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Política | 21/11/2025   09:46

|OPINIÓN|Paz Zamora y Paz Pereira, una carrera histórica de relevos

La relación Paz-Paz refleja un relevo generacional decisivo en la política boliviana. Jaime Paz impulsó la democracia y reformas clave; Rodrigo Paz propone un “capitalismo para todos” y critica el “Estado tranca”, proyectando continuidad en la modernización institucional.

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Brújula Digital|21|11|25|

Omar Chávez-Susana Peñaranda

El vínculo Paz-Paz (Jaime Paz Zamora y Rodrigo Paz Pereira) es, a primera vista, familiar; sin embargo, en su esencia es una relación histórica y política, entre generaciones que están situadas e interactúan en dos tiempos distintos.

Son, en palabras del sociólogo Mannheim, dos “posiciones generacionales”. Entre ellas existe una tercera posición generacional, un nexo conflictivo, la del MAS. La primera ha sido combatida y negada por la posición generacional del MAS, y la tercera ha surgido como negación de esa posición. La vinculación Paz-Paz expresa esa carrera de relevos que es la historia y, por eso, contiene la referencia histórica política más avanzada para que el país salga adelante, a la cabeza del nuevo presidente.

En 1977 Jaime Paz Zamora instaló en la mente del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) las tesis del “entronque histórico” que articuló a esa generación política al cauce político más amplio y fuerte, la Revolución Nacional, y aproximó al MIR a la generación que la condujo. Desde entonces el MIR dejó de ser una expresión de la “izquierda inviable”. Con esas tesis, Paz Zamora terminó por imponerse a Zavaleta Mercado, quien corría desde el nacionalismo revolucionario hacia el marxismo leninismo, y cuyo propósito era llevar al MIR hacia esa postura doctrinaria y política.

El MIR dejó definitivamente la idea de la utilización de las armas en la lucha por el poder político, y se hizo de las herramientas verbales y numéricas, participando en las elecciones de la transición a la democracia y avanzando por el horizonte señalado por la Constitución Política de 1967.

Así, abrió su propio camino, mientras que sus coetáneos de la región como el MIR chileno, los tupamaros de Uruguay, los Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de Argentina, y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia, organizados en la Junta de Coordinación Revolucionaria, el “internacionalismo armado” de las izquierdas del Cono Sur de América, buscaban convertirse en efectivas, violentas, selectivas y frías máquinas de matar, como señaló el Che en 1967.

Jaime Paz Zamora había hecho una reforma moral e intelectual al interior del MIR y de su generación. En la década de los 80, el MIR se dividió, pero todas las fracciones continuaron el rumbo de aquella Constitución Política y las elecciones democráticas. En julio de 1992, el presidente Jaime Paz Zamora convocó a los principales líderes políticos y juntos sellaron el acuerdo y la reforma constitucional que dieron lugar a la construcción de la institucionalidad democrática más importante del siglo XX, e impulsaron el desarrollo de las tendencias que perfilaron la construcción de: a) un Estado Constitucional, esto es, un orden político de libertad, donde la libertad esté basada en los derechos y no en la tolerancia de los gobernantes, o las acciones de los llamados “movimientos sociales”, b) una Bolivia que se reconoce multiétnica y pluricultural y c) un Estado con autonomías plenas.

El llamado neoliberalismo en 1985 cerró el ciclo vicioso de dependencia estatal centralizado y clientelista, superó la hiperinflación, los déficits fiscales insostenibles y una economía colapsada por el estatismo; e impuso la liberalización de los precios, un tipo de cambio flotante, la austeridad fiscal, redujo la inflación a un dígito, atrajo inversión extranjera directa y generó un crecimiento moderado pero sostenido (3-4% anual PIB).

Comparado con vecinos (Argentina, Brasil), Bolivia salió mejor parada en la “década perdida”,   posdeuda, con reservas crecientes y deuda reducida (de 140% a 55% PIB). Preparó el boom del gas 2006-2014 que el régimen masista despilfarró dejando a Bolivia en la ruina.

El tiempo 1985-2005 marca el periodo más avanzado de la construcción democrática y económica contemporánea. Jaime Paz Zamora y su generación contribuyeron a trazar esas líneas del destino histórico democrático de Bolivia, proyectándose como la generación de la democracia. Rodrigo Paz Pereira, tal vez sin proponérselo, está haciendo su propia reforma moral e intelectual. El núcleo de esta reforma es la idea de “capitalismo para todos”, que le da un significado amable al capital, en un contexto históricamente anticapitalista y colectivista como es el boliviano.

Probablemente haya leído textos de Hernando de Soto, pero sí es evidente que ha escudriñado los misterios del capital y ha visualizado un nuevo sendero que tiene enfrente al “Estado tranca”. La idea de “capitalismo para todos” busca un sistema capitalista incluyente y accesible para la mayoría, a través de la legalización y formalización de los activos de los sectores populares, permitiendo su participación plena en la economía formal. El “capitalismo para todos” facilita la movilidad social y económica, promoviendo los proyectos de vida de los individuos.

La crítica al “Estado tranca” tiene ese sentido libertario sobre lo estatal que señala que el Estado debe dejar de ser un obstáculo, una presencia opresiva para los ciudadanos.

Esta crítica se complementa con la propuesta de 50/50 que es la base para el desarrollo de la segunda etapa del proceso autonómico y superar la recentralización que impulsó el masismo.

En la historia política de un país, no se puede pretender ser un “primer tigre”. Ortega y Gasset escribió que “mientras el tigre es siempre un ‘primer tigre’, que estrena el ser tigre, el hombre es heredero de un pasado, de una serie de experiencias humanas pretéritas, que condicionan su ser y sus posibilidades”. Por eso, en momentos de profunda crisis como la que vivimos hoy, las posibilidades de salir adelante están en el pasado, no solo en las potencialidades del presente, del mismo modo que una carrera de relevos no depende sólo del corredor que espera adelante. Es que “el individuo humano no estrena la humanidad (…) De aquí que su humanidad, la que en él comienza a desarrollarse, parte de otra que ya se desarrolló y llegó a su culminación”.

Paz-Paz es más que un vínculo para la transmisión de experiencias. Es una fórmula para que el país salga adelante, a la cabeza del nuevo Presidente porque es una unión que vincula a Paz Pereira a la situación generacional más avanzada de nuestra historia política contemporánea: Paz Zamora es el “corredor saliente”, y el nuevo presidente, el “corredor receptor”, que podría culminar la carrera de la construcción democrática y económica más avanzada de Bolivia. Todo depende.

En 1973, en una reunión con dirigentes del MIR en Caracas, Jaime Paz cavilaba sobre su hermano Néstor y cómo pasó a la historia, él ya ha marcado su paso, ahora le corresponde al presidente Rodrigo Paz Pereira marcar el suyo.





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