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Política | 03/10/2025   03:20

|OPINIÓN|La urgencia de la concertación en Bolivia|Javier Torres Goitia|

El que resulte electo, por más fuerte que hable, es simple y llanamente nuestro empleado público para ayudarnos a construir lo que queremos. Por lo tanto, el llamado es a la vigilancia activa y al apoyo crítico.

Foto ABI. Archivo.
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Brújula Digital|03|10|25|

Javier Torres Goitia 

Después de 20 años de hegemonía de un solo individuo que se arrogó la representatividad mayoritaria en Bolivia, nos hemos acostumbrado a la violencia política como instrumento de propaganda. Esta estrategia ha dejado peligrosas costumbres, aunque la mayoría de los bolivianos ya decidió que ese camino no es constructivo para la democracia, la paz y la libertad. 

La confrontación es una estrategia de doble filo. Si bien permite una diferenciación clara en propuestas y valores, un enfoque excesivo en el ataque genera rechazo en la ciudadanía. En contextos polarizados aumenta la división social, perjudicando el clima democrático. La confrontación debe ser una herramienta para contrastar ideas de forma racional, no para el desgaste moral.

El verdadero mandato ciudadano: cambio Vs. continuidad

Hay un hecho contundente que los candidatos actuales parecen olvidar: el 70% de los bolivianos dijo en las urnas que no quiere más del anterior modelo de gestión. La gente votó por poner un punto final a la hegemonía y eligió un camino de cambio radical, no solo económico, sino social, ético y moral. Esta exigencia tiene una base numérica sólida al analizar el 100% de los votos emitidos en la primera vuelta, donde la voluntad ciudadana se manifestó en dos fuerzas claras.

Por un lado, el Bloque del "Sí al nuevo rumbo" (la oposición democrática), cuyos votos válidos representan ≈66,2% del total de votos emitidos: el voto legítimo y directo que busca un nuevo rumbo.

Por otro lado, está el voto de la continuidad y resistencia a la democracia, que representa la base fragmentada del anterior oficialismo unida por su oposición a la agenda democrática. Este bloque suma el voto nulo (promovido por el líder autocrático como un boicot al proceso, con 19,87% de los votos) y el voto por las facciones MAS (Del Castillo, Rodríguez, Fernández, con ≈13,35%).

El dato es contundente: la fuerza total que representa la continuidad del modelo MAS apenas alcanza el 33,22% de los votos emitidos. Esto significa que más de dos tercios de los bolivianos han expresado su voluntad ineludible de cambio.

El peligro del salvador y la exigencia de apoyo popular

Vemos con estupor y mucha preocupación que los dos candidatos restantes en la contienda siguen basando su popularidad en el camino del “Salvador que tiene la bala de plata”. Sabemos que eso no es verdad. La destrucción institucional que nos deja el MAS no se arregla con una bala mágica, sino con una política económica, social, ética y moral seductora, conciliadora y, fundamentalmente, enfocada en la reparación nacional, además de buscar hacer entrar en razón a los confundidos que tengan buena fe. Con los otros, ni perdón ni olvido: solo justicia.

El nuevo gobierno necesitará el apoyo popular por tres realidades ineludibles:

El ajuste económico y la calle. La crisis demandará inevitablemente la liberación de precios y la eliminación de subvenciones insostenibles. Para sostener estas medidas difíciles pero vitales que estabilizarán la economía, el gobierno requerirá que la ciudadanía comprenda y respalde al nuevo gobierno en las calles, siempre y cuando no haya soberbia, clasismo, racismo, regionalismo o corrupción.

La lucha por la justicia. La reforma del aparato judicial es la tarea más urgente, e implica luchas corporativas. El nuevo presidente solo podrá sostener esta lucha, traer de vuelta a los más de 2,400 exiliados y liberar a los más de 500 presos políticos, si cuenta con el apoyo popular masivo y visible que exija transparencia.

Eficiencia del Estado y medidas antipopulares. Reestablecer un aparato administrativo eficiente requerirá fuertes medidas de racionalización. Para implementarlas, el gobierno necesitará sentir el respaldo de la gente en la calle ganado con verdad y seducción política para contrarrestar la presión de los grupos de interés. No nos olvidemos de ese 33% que al menos una parte está entrenada casi militarmente en las calles por los jerarcas de la dictadura.

Esa gente, ese pueblo, no es nuevo en esto. Derrotó la dictadura de la oligarquía en 1952, derrocó la dictadura militar de Banzer en 1978, le dijo al dictador Morales el 21 F que no lo quería más, y en 2019 con la Pititas (participación popular democrática y espontánea) derrocó al dictador. Es decir, este dictador ya fue derrotado tres veces por la gente en modo Pitita.

Ahora, la fuerza de las Pititas debe ir más allá del voto. Faltan unas cuantas semanas para la verdadera verdad... Para esa fecha ya debemos estar organizados en las ciudades y el campo, en las cuadras, en los barrios y en las comunidades.

El que resulte electo, por más fuerte que hable, es simple y llanamente nuestro empleado público para ayudarnos a construir lo que queremos. Por lo tanto, el llamado es a la vigilancia activa y al apoyo crítico.

¡Pititas a desempolvarse y estar alertas! “Bolivia es de todos, con todos y para todos”.

Javier Torres Goitia Caballero fue ministro de Salud.





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