En contextos de alta volatilidad electoral como el boliviano, donde hemos constatado que significativos porcentajes de electores deciden su voto en los días previos o, incluso, el mismo día de la elección, mantener un blackout informativo de casi dos semanas resulta anacrónico.
Brújula Digital|19|08|25|
Luis Garay
Tras la conclusión del proceso electoral del domingo 17 de agosto, presento un análisis detallado de los resultados obtenidos y su correlación con las proyecciones previas realizadas por nuestra firma para la Red Unitel.
1. Tendencias de liderazgo confirmadas. Las cuatro encuestas realizadas para la Red Unitel mostraron consistentemente un empate técnico entre Samuel Doria Medina (SDM) y Jorge Quiroga (JQ) en las primeras posiciones. SDM mantuvo una ventaja mínima pero constante sobre JQ, siempre dentro del margen de error estadístico.
2. Anticipación de segunda vuelta. Todas las mediciones, independientemente del orden específico de los candidatos confirmaron la alta probabilidad de una segunda vuelta electoral, escenario que efectivamente se materializó.
3. Detección temprana del ascenso de Rodrigo Paz. Las encuestas del 25-27 de julio y del 2-6 de agosto capturaron el crecimiento más pronunciado del proceso: el de Rodrigo Paz (RP), quien escaló del 5,8% al 8,3% de intención de voto a nivel nacional. Sin embargo, en escenarios tan volátiles como el boliviano, resulta fundamental incrementar la frecuencia de medición y acercar la última "fotografía" lo más posible a la fecha electoral.
4. Fortalecimiento en el altiplano. RP demostró una conexión efectiva con el votante indeciso en el altiplano, mejorando sistemáticamente sus registros en La Paz, Oruro y Potosí entre la tercera y cuarta medición.
5. Declive anticipado de candidatos. La secuencia de encuestas proyectó correctamente la caída de Andrónico Rodríguez y Manfred Reyes Villa, tendencia que se confirmó en los resultados oficiales con proporciones y posicionamientos similares a los reportados.
6. Rendimiento de candidatos menores. Los discretos desempeños del oficialista Eduardo Del Castillo y del alcalde cruceño Jhonny Fernández también fueron anticipados. Al 95% del conteo oficial obtuvieron 3,1% y 1,6%, respectivamente.
7. Voto nulo: tendencia ascendente. El voto nulo mostró una tendencia elevada para los estándares históricos bolivianos con ritmo ascendente. Nuestras proyecciones de 13,6% y 14,6% en la tercera y cuarta ola se materializaron en un 19,3% oficial, aunque persiste el debate si la composición real de esta cifra es totalmente adjudicable a la campaña de Morales o la población la tenía en cuenta desde antes.
8. Comportamiento del voto indeciso: El voto indeciso, consistentemente superior al 10% en todas las mediciones, no favoreció a los dos primeros lugares, que se mantuvieron estables en torno al 20% de intención. Este segmento, finalmente, se decantó por opciones outsider, como efectivamente ocurrió.
9. La contracción de Samuel Doria Medina. SDM experimentó una pérdida significativa de apoyo en plazas consideradas seguras (La Paz, Santa Cruz), fundamentales por su peso poblacional. Su campaña enfrentó múltiples controversias: el caso Almaraz, diferencias con Camacho y críticas por el respaldo de Marcelo Claure.
10. La consolidación de Jorge Quiroga. JQ mantuvo su posición y proporciones de liderazgo numérico. Con 20,0% de intención de voto en nuestra última medición (equivalente a 29,8% en votos válidos), los resultados oficiales lo ubicaron en 26,8%, muy cercano a nuestras proyecciones de 27,3%.
Nuestros datos de conteo rápido al 95% fueron transmitidos a las 20:30, siendo los primeros en difundirse. Captura Consulting confirmó cifras similares minutos después, generando la confianza que la población necesitaba.
Por primera vez en Bolivia implementamos una encuesta de boca de urna con más de 37.000 casos, incluyendo variables demográficas y de comportamiento electoral. Los datos revelan que 32% de los votantes de RP decidió su voto la semana previa, mientras que 19% lo hizo el mismo día electoral. En contraste, las decisiones por SDM y JQ se consolidaron en julio o antes (37% para ambos).
Reflexiones sobre el Futuro de la Medición Electoral
Los resultados de este proceso electoral evidencian una problemática estructural que merece atención urgente: la necesidad de replantear la veda electoral que precede a las elecciones en Bolivia.
Durante este período de silencio mediático, las dinámicas electorales continúan desarrollándose de manera subterránea, pero sin la posibilidad de ser documentadas o comunicadas al público. El caso de Rodrigo Paz ilustra perfectamente esta limitación: detectamos su tendencia ascendente en nuestras últimas mediciones, pero los 11 días posteriores de restricción impidieron capturar la magnitud real de su crecimiento, que resultó siendo considerablemente mayor a lo proyectado
Elaboración: Ipsos CIESMORI
Esta restricción no solo afecta la precisión de las herramientas de medición electoral, sino que genera un vacío informativo que puede resultar contraproducente para la democracia. Los votantes quedan privados de información actualizada sobre las tendencias electorales en el momento más crítico del proceso, justo cuando muchos están tomando su decisión final.
La veda electoral, concebida originalmente como una medida de protección democrática, se ha convertido en un obstáculo para la transparencia informativa. En contextos de alta volatilidad electoral como el boliviano, donde hemos constatado que significativos porcentajes de electores deciden su voto en los días previos o, incluso, el mismo día de la elección, mantener un blackout informativo de casi dos semanas resulta anacrónico.
Es imperativo que las autoridades electorales reconsideren esta normativa permitiendo que las herramientas de medición democrática operen hasta momentos más cercanos al día electoral. Esto no solo mejoraría la precisión de las proyecciones, sino que fortalecería la confianza ciudadana en los procesos democráticos y reduciría la incertidumbre que, como hemos observado, puede ser instrumentalizada para cuestionar la legitimidad tanto de las encuestas como de los resultados electorales.
La democracia se fortalece con más información, no con menos. Es hora de adaptar nuestro marco regulatorio a las realidades del siglo XXI y a las demandas de una ciudadanía que merece estar informada hasta el final del proceso electoral.
El camino hacia la recuperación de la confianza en las encuestas está marcado por interpretaciones contrapuestas. Algunos critican las mediciones sin mayor análisis, comparando erróneamente resultados finales (votos válidos) con intención de voto inicial (que incluye voto blanco y nulo).
Otros adoptan un enfoque más riguroso utilizando los datos como línea de base para análisis críticos y constructivos, reconociendo que las encuestas bien aplicadas constituyen una herramienta fundamental para la vida democrática.
La experiencia confirma que los análisis más serios y articulados provienen del segundo grupo, aunque el primero tiende a generar mayor ruido mediático.
Continuaremos nuestro trabajo de educación sobre el alcance real de las encuestas, con paciencia y buena voluntad, contribuyendo al fortalecimiento de la cultura democrática.
Luis Garay es director de opinión pública en Ipsos Ciesmori.