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Política | 22/08/2025   03:52

Carta a Nidia Monje de Doria Medina y Sandra Doria Medina Monje

Estuve muy cerca de votar por Samuel; lo decidí recién el día anterior, y tras sufragar dije a mediodía en pantalla, junto a Amalia Pando y Edwin Herrera, que no me molestaría que ganaran Tuto o Samuel. En mi casa Samuel obtuvo un respetable 33%.

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Estimadas señoras Nidia Monje de Doria Medina y Sandra Doria Medina Monje:

Gracias por darse el tiempo de responder a mi artículo, aunque sea por estas circunstancias ingratas.

Sé que pocas cosas duelen tanto como perder una elección, y mi texto seguramente puso sal en la herida. Lamento que así haya sido.

Aclaro que escribí el artículo no como periodista ni como historiador, sino como elector, y los electores nunca son imparciales. Lo publiqué en ese momento porque me parecía un análisis pertinente de factores que incidieron en el resultado.

Estuve muy cerca de votar por Samuel; lo decidí recién el día anterior, y tras sufragar dije a mediodía en pantalla, junto a Amalia Pando y Edwin Herrera, que no me molestaría que ganaran Tuto o Samuel. En mi casa Samuel obtuvo un respetable 33%.

Respecto a la expresión “dos McPatos intercambiando guiños”, no rechazo a los ricos ni soy su enemigo; incluso quisiera serlo, pero no gastaría mi fortuna en buscar la presidencia de un país “nacional popular” que sí los rechaza. En cuanto al equipo de Unidad, no me burlo: con salvedades, era el mejor, sobre todo por su candidato a vicepresidente. Mi crítica iba más bien a ciertos simpatizantes destacados que, desde una pretendida superioridad moral frente a la “derecha cavernaria”, omitían el detalle de que bajo su propia sigla convivían las más prominentes figuras de la diestra. Una incoherencia grave, de todos.

Pero el meollo de su carta es su molestia ante mi afirmación de que Samuel no tiene lo que se necesita para llegar a la presidencia. Ustedes replican que sí, que su programa, que su esfuerzo y su amor por el país, y en parte concuerdo. Pero para llegar a ser presidente se requieren tres condiciones. Si falla una, no se llega: 1) ser percibido como buen candidato, 2) tener programa y medios de campaña, y 3) ser visto como alguien capaz de gobernar. Samuel cumple los puntos 2 y 3. Pero no es un buen candidato. No lo digo yo: lo muestran los resultados de 2005, 2009 y 2014. Para ser político necesitaría tener la piel gruesa: no la tiene. Necesitaría vérselo besando niños con mocos. No lo hace.

Todos los seres humanos tenemos talentos para unas cosas y no para otras. Yo, por ejemplo sé escribir libros, pero, imaginemos, Samuel, me nombra gerente de su Hotel Los Tajibos. Supongamos que lo hubiera sido. Mis amigos estarían felices con descuentos y rebajas en sus estadías y me alentarían, incluso mientras el Hotel se hundiera. Hasta que, en una evaluación periódica, quedaría en evidencia mi mal desempeño y Samuel me despediría a la primera, o con suerte, a la segunda revisión.

Revisemos ahora la decisión empresarial de Samuel de postularse a las elecciones de 2025. Separemos, para ello, al Samuel empresario del Samuel candidato. ¿Cómo evalúa el Samuel empresario el desempeño del Samuel candidato tras cuatro elecciones, en las cuales el electorado es su PricewaterhouseCoopers.

Con sincero respeto, reciban un saludo cordial,

Robert Brockmann





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