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Política | 13/10/2025   02:00

|OPINIÓN|Bolivia y la urgencia de un debate con contenido|Jorge Dulon|

La práctica democrática exige ciudadanos críticos, periodistas responsables, políticos con visión y un país dispuesto a pensarse más allá de la coyuntura.

Los candidatos Rodrigo Paz y Jorge Quiroga en el debate electoral organizado por el TSE. Foto captura Unitel.
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Brújula Digital|13|10|25|

Jorge Dulon

En vísperas de las elecciones presidenciales y del balotaje, a realizarse en octubre de 2025, Bolivia enfrenta una vez más una campaña electoral marcada por el ruido, el morbo y la superficialidad. Los llamados “debates” –si es que merecen ese nombre– se han convertido en espacios de confrontación vacía, plagados de acusaciones cruzadas y frases ensayadas; en lugar de convertirse en escenarios para pensar colectivamente el país que queremos construir.

En lugar de discutir ideas, discutimos personas. En lugar de hablar de proyectos, hablamos de polémicas. Y mientras tanto, el tiempo avanza, los problemas estructurales se profundizan y las oportunidades de futuro se diluyen entre titulares y memes.

Lo que está ausente en esta campaña no es la pasión política, sino el contenido. Falta la discusión profunda sobre los pilares éticos, valóricos y filosóficos del Estado Plurinacional, sobre el modelo de sociedad que aspiramos a consolidar; sobre cómo reinterpretar y actualizar conceptos que hace más de una década fueron presentados como revolucionarios –la economía plural, el comunitarismo, las autonomías– pero que hoy viven a medio camino entre la retórica y la práctica.

Bolivia necesita repensarse, pero para eso se requiere debate. Y debatir implica escuchar, argumentar y proponer; no descalificar. En otros países –aquellos que solemos citar como ejemplo de democracia consolidada los debates electorales son verdaderos ejercicios pedagógicos de ciudadanía: los candidatos deben demostrar conocimiento, solvencia técnica, capacidad de negociación y visión estratégica. El público aprende, compara y evalúa. Aquí, en cambio, los debates se han reducido a un trámite mediático; un ritual vacío que confirma más las debilidades del sistema político que su madurez.

Este déficit no es solo culpa de los políticos. Es una falla estructural que involucra a todos los actores de la vida pública boliviana. Los periodistas y moderadores, muchas veces atrapados entre la inmediatez del rating y la precariedad de la formación, no siempre promueven la reflexión ni la confrontación de ideas.

Los analistas se han vuelto opinadores de coyuntura, rehenes de la polarización. Las organizaciones sociales y dirigencias políticas han priorizado el cálculo antes que la pedagogía democrática. Y la sociedad civil, en gran medida, se ha acostumbrado al morbo político, al comentario rápido, al juicio sin información.

Las preguntas incómodas son inevitables: ¿cuántos ciudadanos conocen a fondo los programas de gobierno de los candidatos? ¿Cuántos se han tomado el tiempo de comparar propuestas, de entender sus implicaciones, de plantear sus propias ideas para mejorar la situación del país?

Las respuestas son desoladoras. La mayoría de los bolivianos participa de la política desde la emocionalidad, no desde la razón; desde la simpatía o la bronca, no desde la reflexión. Se consume política como se consume entretenimiento, y así la política termina convirtiéndose en un espectáculo que distrae más de lo que educa.

Sin embargo, la salida no está en la resignación, sino en la corresponsabilidad. La democracia no puede sostenerse solo en el voto; requiere participación efectiva, diálogo informado y control ciudadano constante. El Estado tiene la obligación de garantizar espacios de deliberación transparente y plural, pero la sociedad también tiene el deber de prepararse para ocuparlos con altura.

La democracia no mejora por decreto, sino por práctica. Y la práctica democrática exige ciudadanos críticos, periodistas responsables, políticos con visión y un país dispuesto a pensarse más allá de la coyuntura.

Bolivia necesita volver a debatirse a sí misma. No por nostalgia de lo que fuimos, sino por urgencia de lo que aún podemos ser.

Jorge Dulon es administrador público, cientista político y presidente del Concejo Municipal de La Paz. 



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