no soy su enemigo, siempre he tratado de aconsejarle y desearle lo mejor” y rematar con la dura sentencia de que “cada día nos desilusionamos y nos desencantamos más de nuestro presidente”. Al día siguiente, Paz respondió aseverando que: Lara “ha tenido una semana complicada en lo familiar” –en aparente referencia a un incidente sobre su esposa, que el propio Lara denunció como manipulación digital–, y que “las puertas siempre están abiertas al diálogo, pero está claro, yo por TikTok, no habló”.

Ya en la etapa proselitista se había detectado fricciones entre Paz y Lara y, tras una tregua para la segunda vuelta, estas reaparecieron con fuerza: en los primeros días de gobierno, Lara sugirió a Freddy Vidovic como ministro de Justicia; cuando este fue destituido, por tener sentencia ejecutoriada, Paz quiso poner a Jorge García, pero desde la vicepresidencia le atribuyeron “un rosario de denuncias”.  

En este difícil contexto, Ayo hace una lectura interesante: en su criterio, los impasses tienen un trasfondo de representatividad: “el electorado que sigue a Lara es rural, de El Alto y de occidente”, afirma y advierte que “es otro país” en relación a las señales que da Paz: “su gabinete es absolutamente meritocrático, lo que es loable, pero a la vez muestra que corre el riesgo de entramparse en 2003, 2005 e incluso 1997”, en referencia a los problemas de exclusión que caracterizaron a la etapa neoliberal.

BD/MZS



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