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Política | 27/09/2025   10:42

PDC plantea restablecimiento pleno de vínculos con Chile; Libre sugiere no precipitarse

Ambos frentes coinciden en que Bolivia necesita una política exterior desideologizada, pragmática y con visión de Estado, tras dos décadas de alineamientos automáticos.

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Brújula Digital|27|09|25|
 
Especial de Javier Viscarra

La posible reanudación de relaciones diplomáticas con Chile, una vez que se instale el próximo gobierno en Bolivia en noviembre, revela diferencias de enfoque entre los dos frentes que disputan la Presidencia. Mientras el Partido Demócrata Cristiano (PDC), que postula a Rodrigo Paz Pereira, plantea un restablecimiento pleno de relaciones, la alianza Libre, liderada por Jorge “Tuto” Quiroga, se muestra más cautelosa. Así quedó de manifiesto en un conversatorio virtual del ciclo Diálogos al Café de Marcos Escudero, realizado la noche del viernes.

El diplomático Julio Alvarado, en representación del PDC, sostuvo que Bolivia debe dar el paso de retomar vínculos diplomáticos con Chile, apoyándose en una agenda bilateral amplia que incluye temas urgentes de cooperación. Al mismo tiempo, señaló que el país no puede obviar una revisión de los procesos internacionales llevados ante la Corte Internacional de Justicia –por la demanda marítima y el caso del Silala– con el fin de establecer responsabilidades internas.

El excanciller Javier Murillo de la Rocha, en nombre de Libre, coincidió en la necesidad de mantener activa la agenda bilateral, pero advirtió que la reanudación de relaciones diplomáticas no debería ser de inmediato y menos precipitarse. A su juicio, el contacto existente a través de los consulados generales en La Paz y Santiago ya permite un canal fluido de intercambio, equivalente en muchos aspectos al de embajadas.

El debate fue abierto por el también diplomático Víctor Rico Frontaura, quien trazó un completo panorama del contexto internacional. Señaló que el mundo se encuentra en plena reconfiguración y advirtió que ello condiciona el margen de acción de países como Bolivia.

Sobre esa base y otros puntos acordados previamente, tanto Murillo como Alvarado coincidieron en la urgencia de replantear la política exterior boliviana tras dos décadas de extravíos y excesiva ideologización. Desde ópticas distintas, ambos reclamaron un servicio exterior profesional, una agenda pragmática y la necesidad de reconstruir credibilidad frente a socios estratégicos.

Murillo subrayó que la política exterior debe ser un patrimonio del Estado y no de un gobierno, recordando que el alineamiento ideológico del MAS con regímenes afines no produjo beneficios tangibles. Planteó como ejes inmediatos la universalidad en las relaciones, la apertura de mercados financieros, la atracción de inversiones y la revisión de la presencia diplomática en destinos que no reportan ventajas al país. 

Consideró imperativo salir del ALBA, redefinir la participación en la CELAC y recuperar la relación con Estados Unidos, incluso con el restablecimiento inmediato de embajadores.

En cuanto al relacionamiento regional, sostuvo que Brasil debe ser el socio prioritario por su peso económico y político, y que con Argentina urge reencauzar la relación bilateral. Al referirse al comercio por puertos del Pacífico, cuestionó la dependencia de Arica y sugirió mirar con mayor atención las oportunidades en Ilo y el nuevo puerto de Chancay en Perú.

Alvarado, por su parte, criticó el aislamiento internacional en el que ha quedado Bolivia durante los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce. Recordó que en los actos del Bicentenario apenas se contó con la asistencia de la presidenta de Honduras, lo que refleja la pérdida de vínculos. Rechazó la política de alineamientos automáticos, ejemplificando con las abstenciones de Bolivia en la ONU respecto a la invasión rusa en Ucrania o al uso de armas químicas por parte de Siria, donde el país siguió la línea de Moscú.

Para el diplomático, la prioridad debe ser reconstruir las relaciones con los vecinos y con las potencias occidentales, además de recomponer los lazos con la Unión Europea tras las fricciones de 2019. Propuso mirar con pragmatismo los mecanismos de integración: fortalecer la Comunidad Andina, evaluar con realismo la pertenencia al Mercosur y no quedar al margen de corredores bioceánicos que están redefiniendo los flujos comerciales hacia el Asia. En este sentido, coincidió con Murillo en la importancia del puerto de Chancay y en la urgencia de recuperar la credibilidad de Bolivia como socio confiable.

Tanto Murillo como Alvarado convergieron en un punto sensible: la necesidad de reestructurar la carrera diplomática. Murillo defendió el restablecimiento del escalafón y la recuperación de la Ley 1444 como marco jurídico, mientras que Alvarado enfatizó que la diplomacia debe enfocarse en comercio, turismo e inversiones, con un perfil eminentemente profesional.

El debate dejó claro que, más allá de las diferencias de ritmo en la relación con Chile, existe consenso en que Bolivia necesita una política exterior desideologizada, con brújula propia y menos proclive a los entusiasmos pasajeros. La gran tarea del próximo gobierno será, en definitiva, devolver a la política exterior su verdadero carácter de política de Estado.

BD/JV/RPU





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